OPINIÓN

¿Los juguetes tienen género?

Interior de una juguetería.
Interior de una juguetería.
María José López / EP
Interior de una juguetería.

Antes de que mi hijo naciera le compramos un montón de juguetes neutros de esos que no tienen sexo. Huimos del manido azul vs. rosa, no porque le tuviéramos aversión, sino porque no queríamos condicionar sus gustos. El caso es que pasó los primeros meses divirtiéndose de lo lindo con sus bloques y muñecos sin género, hasta que una tarde se nos ocurrió entrar en una juguetería. Se lanzó a cada coche como si fueran lingotes de oro. Total, que tuvimos que llevarnos un monovolumen de juguete a casa que desde entonces se ha convertido en un concesionario. Dicen que en esto de elegir juguetes hay un punto de imitación a los padres, pero ni su madre ni yo somos muy de motor. Vamos, que yo aprobé el carné a la sexta.

El examen que mi hijo no aprobaría es el de las campañas de juguetes de consumo que se repetirán estas Navidades para romper con los estereotipos. Y tampoco mi hija, y eso que aún gatea. La estrategia con ella fue la misma, tirar de juguetes neutros, aunque se sumaron los coches del hermano mayor. Les hizo poco caso, estaba más centrada en una medusa que al agitarla suena un temazo de Mozart, hasta que fuimos a casa de las primas y se encontró una muñeca. Llegaron los grititos de emoción al cogerla y los llantos si se la quitábamos. Total, que la pobre medusa ha acabado arrinconada por el Nenuco.

Mis hijos parece que son sexistas, y eso que aún no saben ni contar hasta diez. ¿Por qué han terminado eligiendo juguetes clásicos pese al intento de rodearlos? Las teorías que dicen que el entorno condiciona el deseo para elegir los juguetes no encajaban con mi experiencia, así que busqué en Google otra explicación. Me encontré con la de Frans de Waal, psicólogo y primatólogo que ha comprobado que los chimpancés machos prefieren jugar con coches y pelotas, y las hembras con muñecas. Por proximidad entre especies extrapola sus comportamientos al humano, recordando que a través del juego se practican comportamientos innatos. De sus conclusiones se puede sacar que los juguetes no tienen sexo, pero los niños sí y eso se lo otorga. La predisposición no es tanto a tareas como a objetos cargados del condicionante de género, que es el rol social y de lo que deberían carecer los juguetes. El error es de enfoque porque el problema no es el sexo ligado a los juguetes, sino la desigualdad de género entre ellos.

¿Por qué han terminado eligiendo juguetes clásicos pese al intento de rodearlos?

El sistema en el que vivimos asocia lo masculino a competencias ideales para el poder, y lo social y emocional, históricamente ligado al género femenino, como menor. El sexo de los juguetes tiene el significado de género que entre todos hemos decidido darle. Y quizás de eso mismo pecamos con nuestros hijos neutralizando el sexo de sus juguetes… o igual es solo que entre tanta deconstrucción se acaba olvidando que los coches y las muñecas, por encima de sexos y géneros, tienen que cumplir con una función: divertir.

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