Sánchez abre el curso político en plena negociación acerca de la amnistía con el PSOE en calma y las voces críticas apagadas

El presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez y la senadora y presidenta del PSOE, Cristina Narbona a su llegada a la reunión de diputados y senadores de la XV Legislatura, en el Congreso.
El presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez y la senadora y presidenta del PSOE, Cristina Narbona a su llegada a la reunión de diputados y senadores de la XV Legislatura, en el Congreso.
Jesús Hellín / Europa Press
El presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez y la senadora y presidenta del PSOE, Cristina Narbona a su llegada a la reunión de diputados y senadores de la XV Legislatura, en el Congreso.

"Si Pedro se pone delante, el partido se pone detrás". Así reflexionaba un miembro del Comité Federal del PSOE sobre la situación de la formación. El argumento lo deslizaba antes de que se celebraran las elecciones generales del pasado 23 de julio, pero es todavía más aplicable -si cabe- después de que PP y Vox fracasaran en su intento de lograr la mayoría absoluta para derrocarle. El escenario para los socialistas, eso sí, es endiablado: a la amalgama de partidos que formaban la llamada 'mayoría de la investidura' se ha sumado el Junts de Carles Puigdemont. La conclusión más inmediata, en el arranque del curso político que Sánchez escenificará este lunes con una conferencia en el Ateneo de Madrid es que la amnistía se ve más cerca que nunca. Pero el partido lo ha asumido sin críticas públicas y la orden es la de asegurarse que el presidente siga siéndolo.

En la apertura del año político madrileño, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, criticaron el "no es no" de Sánchez a la investidura del primero. Es un lema que el jefe del Ejecutivo ahora en funciones hizo suyo en 2016. De hecho, le costó la Secretaría General del PSOE. No solo por su negativa a abstenerse para que Mariano Rajoy fuera presidente, sino que detrás también estaba su intención de abrir conversaciones con las formaciones independentistas catalanas. Entonces, los socialistas lo consideraban un pecado capital.

"Yo con esas personas no es que no tenga nada que hablar, es que lo que no puedo bajo ningún concepto es sentarme a gobernar en la misma mesa, porque sería encontrarme contra los principios" del PSOE, dijo Guillermo Fernández Vara el 27 de septiembre de ese año. Con "esas personas", el expresidente de Extremadura se refería a los independentistas. Llegó a amenazar con dejar la formación si esos pactos terminaban ocurriendo. Pero la historia es la que es. Sánchez volvió y en 2020 fue investido gracias a la abstención de ERC y EH Bildu, que terminarían pactando con el Gobierno de coalición otra serie de medidas importantes, como los escudos sociales antiguerra.

Casi siete años después, Vara ejemplifica a la perfección el viaje del partido. Ahora es vicepresidente del Senado y, como tal, defendió hace pocos días "la política sin exclusiones" e "intentar buscar la prosperidad compartida". De hecho, también reflexionó sobre sus palabras antiguas: "A lo largo de la historia política de cada uno de nosotros, vivimos nuestras contradicciones, porque son momentos históricos que juzgarlos fuera de esa historia sencillamente no conduce nada más que a la melancolía", apuntó. Preguntado por la amnistía en otra entrevista una semana más tarde, el expresidente autonómico consideró que se han de articular "procedimientos que permitan dar una salida a la situación que se está viviendo" en Cataluña.

Pero las palabras de Vara no son la única prueba de que Sánchez tendrá vía libre para pactar su nueva investidura. Incluso Margarita Robles, ministra de Defensa en funciones, defendió que la Constitución "permite una gama muy amplia de posibilidades" al ser cuestionada sobre el perdón general a los acusados por los hechos del 1 de octubre de 2017. Si bien es cierto que en otra entrevista ofrecida el jueves en la Cadena Cope no pudo disimular su incomodidad entre titubeos. "Vamos a ver en qué se está trabajando, yo lo ignoro, yo no lo sé", apuntó. 

A esto se han de sumar los silencios del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, o Javier Lambán, ya fuera del Gobierno aragonés, que siempre se mostraron críticos con Sánchez, pero que han enmudecido tras la celebración de las generales. El primero fue uno de los pocos barones que logró sobrevivir a la 'ola azul' que fueron las elecciones autonómicas y municipales del pasado mes de mayo. El segundo, en cambio, ha sido sustituido por el 'popular' Jorge Azcón y ha encontrado acomodo en el Senado junto a los también expresidentes socialistas de Andalucía y Comunidad Valenciana, Susana Díaz o Ximo Puig.

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