Es difícil imaginar un sarcasmo más siniestro que el de aquel lema que coronaba el acceso a los campos de exterminio del régimen nazi: Arbeit macht frei. Cuando ves la frase en la entrada de Auschwitz, aunque no sepas una papa de alemán, se te encoge el alma; El trabajo te hace libre, no cabe mayor infamia en semejante escenario. El eslogan, sin embargo, no era un invento del Tercer Reich; el autor fue un escritor nacionalista que medio siglo antes tituló así una de sus novelas y, ya en los años 20, la República de Weimar lo usaría para impulsar su política de grandes infraestructuras contra el desempleo. De no haber sufrido el uso demoniaco que le dieron los nazis, habría sido una buena consigna universal para ensalzar el compromiso con el trabajo y los valores profesionales.

Es un hecho contrastado que los países donde los trabajadores se toman su labor más en serio son aquellos que mejor funcionan y donde suelen estar mejor remunerados. España, en este aspecto, tiene mucho que mejorar y merecería la pena que pusiéramos empeño en ello. Según la Oficina Europea de Estadística, nuestro país registra la productividad más baja de las grandes potencias de la eurozona, y cambiar esa tendencia no se consigue de la noche a la mañana. La ganancia en productividad es uno de los objetivos marcados por la vicepresidenta Calviño, consciente de que para ello no vale con aplicar medidas coyunturales y que hay que acometer reformas estructurales. Resulta imprescindible reducir la temporalidad, lo que no es fácil en los sectores turístico y agrícola , pilares fundamentales de nuestra economía. La reforma laboral ha logrado reducir la precariedad en el empleo, pero sus efectos no son todo lo contundentes que se requiere.

Queda mucho por avanzar en la mejora de la calidad del empleo y la inversión en capital humano para aumentar la productividad y la competitividad de nuestras empresas al nivel de la UE. Según los expertos, hay una pérdida excesiva de horas trabajadas en los últimos años y la intensidad tecnológica es todavía baja en comparación con los grandes de la eurozona. Sobre esto último, los fondos europeos de recuperación constituyen, gobierne quien gobierne tras el 23-J, una oportunidad de oro para mejorar dado que exigen reformas que eleven el producto potencial y generen avances en digitalización.

Un aspecto fundamental para que la maquinaria productiva funcione es la relación de los empleadores con los empleados, y esto, en España, en términos generales, parece ser que deja bastante que desear. Gallup ha realizado una macroencuesta a nivel mundial para medir, entre otros aspectos, el grado de compromiso de los trabajadores con su empresa, y los resultados en España son preocupantes. Según la consultora norteamericana, en nuestro país solo un 10 % de los empleados por cuenta ajena se sienten comprometidos con su empresa. Es más, hay un 20% de los encuestados que se declara abiertamente enfadado con la compañía para la que trabaja, un nivel que en la media europea no pasa del 14%. 

Este descontento lo atribuye el estudio sobre todo al estrés, dado que hay un 36% de los consultados que asegura sentirse agobiado en su tarea diaria. No hay recetas milagro para abordar este elemento adverso de la actividad laboral. La consultora recomienda a las empresas crear un entorno motivador que fomente la participación y el diálogo con los empleados para optimizar su rendimiento. Trabajar a gusto aumenta la eficacia y la competitividad y es la mejor forma de que el trabajo te haga libre de verdad.