Khadija Amin Periodista
OPINIÓN

Mujeres muertas en vida

Protesta por la situación de las mujeres en Afganistán.
Protesta por la situación de las mujeres en Afganistán.
CEDIDA
Protesta por la situación de las mujeres en Afganistán.

Afganistán es un país patriarcal y tradicional. Antes de llegar los talibanes también era difícil para las mujeres vivir libres, pero décadas antes no costaba tanto. Mi madre, en los años 70, llevaba faldas cortas y salía sin velo a la calle; paseaba sin necesitar la compañía de un hombre. 

Las mujeres han vivido con una razonable libertad en mi país, pero después de la guerra con Rusia, cuando Estados Unidos ayudó y armó a los muyahidines que se hicieron con el poder, la situación cambió. Yo tenía tres años cuando los talibanes tomaron el poder en Afganistán por primera vez. No podía ir a la escuela para estudiar como mi hermano. Había mujeres que daban clase en casa para las niñas.

Ahora también hay mujeres que intentan dar clase a las niñas aunque suponga un riesgo para ellas. Los talibanes no permiten a las mujeres salir sin burka y solas; no las permiten trabajar ni estudiar; golpean a aquellas que van solas por la calle, las torturan e incluso ejecutan; obligan a las chicas a casarse con ellos, incluso a niñas de doce años con hombres de cincuenta. Un matrimonio forzado puede acabar con tu vida. Lo sé bien, soy un ejemplo.  Llevar burka es muy difícil, cuesta respirar. Yo lo llevé seis años. Cuando me casé a la fuerza, mi marido me golpeaba y me obligaba a ponérmelo.

Al entrar la OTAN hace veinte años en Afganistán, los talibanes desaparecieron, se fueron a provincias alejadas. Tras la llegada de las tropas extranjeras vino la democracia, pero tampoco fue fácil para nosotras. Las mujeres tuvimos que luchar por nuestros derechos en casa, en el trabajo y en nuestras comunidades; fue muy duro, nos vimos obligadas a hacer muchos sacrificios.

Durante estos 20 años de democracia los talibanes no pararon en ningún momento de matar, de atacar con bombas. Han asesinado bebés, niñas, mujeres, hombres, estudiantes... Me impactó especialmente cuando entraron en un hospital ginecológico y masacraron a mujeres con sus bebés recién nacidos.

Estados Unidos inició negociaciones de paz en Qatar con los talibanes y firmaron un acuerdo con ellos, dejando así Afganistán en manos de un grupo terrorista. El 15 de agosto de 2021 entraron en Kabul y perdimos nuestro país. Los estadounidenses podrían haber retrasado la retirada de su ejercito, pero no lo hicieron. 

¿Sabéis como es hoy la situación de los afganos en general y, especialmente, de las mujeres? No, nadie lo sabe. Las niñas no pueden estudiar, un derecho muy importante y básico del que carecen. Además, las mujeres tienen prohibido acudir a la universidad o trabajar. Hay familias que no tienen nada de comer y venden a sus hijas e incluso sus órganos. Los talibanes arrestan a las mujeres que protestan. Cada día la situación va a peor, con nuevas restricciones. Lo hemos perdido todo. 

Aquel fatídico 15 agosto fui a la redacción para presentar las noticias de las 9 de la mañana. Después salí para preparar un reportaje y me dijeron que ya no volviera porque podía ser peligroso, dado que los talibanes ya estaban en Kabul. Aún así, regresé. No había nadie, todos se habían ido a sus casas y mi jefe me dijo que yo también tenía que irme. Fue un momento muy triste, pensé que era mi último día en el periodismo.

Llegar a ser periodista fue un camino muy complicado. Mi familia estaba en contra y tuve que luchar para poder estudiar en la universidad. Logré trabajar como periodista cinco años en diferentes medios; entrar en la televisión estatal era uno de mis sueños y lo logré.

No imaginaba que los talibanes iban a controlar de nuevo Afganistán y que las mujeres perderíamos nuestros logros. Todo lo conseguido tras muchos sacrificios, porque nadie nos regaló nada. Ni siquiera la democracia, cuyos gobernantes hicieron poco por nosotras. Fuimos cada una de nosotras las que tuvimos que pelear con nuestros padres, hermanos, vecinos... Por ejemplo, tuvimos que luchar mucho para lograr escribir el nombre de la madre en la tarjeta de nacimiento de los bebés. Y lo conseguimos. De la misma manera conquistamos muchos logros: teníamos ministras, juezas, deportistas, cantantes o parlamentarias.

En enero, Mursal Nabizada, ex miembro del Parlamento que se negó a irse del país, fue asesinada. Como a mí, a ella nadie le regaló nada. Y ahora, de nuevo, las mujeres están solas luchando. Los hombres que no están de acuerdo con los talibanes, que consideran que las mujeres solo sirven para dar a luz, no las apoyan por miedo. No hay nadie que escuche el clamor de las mujeres de mi país; mujeres muertas en vida. 

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