Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La otra victoria de las campeonas del mundo

Las duras críticas a Luis Rubiales por su polémico beso en la boca a Jenni Hermoso
Las duras críticas a Luis Rubiales por su polémico beso en la boca a Jenni Hermoso
Las duras críticas a Luis Rubiales por su polémico beso en la boca a Jenni Hermoso
Las duras críticas a Luis Rubiales por su polémico beso en la boca a Jenni Hermoso

Luis Rubiales jamás hubiera besado en los morros a un hombre para celebrar un triunfo de la selección masculina de fútbol. Su hombría mal entendida, en cambio, permite invadir a una mujer y justificarlo con un acto de efusividad, cariño y espontaneidad. Incluso algunos periodistas deportivos no dudan en salir a defender la actitud del Presidente de la Real Federación Española de Fútbol, permitiéndose realizar comentarios jocosos sobre el asunto: "Yo creo que los que se cabrean es porque nunca han dado un beso a ellas", suelta Manolo Lama. Como si ellas fueran un objeto decorativo a besar. Como si no hubieran entendido nada. O como si no quisieran comprenderlo. 

Y cuando no queda más remedio que pedir disculpas ante el escalofrío colectivo, entonces, resuena que se están perdiendo libertades. Sí, en efecto, algunos confunden dar vía libre a la opresión, el acoso, la discriminación o la mofa con la libertad. Algo falla, pues. Libertad es no tener que aguantar la imposición de besos sin consentimiento, por ejemplo. El problema es que si siempre has vivido dentro de un privilegio sexual y social puedes estar inmune al sufrimiento de la cultura del triunfo masculino vinculado a la dominación. Esa dominación que nos inculcaron desde bien pequeños y que educaba procurando que nos sintiéramos insultados al grito de "corres como una nena". 

La actitud de Rubiales -antes, durante y después del mundial- huele a aquel compadreo del macho alfa que tutelaba a la mujer como si fuera menos que el hombre, pretendiendo hablar por ella, ensombreciendo el protagonismo que merece y tratándola con galanterías condescendientes. De ahí probablemente viene el beso a la jugadora de su equipo y, también, el tocamiento testicular como "mensaje" hacia las rivales. Las dos imágenes están haciendo una perversa marca España fuera de nuestras fronteras. Su comunicación no verbal está llena de gestos testosterónicos que antes se excusaban socialmente: había que aguantar las gracias del señorío, por muy soeces que fueran. Y si no se pasaba por el "campechano" aro, se señalaba a la propia mujer. Era la culpable. Era fría, era frígida, era rara, era marimacho. Y eso también ha sido la normalidad machista del fútbol hasta hoy. 

Hasta hoy. Porque la victoria española del mundial de fútbol femenino es una alegría con el valor añadido de que rompe tantas frases hechas y nos enriquece en referentes sociales más representativos de cómo somos. Es el otro gran triunfo de las chicas de la selección. Ganar este mundial va a ser un punto de inflexión práctico en el devenir del día a día de nuestras vidas. Porque nos está haciendo pensar. A todos. Hasta dentro de la Real Federación Española de Fútbol.

Por fin, a algunos no les está quedando otra que reflexionar sobre por qué está mal aquello que entendían que era normal. Suelen ser los mismos que se reían asegurando la mar de simpáticos: "el fútbol no es para vosotras".  Pero las niñas ya saben que deberían poder ocupar el centro de los patios de los colegios y no ser relegadas a una pequeña esquina, en los márgenes de las pistas de fútbol que colman el espacio de los recreos escolares. Nos han marcado las diferencias entre niños y niñas desde bien pequeños. Los niños ya controlaban el patio, mientras que las niñas se debían conformar con los restos. Muchas inercias por desaprender todavía. Aunque, eso sí, hay una realidad que ha cambiado: las generaciones que vienen ahora sí quieren correr como nenas.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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