OPINIÓN

Entre Puigdemont y Sancho

Carles Puigdemont, líder de Junts
Europa Press

Comienza la legislatura y, aunque parecía imposible, se vislumbra aún más incierta que la que acabamos de enterrar. La amenaza de unas nuevas elecciones más pronto que tarde es manifiesta e independientemente de si se conforma un gobierno de izquierdas o de derechas, la inestabilidad que se vaticina en el parlamento es palpable.

Media España de vacaciones y casi toda pendiente de Puigdemont. Un prófugo de la justicia, que salió huyendo a refugiarse a Bruselas y quien, paradojas del destino, en lugar de ser perseguido para ser sentado ante un tribunal, está siendo buscado para extenderle un cheque en blanco en el que pueda incluir su retahíla de peticiones como premisa para el apoyo de una lánguida investidura.

Lejos de amedrentarse, el líder de Junts saca pecho, se expresa a golpe de tuit y mantiene la incógnita sobre su decisión hasta el final. Ver para creer, que diría Santo Tomás.

Y mientras la presidencia se ha convertido en una especie de subasta al mejor postor, con posibilidades de todos los colores, el españolito de a pie se ha empeñado este año hasta los dientes para irse de vacaciones. Este mes de junio, se ha endeudado en 11.240 millones de euros más que en mayo. Se trata del mayor incremento registrado del crédito al consumo en un mes de junio. No me extraña esta situación, teniendo en cuenta la subida de hipotecas, alimentos, energía y demás.

Pese a este contexto económico de inflación y subida de tipos de interés, no he oído ni una sola propuesta en estos días de los partidos políticos encaminada a aliviar la delicada situación por la que atraviesa el ciudadano español. Hagan memoria y lo comprobarán.

Y en tanto esperamos el veredicto de Puigdemont y en qué se traduce nuestro porvenir, España está pendiente de las noticias que llegan de Tailandia sobre el joven Sancho, a quien se le investiga por un terrible crimen y quien se enfrenta a una posible petición de pena de muerte. No soy partidaria de la pena capital, pero tampoco de victimizar a quien ha tenido la sangre fría de urdir una muerte de este tipo. Dicho esto, me solidarizo con la familia del cocinero y, por su puesto, con la de la víctima. Menos mal que la selección de fútbol femenina nos ha venido este fin de semana a traer un soplo de aire fresco. Mi más sincera enhorabuena para las féminas. Nos vemos el día 20 en la final.

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