Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

Mientras los trabajadores de correos se esfuerzan en cumplir con los plazos para la entrega en tiempo y forma del voto por correo, mientras la polémica salpica a equipos directivos y se acusa de dejadez e incompetencia a los responsables que debían haber previsto la situación desde hace mucho tiempo, hay algo que nunca falla: la propaganda electoral en papel, ese chiste carísimo que muchos ciudadanos siguen recibiendo en el buzón cada vez que se acercan unas elecciones.

Trabajadores de correo: dejen la propaganda y lleven el voto. El gasto total en sobres, papel, papeletas marcadas y envíos ronda los ochenta millones de euros. Si uno piensa en el número de tonterías que hace a lo largo del año por el ahorro del papel; las bolsas, los envoltorios, las totebags o la fruta a granel para salvar el planeta, la propaganda electoral nos tiene que hacer abrir los ojos: una vez más, nos toman por idiotas. Un país en el que se recibe la propaganda electoral y no el voto por correo es una fiesta. Hay tiempo. No perdamos la esperanza.

Hay algo que nunca falla: la propaganda electoral en papel, ese chiste carísimo que muchos ciudadanos siguen recibiendo en el buzón cada vez que se acercan unas elecciones.

Después de haber ojeado los panfletos que han llegado a mi casa, su curiosa superficialidad, sus tópicos, sus colorines y frases baratas redactadas con un gusto dudoso, he realizado -como diría un concejal de cultura o cualquier profesor- un taller de papiroflexia y he entrado en la web del INE a pedir que no me lo manden más. Lo he hecho con el certificado electrónico, del que, quizá, podríamos hablar otro día en el que andemos propensos a la depresión.

Sumar envía la foto del Tinder de su candidata, con la mano en el cuello y un traje muy elegante. Dice lo del granito de arena, lo de hacer todo diferente, usa la palabra "cansado/a" y utiliza la frase “un país a favor en el que”. Suena raro. Sería mejor “un país a favor de que”. VOX manda la foto de su candidato con un perfil califal y un texto denso con palabras en negrita como derecho a la propiedad, seguridad, unidad, soberanía. El último párrafo va sin predicado y con una concordancia extraña. Es un sujeto muy largo: “Una España orgullosa, tranquila, dueña de su destino y en la que una casa, un trabajo estable y una familia no sea un sueño imposible”.

El PSOE ha quitado de su papel la cara del candidato. Apuesta por esa marca de letra roja con corazón que recuerda un poco a esas pegatinas que dicen I Love New York. No hay negritas, solo mayúsculas en rojo que dicen hasta cinco veces “España avanza”. En el segundo párrafo se pueden leer las terribles palabras: “pandemia, volcán, guerra, crisis energética e inflación”. ¿Excusa o contexto? La parte de atrás está en blanco.

El PP se presenta con un tímido “¿Tienes un momento?” que es una invitación clara a responder no y a seguir con la vida. Es el “¿te lo vas a perder?” de la política. Las palabras “sereno” y “sensato” aparecen a la altura del pelo de Feijóo que muestra una sonrisa contenida. El PP se ha gastado algo más de dinero en colocar una serie de principios o prioridades en la parte trasera del papel. Un decálogo, claro. Muy original. Papelotes. Papel mojado. Gasto. Palabras, palabras, palabras. Hasta nunca.