Juan Luis Saldaña
OPINIÓN

Redes sociales que son la BBC

Un portavoz de un negocio de tornillos habla en sus redes sociales.
Un portavoz de un negocio de tornillos habla en sus redes sociales.
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Un portavoz de un negocio de tornillos habla en sus redes sociales.

Hay cuentas de redes sociales que se creen la BBC, un partido político o el portavoz adjunto de la ONU. Producen una mezcla de ternura, vergüenza ajena y hastío y suelen tener detrás a un becario que emula a los demás y que no sabe muy bien por qué razón hace lo que hace, pero se siente seguro replicando un modelo que casi nadie discute. El aburrimiento infinito por obstinación es el único destino de esta actividad.

La peste de los días mundiales suele ser un comodín muy recurrente para estas cuentas de redes sociales de la nada. Las fechas señaladas son otro chollo para estos coleccionistas de tópicos que te felicitan la llegada de la primavera como si te hubiera tocado la lotería. Hay algunos que, de vez en cuando, tiran también del santoral para ver si les sale entre sus seguidores algún Marcial, Luciano, Dorotea y Cecilia que se sientan halagados porque alguien les felicita el santo.

Detrás de estas cuentas de redes sociales hay de todo: pequeñas y medianas empresas, autónomos, negocios digitales, peluquerías, ferreterías, bares, churrerías y algún fontanero. Hay también gurús de la felicidad, pesados del marketing y un buen grupo de iluminados que quieren venderte alguna moto sin que se note demasiado mientras tratan de convencerte de que debes potenciar tu marca personal.

Lo más terrible en este mundo de apariencias y escaparatismo digital es no estar a la última, no enterarse de nada y no hacer lo que dicen los demás.

Cuando toca -ellos siempre lo saben- cambian el color de su logotipo para adherirse a causas comunes que, superficialmente, apoya todo el mundo. Quizá lo hacen por miedo a quedarse fuera, a no estar a la última. Lo más terrible en este mundo de apariencias y escaparatismo digital es no estar a la última, no enterarse de nada y no hacer lo que dicen los demás. La originalidad y la personalidad son un riesgo que no conviene asumir.

Y así nos encontramos con asociaciones de comerciantes de un barrio que condenan la guerra, tiendas de flores de cualquier ciudad que se entristecen por un terremoto y un orador motivacional que está en la Terminal 4 esperando un avión para ir a dar la turra allende los mares. Es sorprendente el número de personas y de empresas que no han entendido todavía cuál es el negocio de las redes sociales. Quizá ya se les ha pasado el arroz. 

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