Mariano Gistaín Periodista y escritor
OPINIÓN

Los separatismos son el único contenido de España

Miles de personas se concentran en Barcelona por la independencia.
Concentran en Barcelona por la independencia.
MIQUEL TAVERNA
Miles de personas se concentran en Barcelona por la independencia.

España necesita a los nacionalismos para tener contenidos. Es una forma diferente de ver la monserga de siempre. El servicio que prestan por aportar memes a la olla imaginaria sale caro en dinero y vidas, es atorrante y es un desperdicio de energía, pero cuando no hay capacidad para generar contenidos propios, algo que pueda ilusionar, hay que subarrendarlo o externalizarlo.

La creación de memes es tan esencial para una comunidad como la sanidad o la educación, aunque ambas están tan apagadas que ya no sirven de ejemplo. Más preciso: la creación de memes es tan esencial para una comunidad como la defensa, el ejército, la policía, etc.

España no produce memes propios desde, al menos, la pérdida de Cuba, las guerras de África, la República, etc. Y todos malos, memes de pérdida y desastre. Excepto la República, que no cuajó. No fueron historias de éxito.

El siguiente gran contenido que sí fue un hito de progreso y mejoría, al menos hasta el crack del 2008, fue la Transición. Por fin, tras siglos de guerras civiles, invasiones, caciquismo estructural y, en el mejor de los casos, melancolía y enfurruñamiento, España hizo algo bien: en vez de matarse pactaron algo mínimo y básico. Desde el Compromiso de Caspe, la creación de la Corona de Aragón y el ímpetu de 1492 no se había visto algo tan guay.

Por eso cuando algunos países de hispanoamérica revisan y denigran el Descubrimiento hasta nos sirve de remota y efímera alegría porque lo tenemos olvidado y sepultado en la abrumadora serie estadística de fracasos.

Este supermeme de éxito, –la Transición–, el primero desde 1492, se confirmó (y esa fue la mejor validación), con la entrada en la CE, luego Unión Europea, o sea, Europa, en 1986; y luego en la OTAN, lo que permitió entretener y dar glamour a los militares en el ancho mundo y les disuadió de reanudar la tradición de actuar en el interior, lo cual no fue un éxito menor ya que la última asonada fue tan tarde como en 1981, ya en democracia.

La lógica euforia por éxitos tan inéditos y el fulgor del neoliberalismo culminaron con las proclamas fanfarronas de un presidente que osó reprochar ¡a Alemania! su peor rendimiento. Claro que ese presidente llegó a poner los pies en la mesa de su homólogo (si se pudieran equiparar) de Estados Unidos, aunque fuera a costa de apoyar una invasión de Irak basada en mentiras tan burdas como la existencia de armas de destrucción masiva. Por esta mentira han pedido perdón otros integrantes de aquella entente.

El meme del éxito económico (a crédito) reventó con las hipotecas subprime de USA y desde entonces no ha habido fuerza ni credibilidad para proponer y fomentar ningún contenido que recompusiera aquel hit orteguiano de sugestivo proyecto de vida en común. Destellos líricos como la reconquista del Islote Perejil o la creación de la marca España en lo peor del crack, mejor yacerían en el piadoso olvido. El Mundial de 2010 y las Eurocopas de 2008 y 2012 aliviaron algo el largo estertor.

Esta desidia o incapacidad de España en crear y mantener contenidos de calidad sobre sí misma ha dejado en manos de sus separatismos esa tarea

Así pués España, a pesar de sus innumerables organismos destinados a crear contenido propio susceptible de crear conciencia de comunidad y cierta ilusión de futuro, no ha sabido proponer y culminar nada.

El crack del 2008, el descrédito de la política y el fallo multiorgánico del mundo hasta hoy ha cuestionado –en parte con razón– todos los éxitos anteriores, o sea, el éxito de referencia. Los esfuerzos para reavivar la épica y la vigencia de la Transición chocan a menudo con los hechos. Así, los nacionalismos hubieran dispuesto de menos poder con otra ley electoral, etc.

Largo tiempo sin memes. El vacío no existe, o es muy caro, así que los nacionalismos, ante la ineptitud o dejadez de la madre patria, han tomado el relevo. Ellos crean y mantienen con extraordinario vigor los memes de la época. Es una brasa absoluta pero es algo. Parece que España, con su incapacidad de crear, ha delegado inconscientemente (nunca mejor dicho) en los presuntos separatismos la ardua tarea de producir contenidos. A fin de cuentas toda la monserga independentista se refiere a España, aunque sea para repudiarla, hasta tal punto que quizá sin esa referencia no sabrían qué hacer.

Esta deslocalización de memes sale muy cara y además, por su propia dinámica, puede acabar con la parte principal destrozada (lo que sería nefasto para las partes díscolas, que tendrían que competir en el mundo sin esa referencia que, aún como enemiga, es su única referencia y razón de ser).

Esta desidia o incapacidad de España en crear y mantener contenidos de calidad sobre sí misma ha dejado en manos de sus separatismos esa tarea. La han hecho a conciencia para ellos, minando la solidez del conjunto. Pero han llegado a tal punto que la parte que se ha quedado sin relato, sin memes valiosos, empieza a reclamar por primera vez cierto protagonismo. Como en la práctica (debido a una ley electoral que favorece a los separatismos) España los necesita para funcionar y no es capaz (tampoco) de cambiar eso (esa ley), se encuentra en el dilema de renegar de ellos, con lo cual les prolonga o renueva su posición de creadores y exportadores alternativos de memes, o bien se apresta a crear un meme, un relato que los englobe en armonía e igualdad –también fiscal–, con el olvidado resto.

Esta opción es de tal magnitud que sería un supermeme comparable al éxito del paso de la dictadura a la democracia llamado Transición.

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