Campamentos de verano para niños con discapacidad intelectual: "Queremos que se diviertan a la vez que refuerzan lo aprendido"

  • Fundaciones, asociaciones y colegios organizan cada verano campamentos urbanos específicos.
Un grupo de niños se divierte en el campamento de verano de la Fundación Esfera.
Un grupo de niños se divierte en el campamento de verano de la Fundación Esfera.
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Un grupo de niños se divierte en el campamento de verano de la Fundación Esfera.

El verano es muy largo, sobre todo si comparamos las vacaciones escolares (unas 10 semanas) con las vacaciones estándar, que son de unas cuatro. Para poder conciliar, muchos padres de niños en edad escolar recurren a los campamentos urbanos, que suelen estar en parte subvencionados por los ayuntamientos y se llevan a cabo en algunos de los colegios de las distintas localidades.

Sin embargo, cuando el niño o el adolescente tiene necesidades especiales o algún de discapacidad, la cosa se complica. Por un lado, porque los campamentos urbanos ordinarios cuentan con poquísimas plazas para alumnos con necesidades especiales y, por otro, porque, aun consiguiendo alguna de estas preciadas plazas, estos campamentos no suelen estar preparados, ni por ratio ni por formación de los monitores, para atender a niños con más necesidades de apoyo. 

"Los campamentos ordinarios con algún apoyo están muy bien para niños que, aunque tengan alguna discapacidad, son bastante autónomos, pero los niños que tienen más necesidades de apoyo, que son menos autónomos, necesitan campamentos más especializados, porque es en el único sitio en el tienen garantizados los apoyos y las ratios son menores, 1-3 o así, en lugar de 1-10 que suelen ser los ordinarios con apoyos", asegura Gema, coordinadora del campamento que la Fundación Esfera organiza en un colegio de educación especial en Leganés (Madrid).

En estos casos, elegir un campamento específico, organizado por fundaciones, asociaciones relacionadas con la discapacidad o por los mismos colegios de educación especial, son la mejor opción para las familias, una opción que sí garantiza que tengan los apoyos que necesitan y que sean atendidos por profesionales con la experiencia y formación adecuadas.

La oferta es menor y hay que buscar bien, pero las ventajas son muchas. Por ejemplo, que suelen acoger a adolescentes y jóvenes de hasta 18-21 años, la misma edad hasta la que pueden acudir a un centro de educación especial, y que no es necesario estar matriculado en un colegio de educación especial para acudir a ellos.

Jugar, aprender y no perder la rutina

Los campamentos urbanos para niños con discapacidad intelectual o trastornos del desarrollo no sólo son una manera de ayudar a conciliar a familias que lo tienen aún más difícil, sino que son una excelente manera de que los niños o los adolescentes con necesidades especiales no pierdan unas rutinas indispensables para su desarrollo

Aunque necesitan las vacaciones y tienen derecho a disfrutarlas como cualquier otro niño, un tiempo muy prolongado sin rutinas ni contenidos puede perjudicar de alguna manera a su aprendizaje, "en el campamento no se trabaja como en el colegio o en las terapias, porque están de vacaciones y queremos que se diviertan, se relajen…, pero sí hacemos actividades que refuercen lo aprendido, aunque sea de forma lúdica, para que no se pierda todo lo ganado durante el año. No se pretende que alcancen más, pero sí que afiancen a la vez que experimentan cosas nuevas y se divierten", cuenta Gema.

Aunque sea de forma lúdica, lo que queremos es que no pierdan lo ganado durante el año

Este campamento, además, cuenta entre sus monitores con personal de la propia fundación, el mismo que durante todo el año imparte a los niños terapias como logopedia o psicoterapia, "el campamento está pensado para niños y niñas de hasta de entre 3 y 21 años, y, aunque no todos son de la fundación, muchos sí. Durante el año, tenemos el servicio de atención terapéutica en el que trabajan psicólogos, logopedas, educadores, pedagogos… y son las personas que están también en el campamento con ellos. Son profesionales especializados, que les dan terapia todo el año, y que en verano están con ellos organizando actividades. Por eso es común que los niños o los chavales se encuentren en verano con personas que ya no conocen, y eso les da además seguridad y confianza, a ellos y a sus padres. Es una garantía positiva".

Varios niños pintando durante una actividad del campamento de verano
Varios niños pintando durante una actividad del campamento de verano
FUNDACION QUERER

Es precisamente la profesionalidad, especialización y la experiencia lo que hay que buscar en estos campamentos urbanos, "para nosotros es importante que sea un campamento específico para autismo, sobre todo por el tema de la comunicación. Aunque cada uno tiene su propio sistema, al final todos tienen el mismo patrón y los monitores son especialistas en eso, saben cómo manejar a los niños…", explica Jennie Noble, madre de dos gemelos con autismo y presidenta de la asociación Araya, que organizan campamentos urbanos cada verano. 

En Araya se preocupan tanto de que los niños reciban la atención que necesitan, que la ratio es de un monitor por cada dos alumnos y a las familias de los niños que vienen de fuera de su colegio les hacen una entrevista personalizada para poder adaptarse a sus necesidades.

Es necesario que sigan teniendo rutinas, romperlas por un tiempo tan prolongado no es nada beneficioso para ellos, el contrario

En el autismo, además, este tipo de campamentos son casi una necesidad, pues son personas que necesitan muchas rutinas, y romper la rutina durante tres meses les puede desregular mucho, crear problemas de conducta, etc., "es necesario que sigan teniendo rutinas, romperlas por un tiempo tan prolongado no es nada beneficioso para ellos, el contrario", asegura Jennie.

Desde la Fundación Querer, que también cuenta con un campamento adaptado para niños con problemas del neurodesarrollo, también consideran necesario que mantengan algo de rutina durante las vacaciones, "hay que seguir manteniendo cierta estructura, en las que también es bueno que realicen actividades que les permitan conservar el nivel en todas las habilidades adquiridas o entrenadas durante el curso", asegura Sara Herrero, neuropsicóloga de la Fundación.

Sin embargo, tampoco podemos olvidarnos de que siguen siendo sus vacaciones, por eso la parte lúdica sigue siendo la fundamental, "tienen piscina todos los días y organizamos talleres de todo tipo, desde jardinería, acuáticos, deportivos, de música, de relación, de cocina…", recuerda Gema, de Esfera.

Campamentos inclusivos, la mejor opción para muchas familias

Para las familias que tengan más de un hijo, uno de ellos con necesidades especiales y otros no, otra opción que cada vez está teniendo más éxito son los campamentos inclusivos. No se trata de campamentos ordinarios con plazas para niños con necesidades especiales, que suelen ‘vender’ una inclusión que no es tal, sino campamentos especializados para niños con discapacidad en el que tienen cabida niños sin discapacidad.

Este tipo de campamentos tienen varias ventajas. La primera de ellas es que facilita a los padres la conciliación, al no tener que buscar distintas opciones, a menudo distantes la una de la otra, para cada uno de sus hijos; y la segunda es que facilita la inclusión real, es decir, que los niños con discapacidad tengan todos los apoyos que necesitan, pero que compartan actividades y espacios con niños sin discapacidad.

La Fundación Garrigou, en colaboración con el colegio de educación especial María Corredentora de Madrid, estrenan este año experiencia y están muy ilusionados, como nos cuenta Cristina, la vicepresidenta de la Fundación, "es un campamento urbano inclusivo en el que acogemos a niños con discapacidad intelectual, pero también a sus hermanos, primos, amigos… desde los 3 a los 21 años"

Creemos que el verano es un momento ideal para compartir espacios, tiempos, juego… para hacer inclusión

La idea es que, con ratios de ‘campamento especial’, se atienda a niños con y sin discapacidad, "nuestro principal objetivo es que disfruten del verano, y que lo hagan todos juntos. La ratio es la misma que la de los alumnos del colegio, dos monitores por cada 10 niños, y tanto los grupos como las actividades son inclusivas, porque creemos que el verano es un momento ideal para compartir espacios, tiempos, juego… para hacer inclusión", explica. Para conseguir esos momentos de disfrute conjunto, organizan salidas, talleres de cocina, cerámica, juegos, relajación, piscina…

En cuanto a los monitores, tienen la misma formación y experiencia que los de cualquier campamento especializado, "son auxiliares del centro, incluso profesores, que trabajan en el colegio todo el curso, hay gente de prácticas… todos han tenido contacto con la educación especial y la discapacidad".

Entre las ventajas de este tipo de campamentos para los niños con discapacidad Cristina destaca que "se sienten como los otros niños, porque es un campamento urbano como los que tienen el resto de los niños, pero adaptados a sus necesidades. Y a los chicos, tener actividades programadas les viene fenomenal".

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