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Natación adaptada para personas con discapacidad: "Se necesitan profesionales e instalaciones adecuadas"

Clase de natación adaptada
CEDIDA

Cuando hace 26 años, Marta Soriano y Juan Carlos Nieto, ambos educadores especializados en personas con discapacidad intelectual, crearon 'Natación adaptada Madrid' aún no existía ningún servicio en España de este tipo, dirigido a personas con discapacidad. Ahora, con mucha más oferta, prefieren seguir proporcionando un servicio reducido, en favor de la calidad. A día de hoy, cuentan con medio centenar de alumnos, tanto bebés, como niños y adultos, y no planean extender su modelo a otras ciudades. "Para mí lo importante es la calidad, dar a cada uno lo que necesite. Para eso tiene que ser un servicio pequeño, familiar y personalizado", señala Soriano.

En 1997, año en el que se fundó este servicio de natación en Madrid, apenas existían actividades adaptadas a personas con discapacidad, cuenta la fundadora y ahora directora del centro: "Nos dimos cuenta de que no había ni actividades deportivas ni de ocio y tiempo libre para estos chicos. Por eso, empezamos a hacer clases de natación y salidas a la Sierra y los veranos hacíamos campamentos". 

Poco a poco, la iniciativa fue centrándose solo en la natación, dado los grandes beneficios que reporta realizar una práctica deportiva: "Igual que una persona sin discapacidad va a un gimnasio o hace un deporte, ellos también necesitan hacer ejercicio". Aunque no proporcionan un servicio de terapia acuática, sino de natación adaptada, las clases también producen mejoras en estas personas a nivel terapéutico. Por un lado, tal y como cuenta Soriano, mejoras en el sistema circulatorio, cardiorrespiratorio, músculo esquelético (flexibilidad, fuerza muscular o coordinación) o el área cognitiva

Por otro lado, también supone un importante beneficio a nivel psicológico: "Los ejercicios acuáticos son una oportunidad para el éxito, y éste produce a su vez motivación y disminuye la sensación de tensión o frustración". Además, cuenta Soriano, "muchos alumnos fuera del agua no pueden andar, pero dentro son autónomos y eso les hace sentir bien". Incluso en aquellos casos en los que no se puedan conseguir muchos avances, señala, "simplemente el efecto de relajación es muy importante".

Clases personalizadas

Para que estas clases de natación sean eficaces, Soriano subraya la importancia de adaptarlas a cada alumno. Por ello, terapeutas ocupacionales o profesores de educación física, con formación en discapacidad, imparten sesiones individuales, de 45 minutos de duración, combinando "una parte de trabajo en piscina profunda, excepto los muy pequeños, y 15 minutos finales en la piscina pequeña, donde realizan juegos, equilibrios y saltos". 

En personas con autismo, tienes que dar órdenes sencillas y establecer rutinas para que aprendan y puedan anticipar la actividad que va a suceder

Cada familia, antes de comenzar con la actividad, aporta informes médicos o escolares. La organización realiza después un informe de valoración inicial, que completa a final de curso con uno donde valoran qué objetivos se han cumplido y cuáles no. "A grandes rasgos, en todos se trabaja mucho la mejora de la capacidad aeróbica, de la coordinación, del equilibrio…etc". No obstante, cada caso será diferente, por eso el tratamiento es necesario que sea personalizado: "Tenemos alumnos con varías patologías y, si haces un trabajo en grupo, la calidad de los ejercicios baja mucho porque no les puedes dedicar todo el tiempo que necesitan. Además, hay que hacer las adaptaciones, tanto de material como de instalaciones".

Adaptaciones para cada tipo de discapacidad

Desde 'Natación adaptada Madrid', dan servicio a todo tipo de discapacidades: físicas, sensoriales e intelectuales. Por tanto, trabajan con personas con patologías muy diversas, como atrofia muscular espinal, esclerosis múltiple, parálisis cerebral, síndrome de Down, síndrome X frágil, síndrome de Prader Willi, autismo o ceguera. "La mayoría son niños, entre los 3 y 12 años, alumnos normalmente de educación especial", explica la directora.

Cada clase se amolda a las particularidades del alumno con discapacidad intelectual: "Hay que adaptar constantemente, no existe un protocolo para todos". De esta forma, en niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA), por ejemplo, en los que "es complicado fijar su atención, no te miran o incluso algunos se autoestimulan bebiendo el agua de la piscina, tenemos que dar órdenes sencillas y establecer rutinas para que aprendan y puedan anticipar la actividad que va a suceder. Las familias en casa suelen tener una foto de la piscina y del profesor para anticiparles esto, y siempre trabajamos de forma progresiva".

En casos de problemas de conducta, "hay que meterles en la piscina de una determinada forma y saber los estímulos que les pueden desencadenar una pequeña crisis", explica Soriano. No obstante, las personas con discapacidad intelectual también pueden llevar asociadas dificultades a nivel motor, que también tienen en cuenta: "Si es una persona que todavía no ha conseguido la marcha autónoma porque tiene hipotonía, hacemos una serie de ejercicios para que suba el tono muscular, consiga la posición de cuadrupedia, de bipedestación y la marcha".

Hay que encontrar lo que a cada niño le gusta y reforzarle con eso, motivarlo, porque su colaboración es fundamental.

La casuística es muy diversa, pero, en todos los casos, "hay que encontrar lo que a cada niño le gusta y reforzarle con eso, hay que motivarlo porque su colaboración es fundamental. Lo que se intenta siempre es que salgan contentos y tranquilos de la sesión y no lo vean como una obligación, sino que, a través de aquello que les motiva, no se den ni cuenta de que están trabajando".

En casos de discapacidad sensorial, como ceguera, "se le dan los apoyos físicos necesarios. Les tienes que dar seguridad, guiar en la calle porque se pueden chocar con un bordillo o una corchera, y favorecerles mucho el sentido del tacto, sobre todo al principio cuando no conocen el material porque no lo ven". No obstante, asegura Soriano, "no suele ser complicado, aprenden muy rápido porque, aunque no vean, tienen el resto de sentidos híper desarrollados y son capaces de percibir lo que está pasando alrededor".

Clase de natación adaptada
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En cuanto a discapacidad física, la casuística es muy diversa: "Tenemos adaptación de material para suplir el déficit que tengan. Por ejemplo, si queremos que trabajen brazos, porque no pueden propulsarse con las piernas, se les da una flotación para inmovilizarlas y que no se hundan y así mejorar el desplazamiento en el agua. Si no tienen control cefálico tenemos unos collarines específicos a nivel cervical para que la cabeza pueda ir apoyada y puedan mover las piernas". De esta forma, se les da autonomía: "Esto es quizás lo más importante porque ellos ven que pueden ir solos y nadie les tiene que sujetar, agarrar o coger".

Mucha oferta, pero no toda de calidad

A pesar de que, durante estos 25 años, la oferta de natación adaptada a personas con discapacidad ha crecido, Soriano considera que no todas ofrecen un servicio de calidad. "Hay que buscar profesionales con formación en educación especial y en las patologías que hay que tratar. Por otro lado, estos chicos requieren mucha especificidad, en un grupo de cuatro o cinco personas se pierden, hay que trabajar con ellos solos o en grupos muy pequeños y hay que tener mucho cuidado porque tienen muchas patologías, muchos tienen epilepsia y les pueden dar crisis, o han tenido experiencias traumáticas en el agua", cuenta.

Impartir natación a una persona con discapacidad puede suponer un reto difícil, pero eso multiplica después la recompensa: "Consigues cosas maravillosas. Es un trabajo muy bonito porque es muy personalizado y porque ves la satisfacción en el alumno, que ellos están contentos, que continúan mejorando". Eso sí, recalca la directora, "te tiene que gustar este mundo y valer para ello, tener mucha paciencia y muchos recursos psicológicos".

En 'Natación adaptada Madrid' tienen una alta demanda de familias, pero denuncian que faltan instalaciones y personal para dar un mejor servicio: "La administración no nos ayuda porque son servicios caros y requieren silla elevadora hidráulica, una temperatura de agua determinada, vestuarios adaptados, etc. Te dicen que los lleves a la piscina municipal y ya está, pero se necesita profesionales e instalaciones adecuadas". "Las personas con discapacidad tienen que hacer deporte igual que el resto de personas para mantener su salud física y psicológica, más aún en su caso", añade.

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