Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Otra vez

Un soldado israelí inspecciona una casa destruida.
Un soldado israelí inspecciona una casa destruida.
EP
Un soldado israelí inspecciona una casa destruida.

Sé que hay agotamiento absoluto por las noticias, por la actualidad, por lo que pasa en el mundo. Que hay agotamiento y cierto aislamiento: no soportamos ni una emergencia más. Nuestra ansiedad rozó los límites aconsejados tras la pandemia, se volvió a rebasar cuando estalló la guerra de Ucrania, ¿y ahora? Ahora muchos miran con el rabillo del ojo lo que está pasando en Israel, creyendo que todo aquello nos sigue quedando muy lejos, que es un conflicto demasiado antiguo, demasiado repetido y que esto es un episodio más, pero atentos porque puede estallar como un polvorín dependiendo de cómo se posicione la comunidad internacional, de los apoyos que reciba Israel de los países de alrededor y de los apoyos y simpatías que recoja, ya no Hamás, sino el pueblo palestino. No hace falta que les diga que un conflicto como este acaba dinamitando cualquier economía. Lo del invierno pasado puede parecer una broma si esto se prolonga o si el conflicto se expande.

Palestina no es Hamás y Hamás no es Palestina. Aislar toda la franja, asfixiarla sin dejar que entre comida, cortándoles el agua, la luz, va a provocar que esa zona, de apenas 360 kilómetros cuadrados y con más de dos millones de habitantes, acabe convirtiéndose en un enorme cementerio. Israel ha estado bombardeando las vías de salida de los gazatíes, sobre todo por el sur. Y mientras, Hamás sigue bombardeando objetivos israelíes, y conforme más ataca, más dura es la respuesta de las tropas israelíes. En medio, como siempre, los civiles, de uno y de otro, insisto, en uno y en otro lado.

Todos dan por descontada la incursión terrestre de Israel. Todos dan por descontado que la franja de Gaza acabará arrasada. ¿Pero qué pasará después?, ¿qué hará Israel? ¿Retrocederá?, ¿ampliará sus asentamientos? Netanyahu tenía ya de por sí una situación de debilidad importante. El golpe y el salvaje ataque de Hamás le ha dejado en una posición delicada; sus poderosos servicios de inteligencia han recibido una humillación sin precedentes.

Nadie vio venir lo que pasó el sábado, nadie detectó los entrenamientos de los terroristas de Hamás. Estuvieron ensayando cómo sobrevolar la franja y llegar en parapentes hasta sus objetivos. Su enorme agujero de seguridad es una mancha enorme para sus servicios secretos. Han dejado a un país expuesto. Han convertido a Israel en un país mucho menos seguro que antes del ataque del sábado. Y estos días quieren demostrar que siguen manteniendo músculo militar.

Me temo que nos quedan bastantes días de estar atentos a todo lo que ocurra en esa zona, de ver cómo se mueven los apoyos, las posiciones… Y de ver cómo cientos, miles de ciudadanos sufren las consecuencias.

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