Muchos ciudadanos deambulan por este país inmersos en el agotamiento al que la clase política les somete. Hoy un palo, mañana una zanahoria, pasado una mentira y al otro una medio verdad. Mientras tanto, los únicos que verdaderamente han cumplido con su deber, que es ir a votar a las urnas, siguen atónitos las investiduras fantasmas, las protestas callejeras o los mítines vacíos. Para el político actual todo vale, y por eso la calle se agota. Hoy son protagonistas los de la gaviota, mañana los de la rosa y en función de lo que les venga bien a unos u otros, entran en juego el resto del tablero sin tener en cuenta al que paga la cuenta.

El ser humano trata siempre de crear patrones antagónicos, es decir separa o divide porque necesita aferrarse a un "bueno" y un "malo". Ha pasado desde tiempos inmemoriales. Ángel o demonio, rojos o azules, Antena 3 o Telecinco, García o De la Morena, Real Madrid o Barça, y así multitud de ejemplos que se pueden sacar a la palestra. La historia al final posiciona a unos u otros en el lado bueno según quien sea el relator. Por eso también muchas veces pensamos que los romanos fueron una sociedad ejemplar y los hunos unos bárbaros despiadados. Hay que contrastar y tener pensamiento crítico, algo que en este mundo del titular rápido y de lo inmediato es bastante difícil de conseguir.

España tiene muchos problemas que solucionar. Población envejecida, clima, salarios irrisorios, modelo turístico solamente de sol y playa, paro juvenil, mercado de la vivienda insostenible, generación de empleo de calidad, y así podríamos estar unas cuantas líneas más de este texto. Cuestiones que para quien está en el foco mediático no son de interés ya que las malas noticias restan en las encuestas. Esos sondeos de Nostradamus de la sociología que fallan más que escopetas de feria y que juegan malas pasadas a los que una vez se vieron ganadores en un castillo de naipes que acabó destartalado. Dicen que la política es un reflejo de la sociedad, ahora bien, en este momento quizá la sociedad está reflejando algo diferente a lo que los representantes políticos quieren hacer ver. Faltan gestores y sobran charlatanes, porque el líder de verdad es el que arropa, no el que divide.