Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Se ha escrito un crimen: los años pasan, la temeraria curiosidad de Jessica Fletcher permanece

Jessica Fletcher con su cara de susto.
Jessica Fletcher con su cara de susto.
CBS
Jessica Fletcher con su cara de susto.

¿Quiere un té? ¿Gusta un café? ¿Una magdalena? Jessica Fletcher iba pegada a un termo gigante en Se ha escrito un crimen. Así la serie conseguía crear una aureola de entrañable hospitalidad en torno a una protagonista que allá donde pisaba alguien acababa fiambre.

Las creadores de la ficción, Richard Levinson y William Link, habían aprendido de un fracaso anterior, Ellery Queen (1975). Se trataba de una ficción que también buscaba que la audiencia jugara desde casa a destapar un misterio. La diferencia: lo hacía de forma literal y compleja, pues al final de cada capítulo se daba unos segundos al público para que intentara acertar el desenlace. La televisión interactiva en tiempos analógicos.

El concepto llegó demasiado pronto. Pero sentó las bases de la fórmula del éxito de Murder, She Wrote, que estaba en su gran sencillez. El espectador sabía lo que se iba a encontrar en cada episodio. Había que aguantar hasta el final para ver a Fletcher resolviendo el misterio en cuatro rápidas frases. Aunque cómo se perpetró el crimen no era lo más relevante: la trama se asentaba en un lúdico y culebronesco retrato de las circunstancias sociales y personales que rodeaban al siniestro.

Jessica Fletcher suministrando café
Jessica Fletcher suministrando café
CBS

El papel de Fletcher fue rechazado por Jane Stapleton y Doris Day. Después, el proyecto fue a parar a Angela Lansbury, que aceptó el reto tras una sobresaliente trayectoria (con personajes como la Señorita Price de La bruja novata, Salomé Otterbourne en Muerte en el Nilo o la Señora Lovett de Sweeney Todd). En la decisión, ayudó que la actriz tenía ganas de descansar de su intenso paso por Broadway y que la tele se pagaba muy bien. De hecho, se hizo con el cargo de productora ejecutiva.

Lansbury dotó de proximidad a un personaje de Fletcher que corría el peligro de pasarse de repelente. Pero con su interpretación le convirtió en una reconocible mujer que representaba a ese tía-abuela que es habitual en cada familia: responsable, conservadora, cándida pero muy cotilla y capaz de ridiculizar a la policía o lo que se tercie. Le dio un chute de empatía que ayudó a que la serie conectara con las grandes audiencias. Incluso cuatro décadas después, ahora que se programa en formato maratón los martes noche en La 2 de TVE.

La ficción, de capítulos autoconclusivos, aguantó con su periodicidad semanal de 1984 a 1996. Fue cancelada por un evidente desgaste fruto de su veteranía (12 años en emisión). Bajón de audiencias que se acrecentó cuando la CBS decidió cambiar su horario a la noche del jueves, frente a la refulgente Friends en NBC. Se ha escrito un crimen vivió su propio asesinato perfecto, pues entonces frente a la sitcom nada había que hacer. El sueño americano de los clubs y ranchos de Jessica daba paso a otro sueño norteamericano, el de la pandilla de amigos neoyorquinos que creen que se van a comer el mundo y se empiezan a percatar que es más fácil que el mundo les coma a ellos.   

La escritora Jessica Fletcher cerraba un ciclo, aunque Se ha escrito un crimen resucitó en formato telefilme en diversas ocasiones y sus capítulos calaron tanto en la memoria que siguen siendo un reclamo para el catálogo de cadenas de televisión y plataformas, dentro y fuera de Estados Unidos. Porque la estructura de la ficción de CBS sigue estando en buena forma casi 40 años después de su estreno: la emoción de desmontar un misterio a través de la temeraria curiosidad de las yayas.

Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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