Ciencia

¿Somos envidiosos por naturaleza? La envidia tiene una razón evolutiva

La palabra envidia proviene de la palabra latina “invidia” que significa la consideración
de algo con malicia
Fotografía PIXABAYI

La envidia se define de forma oficial en nuestra lengua como: dolerse del bien ajeno o desear, apetecer algo que tienen otros. Se trata por tanto de una emoción social, ya que siempre conlleva una comparación con los demás; su valoración moral es muy peyorativa, hasta el punto de que es muy difícil que alguien admita sentir envidia, ya que se asume una cierta codicia por lo que los demás tienen e implica una inferioridad respecto a los demás. Así, la experiencia de envidia insana es desagradable y se relaciona con emociones de ira, culpa o infelicidad, también con el resentimiento por la sensación de injusticia, hostilidad y desventaja social.

Y sin embargo, llega la ciencia y nos demuestra que todos somos envidiosos, que se trata de una emoción genética y que la envidia tiene una razón evolutiva

Así lo recoge en su investigación el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Antonio Cabrales: la envidia es una respuesta evolutiva a la desigualdad, la cual se ha codificado en nuestros genes. Esto significa que el sentimiento de envidia que experimentamos cuando vemos a alguien con más recursos puede ser una reminiscencia de nuestros antepasados, que competían por recursos limitados para sobrevivir y para tener éxito reproductivo. En ese contexto primitivo era muy importante haber acumulado más recursos que el contrario, de manera que la victoria, para dominar la tribu u obtener la mejor pareja, no solo dependería de tener mucho, sino de tener más que el otro.

Es decir, los seres humanos están dispuestos a gastar recursos de todo tipo (monetario, esfuerzo, tiempo, etc) con tal de reducir las diferencias de bienestar respecto a otras personas.

Todas las emociones en su justa medida tienen un objetivo que puede ser muy positivo para nosotros

Aunque parece que la envidia es genética y por tanto universal, también es muy cierto que no todas las culturas fomentan igual este rasgo, nada tiene que ver Estados Unidos o Alemania con algunas sociedades comunitarias de Japón o de la India. La educación, los valores, el entorno laboral, el propósito o la religión son variables que influyen mucho en el auge de la envidia social.

Todas las emociones en su justa medida tienen un objetivo que puede ser muy positivo para nosotros a pesar de que la experiencia sea desagradable; como la tristeza nos sirve para encontrar apoyo social o el miedo nos mueve a la protección y la búsqueda de seguridad, la envidia también nos puede regalar una ventana hacia nuestras propias aspiraciones y carencias, nos muestra lo que necesitamos y a lo que nos gustaría evolucionar por lo que, bien canalizada y gestionada, nos impulsa a crecer y a mejorar.

Psicóloga y divulgadora

Soy madre, psicóloga y experta en salud mental perinatal. Me confieso una apasionada de la comunicación no verbal y la escritura terapéutica. Publiqué un libro: 'Se hizo el silencio' (Ediciones Alfar). En instagram soy alicia.natalmente.

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