Khadija Amin Periodista
OPINIÓN

Ser mujer debe significar una vida de libertad

Mujeres afganas sostienen mensajes pidiendo que se libere a las activistas detenidas el pasado 30 de septiembre.
Mujeres afganas sostienen mensajes pidiendo que se libere a las activistas detenidas el pasado 30 de septiembre.
EFE/EPA/STRINGER
Mujeres afganas sostienen mensajes pidiendo que se libere a las activistas detenidas el pasado 30 de septiembre.

La vida está cambiando, a veces de forma positiva y otras negativa. Pensando en lo bueno es cómo llegaremos a la cima. Debemos aprovechar las oportunidades que surgen y construir una escalera hacia nuestro propio éxito.

He aprendido muchas cosas en mi viaje a Málaga, cuyo objetivo era participar en el Segundo Congreso Mundial sobre Trata de Personas. Allí se habló de cómo se emplea la coerción contra las mujeres en todo el mundo, obligando a las jóvenes a prostituirse. Cada vez que salgo de viaje mis experiencias aumentan. Veo la vida desde otro ángulo diferente a mi realidad. En mis veintiocho años de existencia, no había reunido toda la experiencia que he adquirido en estos últimos dos años como refugiada.

Comparo ahora mis primeros días en España con cómo soy ahora, y todo ha cambiado mucho. Mi visión de la vida siempre fue negativa, sentía que vivir no tenía sentido, pero mi creencia era errónea, quizás porque en Afganistán siempre nos trataron como al segundo sexo, nos hicieron entender que una mujer siempre debía depender de un hombre y asumí que tal vez ese era el verdadero significado de la vida: ser una mujer que calla ante toda opresión y no alza la voz por sus derechos.

Desde que me hice feminista entendí lo que significa se una mujer. Ser mujer significa fuerza y capacidad. He asistido a más de cien conferencias sobre los derechos de las mujeres en estos dos años por diferentes provincias de España y he visto el mundo real de las mujeres. Ser mujer debe significar una vida de libertad.

Hoy, las mujeres en Afganistán tienen sed de aire fresco. Reclaman el derecho a la educación y libertad en las calles y en sus hogares, derechos básicos de todo ser humano que a las mujeres de mi tierra les niegan.

Luchamos durante 20 años, nos sacrificamos para hacer que el futuro de nuestras niñas fuera más brillante, pero los hombres hicieron que ese mejor porvenir que imaginamos se tornara en negro debido a sus juegos políticos. Las mujeres fueron encarceladas en sus propios hogares y abonaron el campo de la violencia machista.

Es una constante. Una mujer fue asesinada en un rincón de Afganistán; a otra le cortan la comisura de la nariz; una fue quemada; otra asesinada; una mujer fue separada de sus hijos; otra murió por la opresión de su familia; y hubo una mujer que vivió silenciosamente, como muerta en vida. 

Fue noticia en todo el mundo hace unos días una mujer que pasó 25 años de su vida en prisión domiciliaria. Es impactante. ¿Cómo puede un hermano encarcelar a su hermana, su misma sangre, en una habitación estrecha y oscura? Le quitaron su juventud, su belleza, destruyeron su mundo. ¿Qué podemos esperar de los extranjeros cuando un hermano se ha vuelto tan cruel?

Nikbakht fue encarcelada hace 25 años, durante la primera ronda del gobierno talibán, por razones que no se han determinado definitivamente. Diariamente recibía una pequeña cantidad de comida por un agujero. En la segunda venida de este gobierno, con unos 50 años, fue liberada con la ayuda de la población local y de los funcionarios de seguridad. Hace aproximadamente una semana, la trasladaron a un hospital cercano en Kabul. Nikbakht estuvo en cuidados intensivos durante una semana pero aún no puede hablar, los médicos no pueden entender lo que dice, pero lo interesante es que, de alguna manera, pide que no hagan daño a su hermano.

La semana pasada, Neda Parwani, su hijo y su marido fueron arrestados por los talibanes y ahora se encuentran en una prisión talibán. También fueron detenidos Julia Parsi y su hijo. Tuve una entrevista con Julia no hace mucho, estaba muy preocupada por el futuro de sus hijas y de otras niñas afganas.

Durante estos dos últimos años, Julia luchó día y noche bajo el dominio del grupo talibán, fue amenazada muchas veces y se vio obligada a cambiar de hogar, pero n cejó en su empeño. Julia Parsi es una de las mujeres oprimidas que siempre alzó su voz por los derechos de las mujeres en las calles de Kabul. ¿Cuál es el crimen de estas mujeres? Únicamente nacer, sin quererlo, en un país llamado Afganistán.

"Encerrarnos no puede detener nuestra lucha, nos hace más fuertes que antes. La generación de hoy es la generación del cambio y la transformación. Lucharemos por la libertad y la igualdad", escribe Zahra Kazemi en Twitter.

Las mujeres afganas piden a la comunidad internacional que presione a los talibanes para que eliminen las restricciones impuestas. Todos deberían apoyar a las mujeres de Afganistán, no dejarlas solas. Las mujeres de mi país necesitan más apoyo que nunca en este momento crítico.

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