Juan Carlos Blanco Periodista y consultor de comunicación
OPINIÓN

Si hay amnistía, que la refrenden las urnas

Pedro Sánchez, tras la aprobación de la reforma que implanta el uso de las lenguas cooficiales.
Pedro Sánchez, tras la aprobación de la reforma que implanta el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados.
EP
Pedro Sánchez, tras la aprobación de la reforma que implanta el uso de las lenguas cooficiales.

Como si no hubiésemos cavado suficientes trincheras de división en esta nueva era del bibloquismo hiperventilado, ahora cruzamos las líneas rojas del Estado de derecho y nos encontramos peleándonos por la amnistía exprés que le quiere aplicar Pedro Sánchez a los implicados en el procés de Cataluña a cambio de los siete votos de Puigdemont que le permitirán seguir siendo presidente del Gobierno tras la investidura fantasma de Feijóo.

Me ahorraré los adjetivos sobre una amnistía que el propio Pedro Sánchez rechazaba con una vehemencia que contrasta con su nueva posición. Solo diré que comparto lo que pensaba el presidente del Gobierno, ahora en funciones, antes de que la noche del 23 de julio se diera cuenta de que necesitaba al prófugo de Waterloo. Esto es: lo que hicieron los independentistas en septiembre y octubre de 2017 fue "una rebelión como la copa de un pino", "Puigdemont es un prófugo de la Justicia" y "la amnistía no cabe en la Constitución española".

Pues bien, como no cabe en la Carta Magna que rige la convivencia de todos los españoles y como tenemos un Estado de Derecho propio de una democracia avanzada, casi todos convendremos en que su concesión, después de los indultos y de la supresión de los delitos por los que se podría intentar una asonada golpista, supone un coste del que nos costará recuperarnos, por mucho que los inquebrantables del sanchismo nos vendan ahora que con la amnistía llegará a Cataluña y al resto de España un mundo de paz, armonía, amor, bienestar, solidaridad y felicidad a la altura del país de Nunca Jamás.

En este punto, propongo algo de puro sentido común: que se repitan las elecciones generales, que el PSOE defienda explícitamente en su programa electoral que hay que amnistiar a Puigdemont y a todos los suyos para ‘desinflamar’ el denominado problema catalán durante al menos un par de generaciones y que explique cómo se tramitará y cómo se encajará en un ordenamiento jurídico que no permite esta figura.

Así Sánchez podrá decir con justicia que los españoles refrendan en las urnas su nuevo cambio de opinión y los demás tendremos que reconocer que si hay una amnistía exprés para los que delinquieron en el procés es porque los españoles lo han avalado con claridad y con rotundidad.

Ganaríamos todos. Y el primero, el propio Pedro Sánchez, a quien ya nadie podría culpar de tirar a la basura los principios y valores de nuestra democracia a cambio de los votos de un tipo que se fugó de España en el maletero de un coche.

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