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Entrevista

Jacobo Bergareche: "No hay que confundir la alegría con la felicidad"

El escritor Jacobo Bergareche.
COCO DÁVEZ

Los versos de Romance del prisionero no solo abren la nueva novela de Jacobo Bergareche (Londres, 1976), sino que avanzan al lector lo que se va a encontrar: la historia de un hombre que, con el paso de los años, y casi sin darse cuenta, construye una vida de la que ya no quiere ser el protagonista. Sin embargo, un reencuentro inesperado con alguien del pasado le hará reconectar con experiencias inolvidables y sensaciones que creía muertas.

Las despedidas (Asteroide) es la nueva novela del escritor, productor y guionista vasco. Tras el éxito de Los días perfectos, Bergareche reflexiona sobre las consecuencias de nuestras propias decisiones, y lo hace profundizando en temas universales, como son la complejidad de las relaciones personales, el peso de la muerte y la imposibilidad de mirar a otro lado. Porque de repente un día eres adulto, te equivocas y ya no puedes eludir responsabilidades. Y mucho menos huir hacia otra vida, una más fácil, una mejor -eso se reserva para las páginas de los libros-.

¿Qué le llevó a escribir Las despedidas?Me apetecía hablar de temas como la paternidad y el estatus. Diego, el protagonista, es un tipo que se ha hecho rico y no le encuentra sentido a la vida. Me apetecía ponerle en una situación complicada, ante algo que no puede comprar. A partir de ahí empiezan a surgir otros temas, como el suicidio, la aceptación del duelo… Pensé también en un amigo mío al que le pasó una cosa muy desgraciada, bastante parecida a que vive Diego en la novela.

Es decir, que no todo es ficción... Hay partes que son muy de verdad. El hermano de mi amigo se suicidó días antes del nacimiento de su hija, que es lo mismo que le ocurre al primo de Diego en la novela. Él también conoció a gente en el Burning man que le hizo ver las cosas de otra forma. A veces es muy importante que alguien te ayude a ver las cosas desde un lugar donde dejen de doler. O, por lo menos, que te alivie. Eso te puede suceder viajando, hablando con desconocidos… Su historia me pareció muy interesante.

¿Le habló a su amigo de esta novela?
Sí, hablé muchísimo con él. De hecho, dos años después de que su hermano muriera, al mío lo asesinaron. Pasé por un momento de zozobra, porque no sabía cómo recolocar el dolor para poder seguir adelante, pero como mi amigo ya había hecho ese duelo, sus reflexiones me ayudaron. Es importante que te expliquen cosas que no conoces, porque la única manera de ayudar a alguien es diciéndole algo que no sepa. 

Y más cuando se trata de un tema tan incómodo. Hablamos de la muerte, pero a la hora de la verdad cuesta aceptarla. E incluso entenderla, ¿no?
Para empezar, la muerte es inaceptable. Y aparte es incomprensible. Lo que podemos hacer es aprender a viajar con ella a cuestas. Pero es cierto que le dedicamos poco tiempo. Las historias que tenemos para aceptar la muerte se quedan un poco viejunas. Está la Biblia, por ejemplo, pero no sé hasta qué punto las religiones nos dan respuestas. Quizá aporta más la filosofía. El duelo es una larga despedida, conlleva un fuerte trabajo emocional.

Tan larga que a veces parece que no acaba, ¿no cree?Es complicado, pero hay gente que construye su vida en el duelo. Incluso a veces te da un poquito de superioridad moral: te permite justificarte sobre cualquier cosa, tomarte muchas licencias. Pero también hay gente que, por otro lado, logra desprenderse de él y se siente culpable por ello. Pero los muertos, si los dejas ir, siempre vuelven: cuando escuchas una canción, cuando miras un paisaje, cuando ves a alguien que te recuerda a esa persona... Nunca se van, pero otra cosa es vivir agarrados a ellos en un duelo cronificado.

"El duelo a veces te da un poquito de superioridad moral, porque te permite justificarte sobre cualquier cosa, tomarte muchas licencias"

Incluyó en el libro unos versos de Claudio Rodríguez: "El dolor es la nube / la alegría, el espacio / el dolor es el huésped / la alegría, la casa". Retratan la alegría como lo estático y el dolor como lo que llega y se puede ir.
Total. La alegría es una manera de estar en el mundo, y no tiene nada que ver con estar viviendo un episodio de tristeza. Hay aquí un activismo de la alegría, sí. Pero, joder, también se puede irradiar alegría desde la tristeza absoluta. La alegría es un estilo de vida, y no hay que confundirla con la felicidad. La felicidad es un invento y la alegría, otra cosa. Ese poema de Claudio Rodríguez para mí es un credo.

Una palabra destaca en la novela: Nephentes. Significa no-dolor en griego antiguo. ¿Cómo llegó a ella?
Es una historia curiosa. El amigo del que te he hablado tiene una casa que se llama así, y a través de esto supe de un bar que hay en el Big Sur, en California, que está en unos terrenos que compró Orson Welles. Por él pasaron Kerouac y otros artistas. La palabra tiene esa connotación de un pasado hippie, pero al final el origen está en la Odisea. 

En Las despedidas repite un tema que ya abordó en Los días perfectos: los efectos del tedio en las relaciones personales. ¿Por qué le interesa este asunto?
Más que del tedio, en este libro hablo de la desconexión. Diego es un tipo que vive muy desconectado de su mujer. No la entiende, no sabe por qué está cabreada. Y también está desconectado de la música, cuando las canciones son una vía de exploración emocional… Él basa su vida en cumplir objetivos: ahora me compro una casa, luego un barquito… Es un tío que va cumpliendo cosas dentro de su estatus, pero que está tremendamente desconectado.

¿Qué tiene que pasar en tu vida para que llegues a ese estado?
Supongo que cuando dejas de atender a tus sentimientos y de escucharte a ti mismo entras en ese estado de automatismo. Esto le pasa a mucha gente, sobre todo a hombres. Muchos no se acuerdan de cuál fue la última vez que lloraron, por ejemplo. Diego ni siquiera recuerda bien cuándo fue la última vez que tuvo sexo con Claudia. 

Su relación pasa por varias situaciones de tensión. ¿Hace falta llegar a lo físico para que se produzca una infidelidad?
Depende de las reglas que tenga cada cual en su vida. Un buen amigo dice que, si quieres saber lo que ama uno, fíjate dónde tiene puesta la tensión. Creo que todo está en la atención. No estar para el otro ya es ser un poco ser infiel. Hay una columna de Jabois que se titulaba Hay más cuernos en un "buenas noches" que explica bastante bien lo que quiero decir. 

¿Por qué hay parejas que saben que están acabadas y, pese a ello, siguen juntas?
Supongo que es porque el matrimonio no es solo un lugar donde solo buscamos el amor. También es la ordenación de la economía doméstica, la ordenación de los niños y otros asuntos... Romper eso es siempre terrible en términos económicos y emocionales. Hay situaciones de ruptura que se alargan muchísimo por esas consideraciones.

"El matrimonio no es solo un lugar donde solo buscamos el amor"
Cubierta de 'Las despedidas', novela de Jacobo Bergareche.
ASTEROIDE

Hace unos meses recomendó un libro, una canción, una película y una receta para agosto. ¿Hacemos la versión otoñal? 
¡Claro!

Empecemos por el libro, entonces.
Yo siempre recomiendo los ensayos de Michel de Montaigne. A mí es el libro que más me ha dado. Lo tengo desde los 15 años y se lo regalo a todos los chavales cuando cumplen 18. Es un lugar de peregrinaje para mí, siempre está en la mesilla.

¿Una canción?
Hay una canción de Fred Neil que es preciosa, Little Bit of Rain. Tiene un mood muy otoñal, que es el tiempo en el que las cosas se enfrían y caen las primeras lluvias... Es una canción bonita que acompaña mucho.

¿Una película?
Entre copas. Trata de un viaje que hacen dos amigos por los valles del vino, en California. Creo que tiene ese punto del otoño, cuando empieza la vendimia. 

¿Y una receta? 
El otoño es una época prodigiosa para todos los comilones. Recomendaría platos de setas, cuanto más sencillos mejor. Me iría a El cisne azul, en la calle Gravina. Me refiero a la tasquita, no al restaurante. Pediría setas a la plancha y una buena botella de vino.

Pues, ahora sí, esto acaba aquí. Así que, haciendo alusión al título del libro, ¿cómo es una despedida perfecta para Jacobo Bergareche?
Una que dure muy poquito. Y, sobre todo, hay que despedirse con la promesa de la próxima vez que te veas. Cuando todo está en alto y nos sentimos tan felices, hay que evitar la agonía, saberse ir en el momento justo. 

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