Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Sorpresa de nuevo en Barcelona

  • "Los socialistas se hacen con una alcaldía muy simbólica, por la que Sánchez tenía mucho interés en campaña".
  • "Feijóo puede exhibir sentido de Estado, y argumentar que nada le impide votar a un socialista si es un bien superior".
El nuevo alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, sosteniendo la vara de mando.
El nuevo alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, sosteniendo la vara de mando.
VICTORIA ROVIRA
El nuevo alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, sosteniendo la vara de mando.

Lo que ha pasado en Barcelona, donde para sorpresa general el socialista Jaume Collboni ha sido elegido alcalde, demuestra lo compleja que es la política. Hasta pocas horas antes, parecía imposible que Comunes y PP formaran parte de la misma ecuación y votaran, aunque fuera por razones diferentes, al candidato del PSC, que quedó segundo en las elecciones. El popular Daniel Sirera le había ofrecido sus votos a fin de evitar que Barcelona tuviera un alcalde independentista, pero exigía que los Comunes no participaran en el gobierno de la ciudad. Por su parte, hasta el viernes por la tarde, desde Barcelona en Comú (BeC) seguían defendiendo un acuerdo de izquierdas con PSC y ERC, y rechazaban, si no era así, votar a Collboni. Sin embargo, el sábado al mediodía, tras mucho debate interno y presiones de todo tipo, sobre todo desde el equipo de Yolanda Díaz, cambiaron de parecer. Los Comunes y, en consecuencia, Sumar, no podían aparecer facilitando la alcaldía a un candidato de derechas y negándosela a un socialista.

Sin duda se han alineado muchos factores, pero el principal ha sido el error de Trias de ceder a la petición del candidato de ERC, Ernest Maragall, para cerrar un pacto de gobierno el día antes de la elección del nuevo alcalde. Ese acuerdo era innecesario, pues no le daba la mayoría absoluta y no le impedía salir elegido en segunda vuelta como cabeza de la lista más votada. Ha sido un error que ha precipitado la actitud tanto de Comunes como del PP. A los primeros le ha hecho evidente que Barcelona no se encaminaba hacia ninguna sociovergencia tras las elecciones generales y que, por tanto, en la próxima legislatura los socialistas iban a estar en la oposición a Trias. ¿Qué papel iban a poder jugar los Comunes en ese escenario? Al PP le ha reforzado en su deseo de evitar que Barcelona cayese en manos de un independentista, del partido de Carles Puigdemont, apoyado por otra fuerza también separatista como ERC.

Lo vivido este sábado en Barcelona ya sucedió en 2019, cuando los votos de Manuel Valls impidieron que el republicano Maragall, ganador de esas elecciones, se hiciera con la alcaldía. Ese gesto del exprimer ministro francés, que no puso condiciones, fue aplaudido por el constitucionalismo civil, aunque entonces el PP lo criticó. Esta vez, los populares, que han doblado su representación en el consistorio barcelonés, exigían que Colau no participase en el gobierno. Los Comunes, aunque muy molestos con Collboni por los rifirrafes de los últimos meses, han preferido evitar el mal mayor que para ellos representaba el regreso de Trias, que es un hombre de la vieja Convergència, fuerza a la que estigmatizan por la corrupción del 3% y representar a los “poderosos”.

En esta nueva sorpresa, tanto PSOE como PP ganan. Los socialistas se hacen con una alcaldía muy simbólica, por la que Pedro Sánchez tenía mucho interés en campaña. Para Salvador Illa es una excelente noticia en su camino hacia la Generalitat. Por su parte, el PP de Núñez Feijóo puede exhibir sentido de Estado, y argumentar que su antisanchismo y los pactos con Vox en muchas partes de España no le impide votar a un socialista si se trata de un bien superior.

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