Vivimos tiempos muy convulsos, pero que muy convulsos. Tiempos de cambios. Solo hay que leer un poco de historia para darse cuenta de que el mundo pasa, a menudo, por estas coyunturas. Resumiendo, no es la primera vez que pasamos por estas situaciones que provocan inseguridad, ansiedad y miedo.

Con todo, hoy, estos tiempos confusos se agravan con y en las redes sociales. Es allí, en las redes, donde todo se magnífica y manipula por mentes carcomidas por el odio y por delincuentes al servicio de aparatos de la desinformación.

Sirva como ejemplo de lo que digo la atroz barbarie cometida por los terroristas de Hamas el 7 de octubre contra civiles israelíes. Más de 1.300 personas, entre hombres, mujeres y niños, fueron salvajemente asesinados y más de 150 secuestrados. Cuando familias enteras son quemadas vivas, no hay espacio para oraciones adversativas.

Más claro: no hay lugar para los “peroesque”, sin embargos, aunques …”. Como tampoco los hubo en los actos terroristas del 11-M en Madrid y en los del 17-A en Barcelona y en el 11-S en Nueva York y en ... El terrorismo es terrorismo, sin peros.

Es un despropósito que, ante cualquiera de los atentados que he descrito anteriormente, los haya que los avalen indirectamente al contraponer la barbarie con las situaciones que se pudieran dar en territorios o colectivos concretos. Y no se quedan ahí, acusan, sin pruebas, a sus enemigos, como es el caso de la masacre del hospital de Gaza. Y continuaran haciéndolo, aunque haya pruebas de lo contrario.

Israel sabe que siempre va a perder el relato en los medios. Lo que el gobierno de Israel no sabía o sí es que en el seno del ejecutivo español hay ministras, como la señora Belarra, que no sabe todavía que, como integrante del ejecutivo, no puede decir lo que le venga en gana. Belarra sabe que Sánchez no la va a cesar: no puede. Debería, por incompetente e ignorante.