El motivo por el que están poniendo luces rojas en las calles de las ciudades

  • Los estudios estiman que alrededor del 80% de la población mundial está expuesta a contaminación lumínica, que tiene graves consecuencias en la salud, además de afectar al resto de seres vivos.
Calle en Japón con numerosos luminosos de color rojo.
Calle en Japón con numerosos luminosos de color rojo.
Masashi Wakui. Pixabay
Calle en Japón con numerosos luminosos de color rojo.

Hay ciudades que están cambiando el color de sus farolas, del tradicional amarillo o blanco a un tono rojizo. Aunque podría parecer sacado de una película de terror, en realidad tiene una explicación científica y ecológica. En este artículo, revelaremos por qué está ocurriendo este fenómeno y los beneficios que aporta al medio ambiente y a la salud humana.

La contaminación lumínica generada por la iluminación artificial es una de las principales preocupaciones de las organizaciones de salud y de conservación del medio ambiente, ya que afecta negativamente a la biodiversidad, al clima y al ritmo circadiano de las personas.

Para reducir este impacto, algunas ciudades han optado por sustituir las bombillas tradicionales por otras de bajo consumo y de color rojo. Este tipo de luz tiene una longitud de onda más larga y menos energía que la luz blanca, por lo que produce menos deslumbramiento y menos interferencia con el cielo nocturno. Además, la luz roja tiene un efecto menos perjudicial sobre la melatonina y el sueño, ya que se asemeja más a la luz natural del atardecer.

Algunos ejemplos de ciudades que han adoptado esta medida son Tromsø y Trondheim en Noruega, Reykjavik en Islandia o Davis en California. Estas ciudades se encuentran en latitudes altas, donde las noches son muy largas en invierno y la oscuridad puede afectar al estado de ánimo de los habitantes. Con las luces rojas, se pretende crear un ambiente más apto, que favorezca el bienestar psicológico y social.

Luces más amigables para la fauna nocturna

En el año 2021, el municipio de Gladsaxe, ubicado a tan solo 13 kilómetros al norte de Copenhague, implementó un novedoso sistema de iluminación vial. Este sistema incluyó la incorporación de luces rojas en determinadas áreas de la ciudad, junto con las tradicionales luces amarillas, blancas y naranjas. El objetivo principal era considerar no solo a los ciudadanos, sino también a los animales que habitan en la zona. Esta iniciativa buscaba brindar una iluminación más adecuada y amigable para la vida silvestre local.

Y es que las luces rojas también tienen ventajas para la fauna y la flora, ya que respetan mejor los ciclos naturales de los seres vivos. Algunos estudios han demostrado que las luces blancas pueden atraer o repeler a los insectos, las aves o los murciélagos, alterando sus hábitos alimenticios, reproductivos o migratorios. Las luces rojas, en cambio, tienen un efecto más neutro y menos invasivo sobre estos animales.

En conclusión, las luces rojas en las calles de las ciudades son una forma de combatir la contaminación lumínica y sus consecuencias negativas para el planeta y las personas. Esta iniciativa innovadora y sostenible busca mejorar la calidad de vida urbana sin renunciar a una iluminación pública adecuada.

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