Javier Arroyo, Fundación Juan XXIII: "Es difícil competir con las empresas. Aquí la actividad económica es un medio, no un fin"

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista Capaces: Javier Arroyo Director General FUNDACIÓN JUAN XXIII
Javier Arroyo Director General FUNDACIÓN JUAN XXIII
JORGE PARÍS
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El desarrollo integral de las personas con discapacidad intelectual atraviesa todas las etapas de su vida e implica la provisión de diferentes recursos destinados a promover su inclusión en la sociedad. Estos servicios suelen encontrarse de forma aislada, pero es algo excepcional hallarlos en una misma entidad. Por eso, cuando uno visita la Fundación Juan XXIII queda impresionado del amplio despliegue de recursos que ofrecen: desde centro de atención temprana hasta colegio de educación especial, pasando por escuela de formación profesional, centro de día, centro ocupacional y Centro Especial de Empleo (CEE), entre otros.

En sus 57 años de historia, el crecimiento de la fundación ha sido exponencial. Las razones del éxito pueden ser varias, pero, durante nuestra visita, se hace evidente que la implicación emocional de sus empleados, encabezada por su director general, Javier Arroyo, tiene mucho que ver. "Es muy emocionante. Yo me he criado aquí, empecé con la furgoneta y he trabajado codo con codo con empleados que ahora se jubilan. La Fundación me ha dado todo, es como una madre y también como una hija, porque he trabajado y me he esforzado en su crecimiento", dice emocionado.

En 1966 fueron los padres de Javier, Luis Arroyo y Amparo Martínez, quienes, bajo una profunda motivación religiosa, y en una época en la que apenas había recursos para las personas con discapacidad, fundaron la entidad a la que, siguiendo sus valores religiosos, pusieron el nombre de un Papa. La primera semilla de lo que es hoy la fundación fue el colegio de educación especial JUAN XXIII-Buenafuente, situado en el madrileño barrio de El Viso. Lo que empezó siendo un centro con apenas una decena de niños alberga, a día de hoy, a 70 alumnos con diferentes discapacidades severas. "Incluimos un programa de Transición a la Vida Adulta (TVA) que puede prolongar la fase educativa hasta los 21 años", señala.

Fomentar la inclusión laboral en la etapa adulta

Durante las primeras décadas, la fundación creció a medida que Luis y Amparo iban percibiendo las necesidades de estos jóvenes que, llegados a una etapa adulta, se encontraban con un gran obstáculo: "Después de la escolarización, se quedaba todo ahí, no había salidas. Mis padres empezaron con el centro ocupacional y luego con el Centro Especial de Empleo y el centro de día". Dependiendo de las características de la persona, se le deriva a uno u otro recurso. "En el centro de día están las personas con mayor grado de afectación y unas necesidades de apoyo más intensas. Se trata de un entorno más hospitalario y asistencial, enfocado al mantenimiento de las habilidades. En cambio, en el centro ocupacional tienen un menor grado de discapacidad y se tiende a empujarles más al empleo, aunque la filosofía de trabajo es bastante parecida", explica Arroyo.

Pero la verdadera "joya de la corona", como la define el director general de la Fundación Juan XIII, es el Centro Especial de Empleo, que proporciona un empleo de calidad a más de 400 personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, en situación de vulnerabilidad psicosocial. "Es lo más difícil porque, para generar puestos de trabajo, tienes que competir con la empresa ordinaria y para nosotros la actividad económica es un medio, no un fin, y eso lo hace muy complicado", explica Arroyo.

Tanto en el CEE como en el centro de día o el centro ocupacional es imprescindible que sientan que están siendo productivos y que haya una compensación económica

El objetivo del CEE es proporcionarles un empleo, ya sea en el propio centro de la entidad o en empresas ordinarias, a través de distintas fórmulas, (empleo con apoyo, enclave laboral...etc.). Además, por su trabajo, todos reciben una remuneración. Esto les permite tener una vida independiente y, además, mejora su autoestima. "Tanto en el centro de día y el centro ocupacional como en el CEE, es imprescindible que sientan que están siendo productivos y que haya una compensación económica", asegura Arroyo.

Además, proporcionan una oferta de empleo de calidad, ya que abarcan sectores que exigen una mayor cualificación: "Siempre hemos apostado por empleos de calidad, que sean demandados por la sociedad porque están bien remunerados, no como los servicios más básicos. La tecnología, los conocimientos y las inversiones funcionan como barreras competitivas y hacen que no cualquiera se pueda meter a ofrecer esos servicios".

En la Fundación Juan XXIII también proporcionan este servicio a aquellas personas con discapacidad intelectual de edad más avanzada, es lo que llaman ‘Juan Senior’: "Está demostrado que estas personas tienen un envejecimiento prematuro. Entonces, hay veces que la productividad se ve mermada con el avance de la edad, especialmente tratándose de trabajos muy manuales". De esta forma, más de una decena de personas siguen su desarrollo profesional en otros ámbitos y con mayores apoyos: "Pasan a hacer actividades más divulgativas, nos las ingeniamos para que esa productividad siga siendo razonable y que ellos sigan estando dentro de la organización".

Centro de formación de empleo pionero

Pese a los avances, las personas con discapacidad se enfrentan, en muchas ocasiones, a una gran barrera para acceder a un empleo cualificado: la falta de formación. Por esta razón, en 2009 la entidad creó un Centro de Formación para el Empleo, el primer centro gratuito en España autorizado para impartir certificados de profesionalidad para personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental. "Hay distintos cursos: cocina, logística, Atención al Cliente, jardinería, floristería… etc. que procuramos atiendan a posibles nichos de empleo", explica Arroyo.

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Javier Arroyo, director general de Fundación Juan XXIII, frente al Centro Especial de Empleo
JORGE PARÍS

Además, en un futuro muy próximo, darán un salto cualitativo y ampliarán las titulaciones de certificados de profesionalidad a la Formación Profesional (FP). "Hasta ahora no existe nada igual, es una carencia social. Nosotros lo vamos a adaptar con nuestros propios recursos porque hay jóvenes que podrían estar en la FP, pero si no tienen unos apoyos, no pueden y eso no puede ser. Se trata de tener ciertos apoyos en los textos, que sean más claros, pero sobre todo más paciencia. Nadie puede quedarse atrás. Las personas con vulnerabilidad psicosocial deben estar también ahí porque tienen no solamente derecho, sino que además se demuestra que, con esa formación, consiguen empleo, por lo que hay que romper ese círculo vicioso".

En definitiva, se trata de facilitar que estas personas logren tener una vida lo más autónoma posible, dentro de sus posibilidades. Algo que promueven desde la fundación, también, a través de la Oficina de Vida Independiente, un recurso de apoyo de la Comunidad de Madrid a la autonomía de las personas con discapacidad intelectual. "Proporcionamos apoyo a través de asistentes personales, por ejemplo, si necesitan ir al médico y no tienen ningún familiar con quien ir, o si están buscando recursos sociales para su vida autónoma", explica Arroyo.

Muchas veces, el desconocimiento es lo que causa rechazo y da miedo. Hace falta que se conozca y que la gente lo vea, estar abiertos

Entre las últimas incorporaciones a la cartera de servicios de la Fundación está la apertura, en 2021, de un Centro de Atención Temprana y Terapias Infantiles con el que abarcan la atención a la franja de 0-6 años y, por otro lado, un Centro de Salud y Bienestar Psicosocial, del que Arroyo dice "es una novedad porque es el primero de este tipo. Pretendemos llevárnoslo al centro de Madrid y ofrecer al público en general todo el conocimiento y los servicios que la Fundación tiene. Esperamos que esté abierto antes de que termine el año", explica Arroyo.

Prejuicios por desconocimiento

Tras casi seis décadas de trayectoria, Arroyo reconoce que "cada vez hay más apertura por parte de la sociedad, pero sigue habiendo bastantes prejuicios". "Si hablamos de un servicio de logística o de gestión documental, donde hacen falta programas tecnológicos avanzados e infraestructuras importantes, a las empresas les extraña mucho que lo puedan hacer las personas con discapacidad intelectual", comenta. Sin embargo, ante estas reticencias, en la Fundación Juan XXIII tienen un eficaz antídoto: "Les decimos que vengan aquí, que lo vean y, cuando lo hacen, salen maravillados".

Además, Arroyo asegura que, contar con multinacionales y clientes de primera línea ayuda a romper los prejuicios del resto de empresas y anima a que más se unan. "Muchas veces, el desconocimiento es lo que causa rechazo y da miedo. Hace falta que se conozca y que la gente lo vea, estar abiertos", afirma el director general de la entidad, quien anima también a "apostar por las tecnologías porque ayudan y no tiene por qué ser una barrera para las personas con discapacidad, sino lo contrario, un apoyo".

En su lucha por la inclusión social de las personas con discapacidad, la fundación realiza labores de concienciación en diferentes áreas. Una de sus iniciativas con mayor repercusión fue ‘Yo Soy Juan’, una campaña que lanzaron hace cuatro años. "Era una manera amiga de abrirnos a la diversidad y a la inclusión. Decir ‘Yo soy Juan’ era decir que todos somos iguales y necesitamos apoyos", explica. A esta iniciativa se sumaron personalidades como Paula Echevarría, Ricardo Gómez, Cayetana Guillén Cuervo, Ana Milán, Gemma Mengual, David Meca o Samantha Vallejo-Nágera, entre otras.

Un crecimiento basado en la dedicación

En la actualidad, la Fundación Juan XXIII cuenta con 750 empleados y un total de 3.000 usuarios. Pese a su ya avanzada edad, sus fundadores, Luis y Amparo, siguen visitando las instalaciones de la entidad casi todos los días, con la misma dedicación y entusiasmo que el primero. Una pasión que han transmitido a su hijo: "Es muy bonito porque las personas con discapacidad son muy agradecidas. No hace falta que te den las gracias, pero simplemente con su expresión de felicidad y alegría, te quieren devolver lo arropados que se sienten".

Son muchos los logros alcanzados hasta la fecha, pero en un futuro próximo la entidad tiene proyectos ambiciosos: "En los próximos 10 años, vamos a desarrollar, por un lado, un gran centro de Formación Profesional dual y adaptada, donde también habrá empleo y, por otro, haremos viviendas convivenciales, que funcionarán como residencias, pisos tutelados y pisos supervisados, pero con un formato más moderno". El objetivo, seguir dando una atención 360 grados, atendiendo a "todas las edades, todas las personas y todos los servicios".

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