![Sumar mueve su pieza.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2023/07/27/pexels-tima-miroshnichenko-6693148.jpeg)
Hace mucho tiempo que la izquierda española va por delante en estrategia. Parece evidente que lleva las piezas blancas en el tablero del ajedrez político de las últimas décadas. Si ponemos el punto de partida en los movimientos surgidos a raíz del 15-M del año 2011, se puede tener una perspectiva clara de cómo se han movido las fuerzas políticas en este periodo. Más allá de los poderes que están por encima de lo político y en los que siempre hay que fijarse, hay una serie de movimientos que no conviene olvidar.
Apareció Podemos con su mensaje intenso y rompedor. Recogió el descontento de los movimientos del 15-M y trató de asaltar los cielos. Tuvo sus logros y sus éxitos en comicios autonómicos y municipales, pero, cuando quiso entrar en el Gobierno, no pudo en un primer momento. La reacción de los contrarios fue intensa, el escándalo de los que no piensan como tú es una de las mayores formas de movilización en España.
La reacción de los contrarios fue intensa, el escándalo de los que no piensan como tú es una de las mayores formas de movilización en España.
Tras una repetición electoral, Podemos pasó el corte y pudo pisar moqueta. El escándalo era, quizá, más bajo y la reacción se había mitigado. El desgaste, sin embargo, siempre se ceba en los socios minoritarios y los de Pablo Iglesias pagaron muy caros los errores del Gobierno. Apareció Sumar como una herramienta bien engrasada, con un maquillaje cuidado y un discurso matizado, menos radical, en el que el lenguaje se cuidaba más y donde su líder, Yolanda Díaz, pese a su ideología cercana al comunismo, no producía el escándalo que en su día trajo Iglesias. El segundo partido de la izquierda, capaz de movilizar treinta escaños cumplió sin alardes la tarea encomendada. La duda es si ahora camina hacia la intrascendencia o hacia la consolidación.
Si miramos a la derecha, parece que imita con años de retraso el recorrido de la izquierda y lo hace, además, con serios problemas para que la segunda fuerza del bloque encuentre un espacio de legitimación con un discurso menos radical y que movilice menos a sus detractores. VOX es un arma de doble filo, ya que tiene la curiosa capacidad de la autodestrucción. No se atisba un VOX aligerado de equipaje ideológico en el panorama político español. Nadie lo quiere y parece que, sobre todo, no lo quiere su oposición.
Si el camino es la vuelta al bipartidismo, la derecha tiene alguna opción de adelantar en esta carrera estratégica y llegar primera a una meta que todavía no sabe dónde está. Eso pasa por el derrumbe de Sumar, algo que no parece sencillo en este momento. Si, por el contrario, Sumar ha llegado para quedarse y VOX consigue permanece, la derecha necesita un replanteamiento estratégico si no quiere ser intrascendente durante una buena temporada.
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