Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El éxito de TVE: la fuerza de aprender de la tradición televisiva

Cartel de 'La promesa'
Cartel de 'La promesa', la serie diaria de tarde de TVE
La 1
Cartel de 'La promesa'

La 1 se ha consolidado como segunda opción de audiencias televisivas en este mes de agosto, después de Antena 3 y por delante de Telecinco. La cadena pública coge impulso gracias a la intensa actualidad informativa y deportiva, pero también por la compañía de sus series diarias y la reestructuración de sus horarios de máxima audiencia con citas de entretenimiento recordables por parte del espectador, donde ha destacado especialmente El Grand Prix del Verano con Ramón García.

El retorno de El Grand Prix ha transmitido la sensación de acontecimiento, una de las grandes bazas que mantienen los canales generalistas. En el caso de torneo entre pueblos españoles, además, la gran acogida va vinculada a otra base clásica de la televisión: la tradición. Y TVE suena a tradición por su historia, es nuestra memoria audiovisual. Sin embargo, los constantes cambios de dirección y, como consecuencia, la inestabilidad de sus parrilla, debido a la falta de permanencia de un proyecto de largo recorrido, ha propiciado que La 1 se haya ido quedando desconectada de las rutinas del espectador en los últimos años. Elemento también crucial en televisión: crear hábitos.

Este verano, la cadena pública ha intentado remediar debilidades y ha puesto orden a su programación con organizadas apuestas en su prime time que animan a esa última ilusión de antes de acostarse que anima al espectador a encender la tele. El Grand Prix con Ramón García en los lunes, Lazos de Sangre con Jordi González en los martes, El Puente de las Mentiras con Paula Vázquez en los miércoles y el show de José Mota en los jueves han sido cuatro opciones para cuatro días y con sus cuatro autores destacados y reconocibles. Así se ha pretendido marcar agenda estival, cada uno a su manera. Algunos con más repercusión, otros con menos fuerza. Aunque todos resaltando que La 1 estaba ahí, despierta en agosto y con productos de estreno hechos en España.

No obstante, el gran músculo de TVE se mantiene vigoroso en la producción propia de informativos. La audiencia lo sabe. De hecho, el público vuelve a la cadena pública cuando necesita desquitarse del ruido ante sucesos cruciales para el país. Lo hemos visto este verano en los especiales sobre las elecciones generales. También en la manera en la que ha cogido aire el matinal La hora de La 1, con Silvia Intxaurrondo y Marc Sala. Mientras que sus principales rivales se han posicionado en el infoshow, hay un espectador que busca información crítica pero, a la vez, libre de histrionismos. Los magacines de TVE ganan influencia cuando no van a rebufo de las privadas (corazón, sucesos, alarma condescendencia...) y perseveran en su miradas singulares y prácticas. Mejor aún si despiertan conciencia crítica.

Cuando la competencia descansa, La 1 se ha ido reencontrando con la curiosidad del público. Con ayuda de un Telecinco que ha dejado de tomar el pulso a la España de los barrios que llevaron a Mediaset al éxito. El reto de TVE, ahora, está definir más la identidad del primer canal en su conjunto, atrayendo a los espectadores que se sienten huérfanos de programas diferentes. Ahí también está el servicio público de una cadena pública: llegar donde otros no llegan. Y siempre recordando que la televisión es tradición.

Tradición porque un buen canal es el que genera hábitos diarios de compañía en la audiencia con una programación ordenada, plural y próxima. Tradición porque cuenta con una solera que despierta confianza en una audiencia que siente a la emisora como suya. Y tradición, sobre todo, porque ha aprendido de los aciertos y los errores de la experiencia. Y, en el momento de RTVE, la tradición recuerda que no hay que imitar a las privadas. Al contrario, marcar el paso entendiendo que lo que te distingue es aquello que te hace único. Para lograrlo, hay que atreverse a la creatividad que confía en la inteligencia de su sociedad. Todos los programas de TVE que se quedaron en nuestra memoria colectiva lo hicieron: se lanzaron a la imaginación. Los que hemos olvidado, no.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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