Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Hermanos anónimos

Proceso de inseminación in vitro (archivo).
Proceso de inseminación in vitro (archivo).
EUGIN vía EUROPA PRESS
Proceso de inseminación in vitro (archivo).

Las pruebas de ADN han descubierto en los Estados Unidos que dos jóvenes que hasta ahora no se conocían ni tenían nada en común son medio hermanos biológicos. La explicación es muy sencilla: sus madres son distintas, pero los dos son fruto de la inseminación artificial –que cada vez es más frecuente por diferentes razones– y comparten el mismo donante, es decir, el mismo padre. 

El periódico The Wall Street Journal, que difundió la noticia, no aporta datos identitarios, como es lógico, y las clínicas que procesan las inseminaciones mantienen el más riguroso secreto, pero sí llama la atención este caso sobre la cantidad de personas que ignoran y quizás nunca sabrán que tienen familiares desperdigados por el mundo. 

Hay donantes anónimos que han aportado millares de espermatozoides a las clínicas y muchos de ellos han generado hijos, lo cual es evidente que se han creado familias con la misma sangre cuyos miembros lo ignoran. Las técnicas de inseminación artificial son cada vez más eficaces y su recurso, más frecuente tanto para parejas estériles como para mujeres solitarias que quieren tener un hijo.

Esto es una realidad: cada vez son más las personas que ignoran y ni siquiera se imaginan no solo que tienen medio hermanos, sino que a su vez estos ya tienen hijos y todos los familiares que la procreación acaba sumando, del mismo modo que hay decenas o centenares de hombres que tienen hijos y ya nietos desperdigados por el mundo. 

El secretismo que impone este avance científico también impide que se creen registros. Sin concederle importancia, en la sociedad en que vivimos se están creando redes familiares paralelas que cada vez contribuyen más a las mezclas de sangre y por supuesto a herencias de caracteres y rasgos físicos.

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