OPINIÓN

Puigdemont inclina la balanza

Un niño observa la intervención telemática de Puigdemont en el mitin central de Junts para el 23-J.
Un niño observa la intervención telemática de Puigdemont en el mitin central de Junts para el 23-J.
Europa Press
Un niño observa la intervención telemática de Puigdemont en el mitin central de Junts para el 23-J.

Cuando creía que nada me sorprendería en política, se celebran unas elecciones y la llave de gobierno la tiene Puigdemont. Un prófugo de la justicia que huyó de España en un maletero después de declarar la independencia de Cataluña, y luego suspenderla, se erige en juez del próximo gobierno de España. Ver para creer. Mi estupefacción sobre lo acaecido llega por diferentes flancos. Empiezo:

Uno. Que el expresident, al que dábamos por amortizado, regrese a la primera línea nacional y sea recibido bajo palio después de seis años huido, clama el cielo. Que Puigdemont se permita el lujo de tachar a uno de los candidatos a presidente del Gobierno de "mentiroso" e "incumplidor", y este mire para otro lado mientras persigue un trato con él, clama el cielo aún más.

Dos. Que se busquen acuerdos con EH Bildu, viniendo de dónde procede esta formación causa estupefacción. Que esta formación 'abertzale' dé por hecho públicamente que apoyará la investidura de un candidato y que ya nadie en España lo cuestione, me deja más estupefacta aún.

Tres. Que tras el 23J se desate una guerra por el relato sobre quién ha ganado los comicios como si el electorado no fuera capaz de discernir el resultado, realizar una simple suma y deducir qué formación tiene más escaños es sorprendente. Que haya ciudadanos que compren este discurso lo es aún más.

Cuatro. Que PP y PSOE, que suman 258 diputados y que tienen más en común entre ellos que con cualesquiera de sus extremos, no sean capaces de alcanzar un pacto es asombroso. Que se anteponga a este acuerdo impulsar la condonación a Cataluña una deuda de 70.000 millones de euros, que salen de los bolsillos de todos los españoles, lo es aún más y encima me cabrea.

Cinco. Que la alternativa a todo esto sean unas nuevas elecciones en aras a que el electorado deshaga un entuerto que nuestros representantes han sido incapaces de solventar es lamentable. Que no haya nuevos comicios y sean Bildu y Puigdemont los que inclinen la balanza, lo es aún más. Un estudio reciente apunta que la mayoría de los ciudadanos ve positivo un pacto PP Y PSOE. Normal. Sería deseable que ambas formaciones conformaran una gran coalición capaz de emprender una serie de reformas necesarias para el país, entre ellas cambiar la ley electoral de manera que se estipule una segunda vuelta tras los comicios en el caso de que no hubiera una mayoría clara. Sería imprescindible además aprobar un acuerdo de financiación autonómica para propiciar un equilibrio territorial real en España, en lugar de diseñarlo a la carta de unos pocos.

Y, por último, e igualmente importante, que se alcancen varios pactos de estado: por las pensiones, justicia, educación, sanidad y el agua, por supuesto. A partir de ahí, convocar nuevas elecciones y Dios dirá. De lo contrario, nos toca esperar a ver qué dice Puigdemont señor@s.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento