En una clara apuesta por la renovación y el futuro, sin dejar de mirar al pasado para que sirva como inspiración, Televisión Española está ofreciendo en los últimos tiempos algunos de los mejores formatos de la caja tonta.

Dejando a un lado el éxito de Eurovisión, su reestructuración y el gran acierto que fue recuperar y revitalizar una marca como el Festival de Benidorm, el regreso del Grand Prix a la tele ha sido un auténtico regalo para los nuevos y los nostálgicos.

Las audiencias que el programa cosechó anoche en su estreno, hablan por sí solas.

El interés por el programa no paró de crecer en todo momento llegando a superar un casi inaudito 30% de espectadores pegados al televisor.

Felicidad colectiva que traspasó la pantalla

En las redes sociales, anoche no se hablaba de otra cosa: amigos, conocidos, gente de todas las edades comentaban el programa en Twitter, o como quiera que se vaya a llamar de aquí en adelante. La nostalgia, los recuerdos de los veranos en el pueblo y la adaptación del programa para cautivar a nuevos públicos con personajes como Cristinini o un T-Rex divertidísimo hicieron que el formato fuese un éxito que traspasó la pantalla. En el mundo virtual, que apenas iniciaba su extensión cuando el Grand Prix comenzó su primera temporada, los internautas daban las gracias por la recuperación del formato porque volvían a sentirse niños otra vez. 

Si me tengo que quedar con uno de los momentazos que nos regaló el programa, sin duda, sería este. No hay nada como un buen anónimo regalándonos frescura y naturalidad en la tele:

Otro de los grandes éxitos es la vaquilla que, lejos de ser mareada y maltratada ahora, gracias a la concienciación con el maltrato animal, se ha convertido en un auténtico símbolo del divertimento.

Incluso los propios trabajadores del programa se rinden ante el formato y María Fernanda, la vaquilla que corre, rema y anda. Peluches, funkos... ¡Ojalá de todo!

Gracias Ibai Llanos. Larga vida al Grand Prix y al divertimento blanco y en familia.