Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

Conflictos distintos, distantes y conectados

Franja de Gaza.
Franja de Gaza.
EFE
Franja de Gaza.

El foco informativo de los últimos tres días se ha desplazado al sur de Israel —la Franja de Gaza—, aunque es más que probable que se acabe extendiendo por todo el país y por países limítrofes como Líbano, Siria, Jordania y Egipto, y no tan próximos como Arabia Saudí e Irán. El potencial desestabilizador de esta nueva guerra es enorme, habida cuenta de la zona en la que se produce y las repercusiones sobre el comercio internacional que pudiera alcanzar si se traslada a puntos estratégicos como el estrecho de Ormuz, el canal de Suez o el estrecho de Bab el Mandeb. 

La violencia extrema de las acciones, la difusión inmediata de imágenes de elevada crueldad y las, en algunos casos, novedosas técnicas de combate empleadas están a caballo de las acciones de terror propagandístico del Daesh en Siria e Iraq contra kurdos y yazidíes, así como las de la guerra de Ucrania, donde también se han empleado y se emplean por ambos bandos.

Algunos elementos a tener en cuenta: a diferencia de Ucrania, en Israel lo que vemos es una guerra convencional con rasgos asimétricos, entre los que figura la violencia terrorista directa del brazo armado de Hamás y otras milicias sobre población civil y la violación sistemática de las leyes y usos de la guerra. También se aprecia el uso deliberado del terror con fines políticos, propagandísticos y psicológicos, que responden a acciones planeadas en los tres campos. Las finalidades que persigue esta guerra son diversas y en estos momentos muy difíciles de precisar en cuanto a contenido y alcance.

Por una parte, parece claro que una acción de la violencia e intensidad como la que ha desatado Hamás pretende arrogarse en exclusiva el protagonismo de la lucha armada de los palestinos contra Israel, dejando a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en un papel secundario y pasivo que a buen seguro se negará a aceptar. Por otra parte, pone en evidencia que la pretendida invulnerabilidad de Israel no es tal y que el sueño de "arrojarlos al mar" es posible. Además, una visión más amplia pone en escena la ayuda de Irán tanto a Hamás como a la Yihad Islámica y a otras facciones terroristas asentadas en Israel, y que con motivo de este ataque están uniendo esfuerzos no solo en Gaza, sino en Cisjordania, la frontera con el Líbano por medio de Hezbolá y en algunas ciudades israelíes mediante infiltrados. Todo ello coincide en el tiempo con un gobierno de Israel que es el más débil de su historia y en el que coexisten tendencias aparentemente irreconciliables, uniendo a la amenaza exterior la debilidad interna.

La conexión que se da entre la guerra en Israel y la de Ucrania tiene que ver con el entorno, los apoyos principales y los actores secundarios. El entorno es terrestre —acotado— y marítimo, con una elevada carga estratégica en ambos casos por concentrar líneas de comunicación clave para mercancías, alimentos, gas y petróleo. Respecto a los apoyos principales, Estados Unidos se ha apresurado a anunciar su total respaldo a Israel aproximando elementos de la sexta flota a las costas israelíes en un inequívoco gesto disuasorio hacia otros estados que pudieran verse tentados de sacar provecho de la situación. Del Reino Unido y de la Unión Europea puede decirse otro tanto en el aspecto declarativo. Los países árabes y otros países de mayoría musulmana tienen una opinión bien distinta, que va de la condena a la reacción israelí a la justificación de todas las acciones de Hamás y resto de milicias implicadas en los ataques terroristas, que no consideran tales.

Finalmente, están los actores —desgraciadamente, secundarios— como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que, convocado de urgencia por Brasil, concluyó sin una condena unánime a Hamás y mostrando su preocupación por la población civil, los rehenes y las posibilidades de escalada del conflicto en la región. Lo mismo pasará muy probablemente con las convocatorias de la Liga Árabe, el Consejo de Cooperación del Golfo y otras organizaciones internacionales. "Ni una mala palabra ni una buena acción". La inestabilidad crece y las medidas para contenerla no se vislumbran; demasiadas crisis encadenadas en poco tiempo. Es la hora de los verdaderos estadistas y de los grandes acuerdos entre quienes pueden adoptarlos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento