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Quién era Nahel, el chico que murió abatido por la policía y cuya muerte ha vuelto a incendiar Francia

La Francia de Macron arde otra vez. La muerte el pasado martes de Nahel M. ha desencadenado un incendio social, otro, que ha sacudido el país. Este joven de 17 años conducía un coche y trató de escapar de un control policial en Nanterre, en el departamento de Hauts-de-Seine, en la región de Isla de Francia. Un agente policial intentó impedirlo y disparó mortalmente al menor de edad.

"Era alguien que quería integrarse social y profesionalmente, no un chaval que vivía del trapicheo o se dedicaba a la pequeña delincuencia", según Jeff Puech, presidente de la asociación Ovale Citoyen.

Nahel jugaba al rugby en Los Piratas, un club social del corazón del barrio de Pablo-Picasso, en Nanterre. Ovale Citoyen le apoyaba en el marco de un programa de integración. Según Puech, Nahel era "un chico que utilizaba el rugby para salir de los problemas", le cuenta a Le Parisien.

Era alguien que quería integrarse social y profesionalmente, no un chaval que vivía del trapicheo o la pequeña delincuencia"

El barrio obrero Pablo-Picasso de Nanterre era nuevo para Nahel. Su madre, Mounia, y él se habían trasladado recientemente tras vivir muchos años en el barrio del Vieux-Pont. Allí era "muy querido", según cuenta su abuela al periodista Clément Lanot. Su sueño, asegura, era convertirse en mecánico.

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Nahel y Mounia, nada más

Nahel y Mounia eran la unidad familiar. No había más. Ni hermanos, ni hermanas, ni un padre. El chaval nunca conoció al suyo. Su madre es repartidora. Para ayudarla, Nahel se había buscado un trabajo repartiendo pizzas y kebabs.

Y estudiaba... o lo intentaba. Llevaba dos años matriculado en el Liceo Louis-Blériot de Suresnes, donde cursaba una formación profesional de electricidad. Pero en esos dos años apenas apareció seis meses por clase.

Le imporaba más el rugby , que le hacía sentirse uno más, parte de algo. Siempre tuvo "una actitud ejemplar", asegura el presidente de la asociación Ovale Citoyen, y "lejos de los comentarios nauseabundos que se ven en las redes sociales".

Antecedentes judiciales, no penales

Pero Nahel y la policía también se conocían. El joven tenía antecedentes judiciales. Según informa BFMTV, la policía le conocía por "resistencia a la autoridad" y "conducir sin carné". Pero sus antecedentes penales están limpios, asegura una de las abogadas de la familia, Jennifer Cambla.

En 2022, Nahel compareció ante un juez de menores, que decidió una "medida educativa". Justo el fin de semana pasado fue puesto bajo custodia policial por negarse a obedecer una citación que le exigía comparecer ante el tribunal de menores por segunda vez, lo que debería haber hecho en septiembre.

Un Mercedes AMG amarillo canario

El pasado martes fue el último día de su vida. "Salimos a la misma hora, él fue a por un McDonald's, yo me fui a trabajar como todo el mundo", cuenta su madre. No eran ni las ocho de la mañana. Nahel se pone al volante de un Mercedes AMG amarillo canario con matrícula polaca en compañía de otros dos pasajeros.

A las 7,55 dos policías le ven pasar en el Mercedes. Emprenden la persecución. Nahel no se para. Acelera. Comete varias infracciones. Los policías le persiguen.

Finalmente, el chaval se detiene. Los agentes se apuestan en la ventanilla del conductor. Uno de ellos apunta a Nahel con un arma. El joven vuelve a pisar el acelerador. El agente que le apunta dispara a quemarropa. El Mercedes aún avanza unos metros hasta chocar contra un poste en la plaza de Nelson Mandela.

Le di todo, sólo para que un hijo de puta me quite a mi hijo. Sólo tengo uno, no tengo diez, sólo tengo uno. Era mi vida..."

Eran las 8,19 de la mañana. Una hora más tarde se certifica su muerte. El disparo, una única bala, le atravesó el brazo izquierdo y el tórax de izquierda a derecha.

El dolor de su madre

"Una hora después, ¿qué me dicen? Que han disparado a mi hijo", escribía su madre esa misma noche en las redes sociales. "¿Qué voy a hacer? Le di todo, sólo para que un hijo de puta me quite a mi hijo. Sólo tengo uno, no tengo diez, sólo tengo uno. Era mi vida, era mi mejor amigo, era mi hijo, lo era todo para mí, estábamos tan unidos como era posible", llora amargamente Mounia. "Perdí a un niño de 17 años. Estaba sola con él. Me quitaron a un bebé. Todavía era un niño, necesitaba a su madre".

48 horas después de la muerte de Nahel se organizó una concentración pacífica ante la prefectura de Hauts-de-Seine, cerca del lugar del tiroteo. Y luego es Francia que arde, otra vez, porque un policía ha matado a un joven de piel negra que no iba armado.

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