Terror, ansiedad o efecto llamada: ¿Puede el 'true crime' afectar a la salud mental?

'Making a Murderer' y 'The Jinx', dos éxitos del true crime.
'Making a Murderer' y 'The Jinx', dos éxitos del true crime.
Cinemanía
'Making a Murderer' y 'The Jinx', dos éxitos del true crime.

El 'true crime' fascina. Los documentales basados en crímenes reales están pegando fuerte en España y el resto del mundo. En nuestro país Crims, de Carles Porta, se ha convertido en todo un fenómeno que aglutina millones de seguidores. Pero no es el único programa de televisión que lo ha conseguido. L'hora Fosca, Equipo de Investigación o los especiales de algunas plataformas como El caso Wanninkhof-Carabantes, Lo que la verdad esconde: Caso Asunta, Muerte en León... ya forman parte de los espacios de más audiencia en nuestro país. Aunque este fenómeno no arrasa solo como formato audiovisual, los pódcast sobre crímenes también se han convertido en cabecera para muchos. Pero ¿puede el true crime producir un efecto llamada? ¿Afecta a la salud mental? ¿Se puede sentir terror o ansiedad tras ver este tipo de contenidos?

"Ocasionalmente, se conoce que algunos niños y jóvenes con psicología frágil pueden haber seguido algún ejemplo de imitación, pero no es un fenómeno que se dé de manera masiva", señala Vicente Garrido, catedrático acreditado de Criminología en la Universidad de Valencia y autor de True Crime: la fascinación del mal. Garrido, una de las autoridades más reconocidas en el ámbito de la criminología violenta y habitual de documentales sobre asesinatos, asegura que no conoce "casos de efecto llamada por ver este tipo de contenidos". Además añade jocoso que "como todo en la vida, si uno se engancha a algo y lo consume de manera desproporcionada puede dañar su salud mental, pero pasa lo mismo si te ves un montón de horas Sálvame". 

En palabras de Jorge Jiménez Serrano, psicólogo criminalista y director de School Crime Science of Evidentia University, "el principal efecto de estos formatos es que hace a la gente más experta en el ámbito de la investigación policial y por tanto más complicada de detener para la Policía". El especialista da la vuelta a la teoría y asegura que "estos programas enseñan cómo actúan los criminales y cómo actúa la Policía, por lo que alguien que cometa en el futuro un crimen tiene más conocimiento de cómo realizarlo de una forma más profesional. Series como CSI hacen que a la Policía les sea más complicado dar con el autor de un crimen".

"Estar viendo continuamente series donde se mata y asesina puede hacer que la persona normalice este hecho"

Pero la crónica negra no solo cala hondo en los espectadores españoles. En Asia, han sonado todas las alarmas después de algunos crímenes imitando casos contados en televisión. El pasado mayo, una joven de 23 años confesaba haber matado y descuartizado a su víctima por estar obsesionada con las series de crímenes. Jung Yoo-jeong troceó y escondió parte de los restos de su víctima en varias maletas que lanzó a un bosque cercano al río Nakdong, en las inmediaciones de Busan, Corea del Sur. Una vez fue arrestada dijo que quería experimentar lo que se siente al matar a alguien. Lo hizo por curiosidad. El debate sobre la influencia de estos contenidos en la salud mental estaba sobre la mesa. 

Garrido despeja toda duda sobre el asunto: "Si abusas de programas donde aparecen muertos, víctimas... claro que te puede afectar desde el punto de vista de la ansiedad y el estado de ánimo con tendencias a la depresión, pero más allá de esto no creo en absoluto que suponga ningún problema de salud mental visto en condiciones y dosis normales". 

Jiménez Serrano, por su parte, cree que visionar estos contenidos con frecuencia "no genera tanto un efecto llamada sino que desensibiliza al espectador, lo habitúa al mal al delito", y añade que "estar viendo continuamente series donde se mata y asesina puede hacer que la persona normalice este hecho, por tanto la violencia, el daño, el asesinato y crimen se vuelven más parte de nuestras vidas".

Terror y ansiedad

Más allá del efecto espejo, Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, explica en la web de la institución que "sentir terror constante o ansiedad; vivir en un estado de alerta persistente; sufrir miedo dentro de casa; tener la percepción de amenazas sin motivos; visualizar recurrentemente escenas de crímenes que hemos visto o salir menos son algunos de los signos de alarma ante un consumo excesivo de true crime".

"Hay estudios interesantes que prueban que lo que de verdad afecta a la salud mental es ver noticias todos los días, porque es absolutamente deprimente", sentencia, por su parte, Garrido. Jiménez Serrano, por su parte, apunta a que "cualquier persona en determinada circunstancia, como respuesta a una determinada situación, puede convertirse en un asesino. Todos tenemos capacidad para hacer el bien, pero también para hacer el mal".

Por detrás de la comedia

Históricamente, han sido muchos los contenidos audiovisuales que han podido servir de ejemplo a asesinos, incluidos los de ficción. Según los datos del estudio TGI Global Quick View de Kantar, realizado sobre usuarios de vídeo en más de 35 mercados de todo el mundo, el género true crime ya es el segundo preferido por los espectadores detrás de la comedia. "A las personas nos inquieta lo desconocido y lo amenazante. Algunas personas encuentran una falsa sensación de control y de seguridad exponiéndose a información detallada de todo aquello aterrador y extraño", explica Cabero.

"El crimen fascina porque nos afecta desde el punto de vista de la supervivencia"

En palabras de Marc Balcells, profesor del grado de Criminología de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, "a la seguridad se suma la esperanza del espectador de que la historia tenga un final donde triunfe el bien sobre el mal, tenemos la creencia de un mundo justo y queremos finales felices. Esa necesidad de reafirmación nos engancha". 

Según Garrido, "el crimen fascina porque nos afecta desde el punto de vista de la supervivencia. El crimen y la violencia aparecen en la historia de la literatura desde sus comienzos, en La Ilíada, La Odisea... y todo aquello que encierra mensajes, discusiones, análisis, descripciones que pueden servirnos, aunque sea de manera vicaria, para preocuparnos por nuestra seguridad y la de los que queremos es atractivo". 

"Lo malo, lo prohibido, lo que poca gente se atreve a hacer nos genera rechazo, pero también cierta fascinación porque no está al alcance de todos", dice Jiménez Serrano. "El crimen es un ejemplo de esta repulsión, pero a la vez morbosidad que sentimos. Algunas veces nos vemos reflejados en las víctimas y otras veces también en los asesinos", concluye.

Más allá del true crime, han sido varias las series, películas o libros que han inspirado a asesinos para cometer sus crímenes. En España, el crimen de Can Amat, en Barcelona, fue muy sonado por el tratamiento de las cadáveres. Un hombre mataba a su hermano y su pareja, que estaba embarazada, y descuartizaba los cuerpos al más puro estilo Dexter. Todo esto ayudado por su novia. Después, los guardaba en un congelador del hogar familiar. "Se sabe que un sujeto, después de ver Asesinos Natos, actuó de manera criminal. Ha habido imitadores siempre pero no se puede hablar de imitación en el sentido sociológico, como algo habitual", comenta Garrido. 

Pistas y colaboración ciudadana

Lo cierto es que, en alguna ocasión, este tipo de formato audiovisual también ha servido a la Policía para avanzar en ciertos casos que se habían quedado enquistados. El año pasado, desde Crims conseguían descubrir la identidad de una mujer que había muerto en Port Bou. Hacía 30 años que se desconocía su identidad. "No es habitual que se resuelvan casos a través de la investigación para realizar un true crime", explica Garrido, que añade que "ha habido alguno, por ejemplo el de El Gafe (The Jinx).

En otras ocasiones los seguidores de true crime han propiciado llamar la atención sobre nuevas pruebas y han impulsado la investigación", señala, pero asegura que es algo más propio en Estados Unidos. "Allí hay una relación mucho más directa público-policía que ha servido para impulsar y sacar a la luz la relevancia de volver sobre casos antiguos y ha ayudado de manera relevante". 

Redactora '20minutos'

Licenciada en Periodismo por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y Técnico Superior en Desarrollo de Aplicaciones Informáticas. He desarrollado mi vida laboral a caballo entre la última hora digital y el periodismo local para distintos medios de prensa escrita. Entré a formar parte de la mesa digital de 20 Minutos en junio de 2023, desde donde elaboro reportajes y artículos de actualidad. Me gusta escribir sobre temas humanos y sucesos.

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