OPINIÓN

Mar Galcerán

La nueva diputada del Grupo Parlamentario Popular, Mar Galcerán, posa tras recoger su acta como parlamentaria de Les Corts de Valencia.
La nueva diputada del Grupo Parlamentario Popular, Mar Galcerán, posa tras recoger su acta como parlamentaria de Les Corts de Valencia.
Jorge Gil / Europa Press
La nueva diputada del Grupo Parlamentario Popular, Mar Galcerán, posa tras recoger su acta como parlamentaria de Les Corts de Valencia.

Es uno de los nombres de la semana. Mar Galcerán será la primera diputada con síndrome de Down en España cuando ocupe su escaño en Les Corts. Galcerán, que se había quedado a punto de entrar en la cámara autonómica después de las últimas elecciones, recogerá su acta de diputada esta semana después de que renunciase Ernesto Fernández al haber sido nombrado nuevo director de la Entidad Valenciana de Vivienda y Suelo.

La nueva diputada del PP es un ejemplo de vitalidad y tesón. Y no solo por su trayectoria profesional. Los que han tenido oportunidad de conocer a esta política valenciana pueden dar buena prueba de la firmeza de sus convicciones, ya fuese como presidenta de Asindown Comunidad Valenciana o como secretaria del Área de Atención con Personas con capacidades diferentes en el Comité Ejecutivo de su formación política.

Galcerán es de esas personas que todo el mundo debería conocer, sobre todo nuestros jóvenes. Nadie que escuche su voz queda indiferente. Es un claro exponente de lo que es capaz una persona cuando existe voluntad de superación. Su presencia en Les Corts es todo un ejemplo para todos.

Habrá quienes interpreten esta noticia como una buena muestra de lo positivo que tiene una sociedad diversa donde caben todos. Y sin duda es así. Sin embargo, creo que lo más valioso de esta noticia es que el rostro de Galcerán hoy nos demuestra el valor de la vida con mayúsculas. A una sociedad a la que no escandalizan leyes que promocionan y justifican la muerte, seguro que saben bien de lo que hablo, una mujer valenciana enseña con su ejemplo que no somos nadie para juzgar qué es la vida y menos aún impedirla. Lo único que podemos hacer es valorarla y dar gracias por ella.

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