La comprensión lectora se desploma en España por el 'boom' tecnológico: "La lectura es la base del éxito o el fracaso escolar"

Imagen de archivo de una niña leyendo.
Imagen de archivo de una niña leyendo.
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Imagen de archivo de una niña leyendo.

Leer. Del latín legere. "Pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados". También "comprender el sentido de cualquier tipo de representación gráfica" o "entender o interpretar un texto de determinado modo". Tres definiciones de la Real Academia Española (RAE) que están perdiendo fuerza entre las nuevas generaciones. Los últimos datos apuntan a un importante deterioro de la comprensión lectora entre los niños españoles por el aluvión tecnológico, agudizado por la pandemia. Las consecuencias, según vienen alertando los expertos, pueden ser graves: desde el fracaso escolar, a la ausencia de pensamiento crítico o la merma de su expresión son solo algunas de ellas que, de hecho, ya están empezando a manifestarse.

En solo cinco años, los alumnos de 9 a 10 años españoles empeoraron siete puntos en comprensión lectora, según el informe PIRLS 2021, que evaluó a los estudiantes de 4º de Primaria. De los 57 países analizados, España se sitúa en el puesto 21 junto con Nueva Zelanda y una puntuación de 527, un punto inferior a la media europea (528) y más lejos del promedio de la OCDE (533). Aunque la tónica general, en dos tercios de los países que participaron en la investigación, es la de un descenso del rendimiento medio en lectura entre 2016 y 2021. Una situación que, según el informe, refleja el claro impacto de la crisis sanitaria. 

"Durante la pandemia hemos tenido a los niños encerrados en casa durante meses, primero, y luego con confinamientos parciales. Después vinieron también las mascarillas. Ya vimos que los niños que tenían un año tras el confinamiento iban por detrás de lo esperable en desarrollo del lenguaje", cuenta a 20minutos Llorenç Andreu Barrachina, investigador de trastornos del lenguaje de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de Educación. Al final, dice, la comprensión oral también es crucial para descifrar un texto. 

El problema es que eso llegó sobre una base que ya de por sí se tambaleaba. Las nuevas tecnologías, y la inmediatez y entretenimiento constante que estas ofrecen, llevaban años calando en el desarrollo lingüístico de los niños y adolescentes. La pandemia lo único que hizo es acelerar y agravar ese problema. "Tenemos niños que están acostumbrados a la inmediatez, a la rapidez, a la dopamina y a tenerlo todo ya, rápido. Enfrentarse al texto es un trabajo al que no están acostumbrados, y competimos con unos medios que son muy atractivos para ellos", explica Carme Anglès, directora del área de Lengua Castellana y Literatura de Secundaria de la Editorial Vicens Vives.

Además, añade, ese boom de la digitalización se ha dado también en las escuelas, donde los materiales educativos son cada vez menos analógicos y más digitales. "Algunos países de Europa ya se están echando para atrás, por algo será. No hay que estar en contra de las nuevas tecnologías, pueden ser muy útiles, pero en su justa medida y para funciones concretas. Creo que el papel y el texto son muy importantes. Tocar los libros, tocar los textos, corregirlos, escribirlos… es fundamental para la capacidad y la atención. Con las pantallas no conseguimos los mismos resultados", sostiene Anglès.

Como dice Andreu: "A leer se aprende leyendo". Y el uso de las tecnologías, dice, va en detrimento de las horas de lectura. "Lo que está pasando en muchas casas es que las horas que dedicarían a la lectura se están dedicando a utilizar el móvil. Leer requiere un esfuerzo cognitivo, en cambio, te puedes pasar dos horas en Instagram sin siquiera enterarte", añade. La mayoría de aplicaciones móviles están diseñadas precisamente para eso, para mantener la atención en un bombardeo de estímulos constante. "Imagínate la comparación de un libro en el que 'solo' hay papel y letras; frente a un objeto que genera música, movimiento… no tiene nada que ver. La competición la gana el móvil por kilómetros", incide el investigador.

Así lo muestran también los datos: el 64% de los niños de entre 8 y 16 años en España está más de tres horas frente a una pantalla entre semana; y ocho de cada diez pasan casi cinco horas al día con un dispositivo tecnológico durante los fines de semana, según un informe presentado en abril por la Gasol Foundation. En cuanto a los adultos, un informe de la plataforma Empantallados alertó de que ya pasan una media de 11 horas frente a cualquier pantalla. Más tiempo del que pasan durmiendo. 

Un motor para el abandono escolar

Las secuelas de ese menoscabo en la comprensión lectora pueden ser devastadoras y determinantes en la vida de estos niños y adolescentes. El abandono escolar es, quizás, la consecuencia más directa. "La lectura es la base del éxito o el fracaso escolar", subraya Carme Anglès. Lo mismo dice Andreu: "En el sistema educativo, los niños aprenden primero a leer, y después aprenden leyendo". Ambos coinciden en que el efecto principal es un incremento del abandono escolar. A menor comprensión lectora, más frustración, menor nivel educativo, menos oportunidades laborales, menos ingresos. "Tiene un impacto importante para la vida y el desarrollo de esa persona", asegura el profesor de Psicología y Ciencias de Educación de la UOC.

Además, incide, Anglès, la competencia lectora es esencial en el desarrollo del pensamiento crítico, por lo que su ausencia o disminución nos hace mucho más vulnerables a la manipulación. "Es una herramienta fundamental para diferenciar la información veraz de lo que no lo es", dice. 

"Una pérdida de competencia lectora afecta también a cómo tú expresas las emociones"

Y ya de una forma más indirecta, pero igualmente determinante, está el efecto que tiene a nivel psicológico y emocional. Si se lee menos, si se comprende menos lo que se está leyendo, se adquiere menos vocabulario, menos capacidad de expresión y de comprensión de las emociones. "El lenguaje es una herramienta de regulación. Nos permite tranquilizarnos a nosotros mismos cuando nos ponemos nerviosos; pero también a expresar un problema con el detalle, con la amplitud y con la profundidad que quieras a los demás. Entonces, una pérdida de esa competencia afecta también a cómo tú expresas las emociones", explica el docente.

"Hay que ponerse las pilas"

No hay una única solución válida para atajar esta problemática. Lo que sí señalan ambos analistas es la importancia de involucrar a toda la comunidad educativa. Familias, docentes y alumnos. Al final, los adultos son también víctimas de esa adicción a las tecnologías, y los niños no hacen más que reproducir lo que ven en casa en muchas ocasiones. Es, según Andreu, "un pez que se muerde la cola". Más de uno de cada tres españoles asegura, de hecho, que no lee nunca o casi nunca, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2022

"No es volver atrás, es adaptarnos a los nuevos tiempos. Y para ello hay que impulsar políticas específicas y programas de buenas prácticas. Pero hay que ponerse las pilas. Empezar a dar formación a los docentes, reforzar la figura del profesor de lectura... y verlo como algo interdisciplinar", defiende Anglès.

Además, a juicio de Andreu, debe abordarse desde las primeras etapas educativas, aprovechando que la tasa de escolarización en el primer ciclo de Infantil es considerablemente alta en España. "¿Y si empezamos a trabajar de una manera sistemática y organizada aquellas habilidades de lenguaje oral en educación infantil que facilitan el aprendizaje a la lectura?", se pregunta el investigador. Hacer eso, dice, supondría "matar dos pájaros de un tiro": primero, el de las habilidades del lenguaje oral, que es sobre las cuales se va a erigir el lenguaje escrito. "El lenguaje oral son los cimientos para poder construir el edificio del lenguaje escrito, de la lectura y la escritura", concluye.

Redactora '20minutos'

Como redactora de Sociedad, sigo de cerca las informaciones de Igualdad, Educación, Sanidad y Derechos Sociales en la sección de Nacional de 20minutos desde 2021. Antes, me curtí durante dos años en la sección de Última Hora y Cierre. Me crié en Barcelona, pasé por Teruel, aunque Madrid es mi casa desde 2013, donde me gradué en Periodismo en la Complutense. Algo melómana y muy feminista, también cuento las historias de quienes tienen menos voz.

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