OPINIÓN

Resaca postboda

Tamara Falcó e Íñigo Onieva el pasado febrero. (Juan Naharro Giménez/Getty Images)
Tamara Falcó e Íñigo Onieva el pasado febrero.
Juan Naharro (GETTY
Tamara Falcó e Íñigo Onieva el pasado febrero. (Juan Naharro Giménez/Getty Images)

“Hasta que te casas las puedes hacer cuadradas, pero cuando te casas ahí estás”. Así de claro, entre el consejo y la advertencia, habló Manolo Falcó, padrino de la boda, en el discurso que pronunció durante la ceremonia dirigiéndose al novio Iñigo Onieva que llegaba al altar después de un camino de deslices, arrepentimientos y perdones, que a punto estuvieron de arruinar el enlace.

Pero como Dios aprieta, pero no ahoga y Tamara, la radiante novia, tiene una fe inquebrantable que mueve montañas, todo pudo arreglarse y saltando de obstáculo en obstáculo, después de la petición de mano, con la rocambolesca historia del anillo por medio, tras tres despedidas de soltero/soltera para cada uno de los contrayentes, llegó finalmente la preboda, la boda y el 'brunch' post boda.

Y ya los tenemos, recorriendo el mundo en su ajetreado viaje de novios y hojeando el ¡Hola! que en su último número les dedica la portada y cuarenta y cuatro páginas, aunque no todo está dicho ni muchísimo menos.

La próxima semana tendremos una segunda parte porque todavía queda mucho por contar y vender. Y esto no ha hecho más que empezar, porque para la pareja no todo van a ser vacaciones estos días, tendrán que trabajar, es decir, posar y fotografiarse para dar cuenta gráfica de lo felices que son por esas latitudes, y eso ya se sabe, conlleva, estilismo, maquillaje y el esfuerzo de sonreír a la cámara publicitando la feliz luna de miel.

Todo tiene un precio y este sin duda compensa.

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