Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Probador de montañas rusas de emociones

Un grupo de emociones comienza una caída intensa.
Un grupo de emociones comienza una caída intensa.
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Un grupo de emociones comienza una caída intensa.

Me he apuntado a una oferta de empleo para ser probador de montañas rusas. Sinceramente, creo que reúno las condiciones que se piden. El trabajo no me pillaría demasiado lejos de casa y podría compatibilizarlo con el resto de ocupaciones que tengo. En la carta de motivación he explicado que tengo mucha experiencia en subidas y bajadas y que dispongo de una cierta capacidad para transmitir las sensaciones de incertidumbre, plenitud y euforia.

Veo que ya se superan los dos mil candidatos inscritos en la oferta. Cuando me apunté iban por el mil cuatrocientos. Lo voy a tener complicado, pero utilicé mi verbo con intensidad en la candidatura y no voy a perder la esperanza. Durante el proceso, he reflexionado sobre la expresión “montaña rusa de emociones” que cada vez se hace más presente en nuestras conversaciones y que, por supuesto, es insoportable. El ser humano es temperamental, emocional y subjetivo y tiene la capacidad de pasar por muchos estados de ánimo durante poco tiempo. Eso ya lo sabíamos, pero ahora le hemos puesto un nombre, una metáfora tonta que ha hecho fortuna y ahora, como suele pasar, es el momento de las cacatúas.

Acabamos de dejar atrás una montaña rusa de emociones muy intensa: la de Amaral en el Sonorama. El ojo de Sauron de la información se centra en ello, todo el que quiere se coloca en la fila y el viaje en la montaña rusa emocional comienza. Subidas, bajadas, tirabuzones, sacacorchos, caídas y velocidad. Las emociones mandan y la razón se queda abajo junto a la mochila y el móvil, para que no se nos caiga durante un bucle y ya no podamos encontrarla más.

La vida es eso que pasa desde la zona de confort -zona de alcanfor- a la montaña rusa de emociones.

Los partidos de fútbol, los debates políticos, los concursos de la tele con su croqueta, su rosco o su pedante longevidad, los programas del corazón, Alcaraz, Nadal y la siesta nacional, el parto y el postparto de una presentadora, la carrera de Fernando Alonso, el escrutinio electoral en Ceuta y muchos otros asuntos sirven -lo compruebo en el famoso buscador de la red- para invocar a la metáfora hortera de la montaña rusa de emociones.

La vida es eso que pasa desde la zona de confort -zona de alcanfor- a la montaña rusa de emociones. No paramos de decir tonterías. Qué paciencia, madre mía. El mundo es muy entretenido. Les mantendré informados. Si no me eligen como probador de montañas rusas de verdad, les aseguro que seguiré probando las montañas rusas de emociones, que no son lo mismo, pero dan mucho juego. .

Juan Luis Saldaña
Periodista y escritor

Colecciono coca colas falsas en lata y hago fotos a las bolsas de plástico en los árboles. He publicado libros de poemas y relatos. Mi última novela es "Hilo musical para una piscifactoría". Se llevó al cine bajo el título de "Miau". He sido redactor en prensa, presentador en tele y radio y ahora me piden que opine. Licenciado en derecho, MBA, máster en periodismo y doctor en comunicación e información. He tenido una agencia de marketing, alguna experiencia de éxito en comercio electrónico y doy clases en algún máster sobre esto.

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