Artes

Picasso fue "estigmatizado por extranjero, supuesto anarquista y artista de vanguardia", según la historiadora Annie Cohen-Solal

Estatua de Picasso en Málaga.
Holger Uwe Schmitt / Wikimedia Commons

Numerosos archivos inéditos han permitido a la historiadora francesa Annie Cohen-Solal seguir la trayectoria de Pablo Picasso en Francia, donde fue "triplemente estigmatizado, por extranjero, supuesto anarquista y artista de vanguardia", ha asegurado en una entrevista con la agencia EFE.

Annie Cohen-Solal, autora de Un extranjero llamado Picasso, galardonado con el Premio Femina de Ensayo en 2021, acaba de publicar en España Paidós un volumen que es el resultado de la investigación de documentos inéditos tanto en los archivos del Museo Picasso parisino como en los archivos de la Policía.

El libro nació de su interés por unir dos mundos desconectados, la historia de la inmigración y la historia del artista malagueño, y de una posterior exposición, Picasso, un extranjero en la ciudad.

Cohen-Solal señala a EFE que Picasso ya fue visto como sospechoso desde su llegada a París en 1901: "En aquel momento, Francia había vivido muchos tumultos sociales, entre otros, por los ataques terroristas de los anarquistas contra el propio presidente francés, y había mucha tensión con los extranjeros".

Picasso quería estar en París y para ello se ayudó de los catalanes que llevaban 20 años en Montmartre, muchos de los cuales eran artistas anarquistas. La Policía francesa tenía en su punto de mira a los catalanes de Montmartre, entre ellos a Picasso, que vivía en casa del marchante Pere Mañach, también vinculado a esos círculos anarquistas.

En el libro se recogen, subraya la autora, "muchos archivos no publicados e inéditos, como las 4.000 cartas que su madre (María Picasso) le escribió de 1900 a 1938, cuando murió", en las que se la ve convencida de que su hijo es un genio.

También es desconocido el expediente de naturalización: "Picasso solicita la naturalización en 1940 porque tiene miedo de ser asesinado por los franquistas, como le había sucedido a (Federico García) Lorca en 1936". Cohen-Solal ha descubierto quién le negó esa ciudadanía francesa: "La personalidad que hay detrás de este agente de Policía, que aun así también representa a la Policía en su conjunto, es realmente devastadora".

Son también inéditas las cartas que recibe el artista, cuando se une al Partido Comunista, de todos los alcaldes comunistas de diferentes municipios de Francia, pidiéndole obras suyas; así como la petición de Françoise Gilot, para que Claude y Paloma, sus hijos, recibieran el apellido de Picasso porque eran hijos que habían nacido en adulterio, algo que la ley francesa impedía.

Su investigación en archivos estadounidenses o la correspondencia de Alfred Barr, primer director del MoMA, le ha permitido "entender cómo a veces se ha malinterpretado el trabajo de Picasso en EEUU" o cómo cuando los surrealistas en 1932 acusaron a Picasso de ser "un hombre horrible" por no firmar un manifiesto contra la Policía, que había arrestado a Aragon: "Picasso tenía miedo de ser expatriado si firmaba una petición contra la Policía".

Cuando empezó la Primera Guerra Mundial contra Alemania, Kahnweiler se convirtió en un enemigo. Fue entonces cuando se confiscaron durante diez años las obras de Picasso, "víctima colateral de esa germanofobia que había en Francia". La investigadora sostiene que Picasso se quedó siempre en Francia porque "no era un gran viajero, iba al sur en verano y volvía al norte en otoño".

Destaca además sus "vínculos afectivos en Francia: tenía hijos, tenía mujer, tenía amantes... y además había conseguido crear una red compleja de gente que se relacionaba con la administración, con diferentes ministerios, personas que lo admiraban y lo protegían de ese rechazo cotidiano".

Cada dos años tenía que volver a comisaría para renovar su identificación y desde que en 1907 donó un conjunto de obras, el Estado francés le concedió una Carte de résident privilégié. Cuando el general De Gaulle le pidió que se hiciera francés, él se negó y también rechazó la Legión de Honor, porque ya no necesitaba protección como en 1940.

Para los nazis, especialmente Goebbels, Picasso representaba el epítome del "artista degenerado", sin embargo, fueron muchos alemanes, asegura la autora, los que salvaron la obra picassiana de su destrucción, como sucedió tristemente con muchas otras obras.

Cohen-Solal remarca que "es extremadamente importante entender en qué condiciones ha estado en peligro la obra de Picasso" porque "los franceses han sido muy arrogantes durante muchas décadas con la gente que venía del sur: los italianos, los españoles y luego los portugueses" y lo más fascinante es que Picasso nunca se quejó ni lo mencionó.

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