En un tiempo en el que los eufemismos están a la orden del día, las manifestaciones son actos abiertos y la amnistía gestos de generosidad, las acciones bélicas deben ser "proporcionadas". Como si en una guerra existiesen las proporciones y las medidas, como quien hace una tarta con un gramo de azúcar y medio de levadura, pero no te pases con la levadura que luego ya sabes lo que pasa. Pues eso, unos puñados de tiroteos y unos pocos bombardeos, pero no se pasen con los bombardeos que ya saben lo que pasa, y lo que pasa es Gaza. Pedir una respuesta proporcionada a Israel frente a los atentados terroristas perpetrados por Hamás, además de un eufemismo, es una hipocresía como la copa de un pino. Es como querer solo un poco; maltratar, pero no mucho; violar, pero no del todo; u odiar a medias. Perdónenme, pero eso no existe, o se mata o no, o se quiere o no, en esto no existen los términos medios y desgraciadamente aquí perdemos todos.

Los únicos límites que existen en la práctica de la violencia son el cumplimiento de la legalidad y los derechos humanos, algo que deben respetar todas las partes, pero sobre todo las que se llaman democráticas. De los terroristas solo se puede esperar lo peor, como han demostrado. La comunidad internacional debe dejar de ser tibia, posicionarse y actuar de manera implacable para que dejen de morir civiles inocentes. Gaza no es el escenario de un videojuego donde solo se dispara a los malos, con cada bombardeo mueren cientos de personas, de las buenas. En solo 10 días de ofensiva israelí, han fallecido más civiles que en dos meses durante la guerra de 2014. Cada día es una nueva pantalla y esto solo puede acabar peor, con game over para todos.