Primer aniversario de la ruptura del Govern de coalición de Esquerra y Junts: la Mesa de diálogo, un escollo insalvable

  • La desconfianza generada por la negociación con Madrid acabó con el pacto de legislatura independentista.
Pere Aragonès junto a su vicepresidente Jordi Puigneró en el Debate de Política General que significó el final del gobierno de coalición entre ERC y Junts.
Aragonès y Puigneró en el debate que mostró las profundas diferencias entre ERC y Junts.
ACN
Pere Aragonès junto a su vicepresidente Jordi Puigneró en el Debate de Política General que significó el final del gobierno de coalición entre ERC y Junts.

Tras las elecciones en Cataluña de 2021, se anunció que ésta tenía que ser la legislatura del 52% independentista, aunque realmente nunca se llegó a esa cifra. Pero sí era cierto, que entre los escaños de Esquerra Republicana, Junts Per Catalnya y la CUP se obtenía una mayoría absoluta soberanista de 74 diputados sobre los 135 que hay en la cámara catalana, aunque tan solo representaba el 48% de los votos.

El acuerdo no fue fácil, ni por parte de los de Borràs y Turull, que acabaron aceptando la responsabilidad de entrar en el ejecutivo, pero sobre todo fue muy complicado por parte de la CUP. Los anticapitalistas no querían ni oír hablar de entrar a gobernar y sus reticencias fueron tales que incluso pactaron solo la investidura de Aragonès a cambio de que el presidente de la Generalitat se comprometiese a una cuestión de confianza pasado el primer año de gobierno.

Curiosamente, pasado ese período, los que pidieron una cuestión de confianza a Aragonès fueron sus socios de Junts. Ese giro "insólito en cualquier parlamento", según manifestó Pere Aragonès en el pasado Debate de Política General, de pedir la confianza de un gobierno en el que se participa, provocó que unos días después, el 9 de octubre de 2022, hace justo un año, que Junts Per Catalunya abandonase el ejecutivo y dejase en solitario a ERC en el Govern y con tan solo 33 diputados de 135 escaños.

Primeros pasos

Sin embargo, una vez formado el Govern, con Jordi Puigneró, de Junts, en la vicepresidencia, y con otros 'juntaires' en puestos muy significativos como Jaume Giró en Economia o Josep Maria Argimon en Salud, la situación no rodaba mal a pesar de las lógicas discrepancias estratégicas y de la batalla que siempre han mantenido los dos partidos por hacerse con un espacio común a las dos formaciones. 

Incluso, a finales de mayo, transcurrido un año de legislatura, Pere Aragonès y su vicepresidente, Jordi Puigneró, comparecían en un un acto con gran solemnidad, y acompañados por todo el ejecutivo, para presentar los resultados de esos primeros 365 días de actuaciones. Bojo el lema, "Un Año Transformando Cataluña", ambas formaciones creían que la acción de gobierno había sido "positiva", anunciando que se había cumplido el 34% de las medidas pactadas, y nada hacía presagiar que aproximadamente medio año después, el presidente de la Generalitat cesaría a su vicepresidente que estaba justo a su lado compartiendo lo que consideraban un éxito.  

Aragonès y Puigneró presentando la acción de gobierno seis meses antes de la ruptura.
Aragonès y Puigneró presentando la acción de gobierno seis meses antes de la ruptura.
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No obstante, a pesar del supuesto buen clima entre ambas formaciones, Junts puso de manifiesto en su análisis del primer año de Govern que las acciones que se debían desarrollar en clave nacional y por la independencia no avanzaban con la fluidez deseada. Era una primera señal de lo que después vendría. 

Estrategia en clave nacional

En los próximos días se fueron sucediendo algunos hechos que ponían de manifiesto el incremento de la tensión entre las dos formaciones por la cuestión nacional. A rincipios de junio, en el Congreso, el portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, llamó "tarado" a Carles Puigdemont por haber proclamado la independencia. Ese fue uno de los primeros fuegos que tuvo que apagar Aragonès con un gesto de comprensión hacia Junts por su enfado. Pero la programada Mesa de Diálogo, y sobre todo, una reunión entre Pere Aragonès y el presidente Pedro Sánchez por el denominado 'Catalangate', de la que Puigneró dijo no tener información, no hizo más que agravar el incendio.  

Además, Junts se niega a participar en la Mesa de Diálogo porque quiere que puedan asistir como representantes Jordi Turull, o el entonces  secretario general de la formación, Jordi Sánchez, a lo que Aragonès se niega porque considera que el pacto de legislatura establece que han de ser parlamentarios, y ninguno de los dos es diputado en la cámara catalana. Las críticas a los resultados de la Mesa de Diálogo, y las críticas a la falta de información sobre las negociaciones, empiezan a ser una constante por parte de Junts, que pone así en tela de juicio una de las principales estrategias del Govern.

Finalmente, es necesaria una reunión para "mejorar la coordinación" entre las dos patas del ejecutivo. Salvada la situación en un primer momento, las críticas entre ambos lados de la mesa del ejecutivo se recrudecen, hasta el punto de que ERC acaba pidiendo "lealtad" a Junts y reclama que aclare su estrategia, y la formación de Borràs y Turull acaba pidiendo que Aragonès actúe como el presidente de un gobierno de coalición y no como "el líder de un partido". La falta de confianza mutua y la discrepancia estratégica ya eran más que evidentes. 

La puntilla de la Diada

Pero públicamente se seguía afirmando que la salud del Govern era buena más allá de las batallas de sus partidos. Era cierto que en el seno del Govern, los consellers de Junts no mostraban grandes diferencias, e incluso, hasta el último momento antes de la ruptura, se pronunciaron a favor de seguir en el ejecutivo. Incluso Jaume Giró seguía elaborando los presupuestos ajeno a cualquier problema y confiando en que saldrían adelante. Pero las discrepancias ya en el mes de septiembre a la hora de afrontar la Diada, con Junts acercándose a la ANC y su discurso contra la política tradicional, colmó el vaso.    

Reunión del Consell Executiu el 20 de septiembre de 2022, poco antes de la salida de Junts.
Reunión del Consell Executiu el 20 de septiembre de 2022, poco antes de la salida de Junts.
ACN

Todos estos factores se plasmaron en el debate de Política General poco más de medio mes más tarde. Por más que en declaraciones previas ambas partes manifestaron que se podría salvar la confrontación en la Cámara, lo cierto es que a medida que iban pasando réplicas y contraréplicas, la temperatura del debate fue subiendo hasta llegar a su momento álgido: el portavoz de Junts en el Parlament, Albert Batet, pidió al presidente Aragonès que se sometiese a una cuestión de confianza... y allí acabó todo.  

El vicepresidente Puigneró acabó siendo cesado, según Aragonès, por "deslealtad" por no haberle avisado de que plantearían una cuestión de confianza al Govern al que él pertenecía; y el cese del vicepresidente, inaceptable por parte de Junts, provocó una consulta a las bases de la formación sobre si tenían que seguir en la coalición de gobierno.  El 55,73% dijo que NO, que no había que continuar en el ejecutivo, frente al 42,39% que optaba por seguir gobernando. De eso, hace un año.

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