Elecciones del 23J

¿Votaremos con la emoción o la razón?

Carteles electorales elecciones generales 2023
Carteles electorales para las elecciones generales de 2023
D.R/Canva
Carteles electorales elecciones generales 2023

Los seres humanos tenemos altas pretensiones sobre nuestra capacidad de razonar para todo, para negociar, para consumir, para decidir, también para votar... Lo cierto es que somos más reptiles de lo que pensamos y las decisiones importantes no están exentas de las luces y sombras de las emociones.

Los que diseñan, asesoran y ejecutan las campañas electorales de los políticos lo saben y, por ello, nada se improvisa. Todo está predeterminado para movilizar emociones, para proyectar una determinada imagen, para crear una marca orientada a la conquista de los ciudadanos.

De ahí los debates políticos, la preparación previa de cada gesto y palabra en los mitines o el diseño de los carteles electorales que inundan las calles de las ciudades.

Los votantes estamos saturados con información procedente de prensa escrita, televisión, radio e internet, rumores, entrevistas, noticias, fake news...

La psicología cognitiva determina que cuando nos enfrentamos a una cantidad ingente de información, las personas tendemos a simplificar nuestras decisiones. Por ello, dada la complejidad de la votación, no debe sorprendernos que los votantes tomemos atajos mentales para llegar a nuestra elección final.

No votamos racionalmente

Respecto a la parte verbal. El cerebro jamás lee, escucha, ni asimila los mensajes tal cual salieron del emisor sino que los decodifica en base a sus propios códigos; los interioriza y los guarda con su propio mapa de la realidad, en el que interfiere: la personalidad, ideas preconcebidas, prejuicios, educación, experiencia, cultura, recuerdos, conocimientos, deseos, intereses, preocupaciones... y un infinito etc.

Las zonas más primitivas de nuestro cerebro son las protagonistas durante una campaña electoral. Y para que estas regiones se mantengan activas es muy importante la sensación de poder, estabilidad, seguridad o competencia que transmitan los candidatos. 

Impresionar, seducir y persuadir, esa es la máxima en psicología política, porque es lo que le funciona a nuestro cerebro reptiliano.

Por tanto, la parte no verbal del comportamiento también ejerce su influencia y va ‘calando’ en nuestra percepción política sin que nos demos cuenta. Las investigaciones muestran que los votantes dependen profundamente de las apariencias al elegir el candidato al que votarán.

Por ejemplo, el reconocimiento de una expresión facial propia de un estado emocional momentáneo puede ser percibido como un rasgo de personalidad estable. Es decir, un candidato que exprese en su rostro, en un instante determinado, la emoción de miedo, se considerará por la audiencia como un político con personalidad temerosa, insegura o cobarde. Si un político sonríe mucho, se le 'adivinan' rasgos de personalidad estables positivos, como que se tratará de una persona feliz, afable y optimista.

Hasta la voz que tenga el político puede influir. Gregorio y Gallagher (2002) analizaron las frecuencias de voz de los candidatos en 19 debates televisados en las elecciones presidenciales americanas, encontrando cómo un candidato, a través de su frecuencia de voz, puede demostrar la dominación social dentro de un debate.

Cada gesto, cada mínimo detalle de su atuendo, cada palabra, cada postura, importa.

Según las estadísticas, en nuestro país las dos variables que más se imponen en las razones de voto son: la figura del candidato a presidente y la capacitación atribuida al candidato, por encima de otras alternativas propuestas como los datos objetivos de gestión del partido o la ideología. Aquí queda también queda bien reflejado el rol fundamental de las emociones,

Como conclusión, podemos decir que las primeras emociones e impresiones basadas en la apariencia son notablemente influyentes, difíciles de superar, inconscientes y además ocurren con asombrosa velocidad. El impacto de la emoción será especialmente importante sobre aquellos votantes que tengan un bajo nivel de información objetiva sobre los candidatos, siendo este grupo el más numeroso. Por tanto, aunque esté generalizada una cierta visión ingenuamente racionalista que cree que solo tomamos decisiones sofisticadas y racionales y que no estamos influidos por señales superficiales, la investigación sugiere lo contrario.

Alicia Martos
Psicóloga y divulgadora

Soy madre, psicóloga y experta en salud mental perinatal. Me confieso una apasionada de la comunicación no verbal y la escritura terapéutica. Publiqué un libro: 'Se hizo el silencio' (Ediciones Alfar). En instagram soy alicia.natalmente.

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