La verdadera inclusión de todos nuestros campeones

"En el instituto se metían mucho conmigo, después pasé a un centro de Educación Especial y allí ya mucho mejor", explica Sergio Olmos, actor de 'Campeonex', que se estrena este viernes. Es un triste denominador común para muchas personas con discapacidad, especialmente para aquellas con discapacidad intelectual, el acoso escolar en la educación ordinaria. 

El acoso al diferente se ceba en los más frágiles y evidencia las carencias de un sistema incapaz de guardarlos como merecen. Un sistema que va mejorando, cuyos profesionales van tomando conciencia, pero que aún está muy lejos de poder procurar el bienestar emocional y facilitar las herramientas necesarias para que aquellos que más apoyos precisan, todos nuestros campeones, estén incluidos como corresponde y que alcancen su máximo potencial.

Teresa Valencia, del acoso escolar por tener discapacidad a trabajar feliz: "Irme a un colegio especial me cambió la vida"

Estamos a menos de un mes de comenzar un nuevo curso escolar, el primero en el que la LOMLOE, la llamada 'Ley Celáa', entra en vigor poniendo en entredicho a los centros de Educación Especial, auténticos salvavidas para miles de chavales con discapacidad y sus familias que es obligado defender. 

El 80% de los alumnos con discapacidad ha sufrido acoso en algún momento de su etapa escolar. En la educación ordinaria, este porcentaje asciende hasta el 92,9%. En Especial es apenas un 2,6%. A esa realidad están expuestos más de 200.000 alumnos cada año en nuestro país, que a diario se encuentran frente a la falta de recursos sistémicos y a profesionales carentes de conocimientos, tiempo y recursos para ayudarles, mientras otros más arriba ideologizan y les convierten en instrumentos experimentales de sus posicionamientos y estrategias. 

La verdadera inclusión de todos nuestros campeones pasa por darles lo que realmente necesitan, en el entorno más seguro y enriquecedor para ellos, entendiendo la enorme diversidad de la discapacidad y que no existe una fórmula única; las prisas son imposibles y tampoco se pueden primar los intereses de ciertas discapacidades por encima de los de otras, precisamente las más necesitadas de protección. 

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