En imágenes

Guerra, amor y rehabilitación: soldados ucranianos que quedaron ciegos enfrentan la batalla de ser independientes

  • Denys Abdulin, Ivan Soroka y Oleksandr Zhylchenko son tres exsoldados que asisten al campamento Modern Sight.
  • Hay una lista de espera de 30 personas para el próximo campamento organizado por la ONG. 
Vlada Ryabets junto a su prometido Ivan Soroka, veterano ciego de 27 años, en el centro de rehabilitación.
Vlada Ryabets junto a su prometido Ivan Soroka, veterano ciego de 27 años, en el centro de rehabilitación.
AP Photo/Jae C. Hong
Vlada Ryabets junto a su prometido Ivan Soroka, veterano ciego de 27 años, en el centro de rehabilitación.

A lo largo de una bulliciosa calle de una ciudad del oeste de Ucrania, Denys Abdulin da sus primeros pasos de manera independiente desde que resultó gravemente herido y quedó ciego mientras luchaba contra las fuerzas invasoras rusas hace más de un año.

El exsoldado de 34 años, con gafas negras y un bastón blanco para guiarse, sube a un tramo de acera más concurrido. Sus movimientos se vuelven tentativos y tensos. Entorpece sin querer el camino de una mujer que se acerca a un cajero automático para retirar efectivo. Como otros muchos peatones, ella responde con una sonrisa compasiva y amablemente se hace a un lado. Poco a poco, Abdulin recorre 600 metros guiado por un entrenador que camina delante de él con un brazalete de campanillas de metal.

Otros cinco veteranos militares ucranianos han superado desafíos similares mientras asistían a un campamento de rehabilitación para exsoldados que perdieron la vista en combate. A lo largo de varias semanas, aprendieron a moverse por la ciudad de Rivne, a preparar sus propias comidas y a utilizar el transporte público por sí solos. Tareas diarias que antes realizaban sin pensar ahora exigen concentración, fuerza y dedicación. "Todo el mundo paga un precio por la libertad en Ucrania", dice Abdulin, que pasó meses confinado en una cama de hospital y rara vez se quita las gafas oscuras.

Denys Abdulin camina junto a su hijo, Vadym, en el centro de rehabilitación.
Denys Abdulin camina junto a su hijo, Vadym, en el centro de rehabilitación.
AP Photo/Jae C. Hong

La guerra que se desató en Ucrania después de que Rusia la invadiera el 24 de febrero de 2022 ha dejado decenas de miles de combatientes muertos en ambos bandos. Muchísimos más, tanto militares como civiles ucranianos que tomaron las armas para defender a su país, han quedado mutilados o han sufrido otras lesiones que han cambiado sus vidas para siempre.

Aún no hay estadísticas sobre cuántos miembros del servicio han perdido la vista debido a las heridas sufridas en la guerra, según Olesia Perepechenko, directora ejecutiva de Modern Sight, la organización no gubernamental que organiza el campamento. No obstante, las peticiones para acceder el programa crecen a medida que la guerra se acerca a la marca de un año y medio.

Oleksandr Zhylchenko e Ivan Soroka en un autobús, aprender a usar el transporte público forma parte de su entrenamiento en el centro de rehabilitación.
Oleksandr Zhylchenko e Ivan Soroka en un autobús, aprender a usar el transporte público forma parte de su entrenamiento en el centro de rehabilitación.
AP Photo/Jae C. Hong

A lo largo de varias semanas, los veteranos, acompañados por sus familias, residen en un centro de rehabilitación en las afueras de Rivne. La mayoría recibe aquí sus primeros bastones, da sus primeros paseos por entornos urbanos y naturales sin asistencia, y aprende a operar programas basados en sonidos para utilizar móviles y computadoras.

“Nuestro objetivo no es reentrenarlos, no es cambiarlos, sino simplemente darles una oportunidad de volverse independientes y autosuficientes”, afirma Perepechenko, que también es ciega.

Oleksandr Zhylchenko y Denys Abdulin aprendiendo a usar un cuchillo de cocina.
Oleksandr Zhylchenko y Denys Abdulin aprendiendo a usar un cuchillo de cocina.
AP Photo/Jae C. Hong

Abdulin se unió voluntariamente a las fuerzas armadas cuando Rusia invadió Ucrania hace casi 18 meses. Completar la caminata de 600 metros marcó una nueva fase en su recuperación tras las heridas que sufrió cuando una mina estalló unos metros detrás de él en Sieverodontesk, una ciudad del este de Ucrania ahora ocupada por los rusos.

“Sentí que me salía una llama de los ojos”, recuerda sobre ese día de mayo de 2022. “Inmediatamente me di cuenta de que había perdido mis ojos. Esperaba de todo, pero volverme ciego, ni siquiera podía imaginarlo”, continuó Abdulin. “Pensé que podía perder un brazo o una pierna, y no quería morir en absoluto. Jamás pensé que quedaría ciego. Por eso, al principio fue muy difícil”.

Pensé que podía perder un brazo o una pierna. Jamás pensé que quedaría ciego. Por eso, al principio fue muy difícil

Lista de espera para entrar en Modern Sight

En 2014, cuando Rusia se anexó la península de Crimea ilegalmente y se desató un conflicto armado en la región ucraniana del Donbás, Perepechenko anheló estar en el frente para colaborar de alguna manera. Su solicitud para unirse al ejército fue rechazada, por lo que decidió emprender una nueva misión: ayudar a los soldados que perdieron la vista a recuperar un sentido de autonomía.

El entrenador Vasyl Hoshovskyi coloca su mano sobre la de Denys Abdulin para ayudarle a memorizar la ruta que seguirá por las calles de Rivne.
El entrenador Vasyl Hoshovskyi coloca su mano sobre la de Denys Abdulin para ayudarle a memorizar la ruta que seguirá por las calles de Rivne.
AP Photo/Jae C. Hong

Modern Sight llevó a cabo su primer campamento de rehabilitación en 2019, y desde entonces ha organizado unos 10 más. No obstante, sólo dos campamentos han tenido lugar durante la guerra. Aunque hay una lista de espera de 30 personas para la próxima sesión, el principal obstáculo de la organización sin fines de lucro es la financiación: realizar cada campamento cuesta unos 15.000 euros (16.400 dólares).

Abdulin pasó casi un año en tratamiento por sus heridas, que incluyeron una mandíbula destrozada por la metralla que también le robó la visión y lo dejó con problemas respiratorios y de equilibrio. Su esposa, Olesia Abdulina, regresó con sus dos hijos de Lituania, donde los tres buscaron refugio tras la invasión rusa.

“Sus ojos todavía estaban muy hinchados, con vendajes sobre ellos, cubiertos con almohadillas de algodón”, recuerda Abdulina respecto al reencuentro con su esposo en el hospital por primera vez tras meses de separación. “Lo principal es que estás vivo”, dijo que respondió cuando él le informó que nunca volvería a ver.

Durante los meses siguientes, ella lo alimentó con cuchara y rara vez se apartó de su lado. En el campamento de Modern Sight, los dos aprenden cómo integrar la discapacidad de él en su vida familiar.

Mientras Denys asiste a clases de fisioterapia o de cocina, Abdulina y otras mujeres con esposos o novios en el programa realizan sus propios ejercicios de entrenamiento. Uno de los propósitos del campamento es recordarles a las parejas que no son “niñeras” sino compañeras de vida de sus hombres, explica Perepechenko.

Durante una de esas sesiones, a Abdulina le vendan los ojos y le dan un bastón largo. Ella palpa el suelo tentativamente mientras otro participante la toma de la mano. El propósito del ejercicio es ayudar a las mujeres a comprender mejor lo que experimentan y necesitan sus parejas.

Vlada Ryabets permanece en una habitación con un bastón durante un ejercicio diseñado para ayudar a las parejas de soldados que han perdido la vista en la guerra.
Vlada Ryabets permanece en una habitación con un bastón durante un ejercicio diseñado para ayudar a las parejas de soldados que han perdido la vista en la guerra.
AP Photo/Jae C. Hon

“Seguimos siendo las mismas personas. Tenemos las mismas capacidades”, asegura Ivan Soroka, de 27 años, que se unió al ejército ucraniano el día que Rusia invadió el país, y asiste al campamento por segunda vez. “Necesitamos ponernos de pie, tomar el control y trabajar para mejorarnos a nosotros mismos”.

Un proyectil hirió a Soroka cerca de Bájmut en agosto de 2022, cuando comenzaba la batalla más larga de la guerra hasta el momento. A la larga las fuerzas rusas tomaron la ciudad del este de Ucrania en mayo tras más de ocho meses de intensos combates.

Ivan Soroka, un exsoldado de 27 años que perdió la vista en la guerra en el centro de rehabilitación cerca de Rivne, en el que permanecen varias semanas con sus familias y reciben sus primeros bastones y aprenden a manejarse con teléfonos y ordenadores.
Ivan Soroka  en el centro de rehabilitación.
AP Photo/Jae C. Hong

“Perdí la vista inmediatamente, arrojado por la onda expansiva. Sentí que me moría”, rememora Soroka. “Me quedé acostado allí durante unos dos minutos. Entonces me di cuenta de que no, alguien no me deja partir”. Al recordar esos momentos, da a entender que su prometida, Vlada, ahora sentada a su lado, fue quien lo mantuvo con vida

La pareja se conoció cuando Soroka participaba en la defensa de la región de Kiev en la primavera del año pasado. Su amor floreció rápidamente en el contexto de la guerra. Antes de que Soroka fuera emplazado en la región de Donetsk en el verano, le propuso matrimonio a Vlada. Ella accedió a casarse con él, pero poco después los dos pasaban días y noches en un hospital en lugar de prepararse para una boda. La celebración feliz que se pospuso por la lesión de Soroka ahora está prevista para principios de septiembre. 

Vlada Ryabets pone gotas en los ojos de su prometido, Ivan Soroka.
Vlada Ryabets pone gotas en los ojos de su prometido, Ivan Soroka.
AP Photo/Jae C. Hong

Tras meses de rehabilitación, él se siente física y psicológicamente fuerte. “Me he dado cuenta de que, a menos de que me levante por mi cuenta y empiece a hacer algo, nada cambiará”, afirma. 

Los hombres y sus parejas pasan los descansos del campamento y las noches en un pabellón de jardín en los terrenos del centro de rehabilitación. Prevalece un ambiente de tranquilidad, interrumpido ocasionalmente por carcajadas y bromas de su tiempo como soldados. Cuando dejen el centro, los hombres sabrán que cuentan con las herramientas necesarias para moverse por la ciudad, y habrán ganado algo igualmente crucial: un sentido de comunidad forjado a través de experiencias compartidas y un trauma común.

Una tarde, tras las actividades del día, los participantes del campamento se reunieron en un patio para celebrar el cumpleaños de Oleksandr Zhylchenko, que perdió la vista a finales del año pasado, aunque no quiere compartir detalles sobre cómo ocurrió.

Oleksandr Zhylchenko sopla las velas de su tarta de cumpleaños en el centro de rehabilitación.
Oleksandr Zhylchenko sopla las velas de su tarta de cumpleaños en el centro de rehabilitación.
AP Photo/Jae C. Hong

“Te estoy atrayendo a un círculo, al círculo de tu familia. Somos unos 50 aquí”, dice Perepechenko, y le entrega a Zhylchenko un globo en forma de corazón con los colores amarillo y azul de la bandera nacional de Ucrania. “Este es nuestro corazón colectivo”. Los entrenadores y aprendices se paran en un círculo y, uno por uno, comparten sus deseos de cumpleaños para el hombre del momento

Días sin preocupaciones. Un futuro brillante. Paciencia, confianza, lealtad. Un cielo tranquilo. El último deseo transmitido fue la “victoria para todos nosotros y para Ucrania”. Conmovido, Zhylchenko sostiene el globo un momento más y evoca en silencio su propio deseo. Luego lo suelta, sin poder verlo ascender rápidamente hacia el cielo.

Oleksandr Zhylchenko baila con Olesia Perepechenko, directora de Modern Sight y también ciega, durante la celebración de su cumpleaños.
Oleksandr Zhylchenko baila con Olesia Perepechenko, directora de Modern Sight y también ciega, durante la celebración de su cumpleaños.
AP Photo/Jae C. Hong
Mostrar comentarios

Códigos Descuento