Animaleros

"Mi hijo es un hurón": las familias multiespecie se abren paso en España

En el mueble del estrecho salón hay un marco con tres fotos. En otros tiempos, esta posición de honor correspondería a estampas de algún viaje familiar, de la comunión de los niños de la casa o de los abuelos. Pero son tres perros: Hachiko, Sparky y Dama, las primeras mascotas que tuvo Lorena García.

Esta joven de 29 años vive ahora con su pareja, Luisen Zegarra, de 26, una perrita de un año, Akanna, que es la primera en saludar efusivamente a los recién llegados, y cinco gatos, de los que describen su personalidad como si se tratara de sus propios hijos: "Nolan es el bueno, Gwen Stacy es la que más reclama atención, todo el día chillando, Kika ronronea automáticamente cuando la tocas, el Sebas es como el papá de manada y el pequeño Mochi, el más cauto. Cuando aparece, decimos que va a ser un día de buena suerte". Completa el pequeño zoológico una periquita, la sargento Blue, que observa, inalterable, toda la algarabía del salón desde la seguridad de su jaula.

"Nosotros somos una familia multiespecie", declara Lorena, mientras acaricia a una de sus gatas, que van y vienen por el salón saltando del suelo al sofá y del sofá a la mesa de centro. A su lado, Luisen hace lo propio con la perra Akanna, que juguetea con un palo de plástico entre los dientes. "Son nuestros hijos, para mi son como mis niños", afirma Luisen. "Yo no me planteo tener hijos porque la cosa está muy complicada económicamente y por todo lo que conlleva, yo he tenido muchos hermanos y no".

Luisen y Lorena con tres de sus cinco gatos.
Sergio García

España es uno de los países con la tasa de natalidad más baja del mundo -6,9 nacidos vivos por cada 1.000 personas en 2022-. La tendencia es a un claro descenso desde 2008 cuando se alcanzó el mayor pico desde los años 80 impulsado por la población inmigrante. En paralelo a este proceso, que se está dando de forma similar en todo el mundo occidental, algunos datos, no tan ilustrativos, sí llevan a pensar que las familias españolas cada vez tienen más mascotas a su cargo.

Aunque es difícil ofrecer cifras fiables -la identificación mediante chip o anilla de mascotas no ha sido obligatoria hasta la aprobación de la Ley de Bienestar Animal en septiembre- la ANFAAC (Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía) estima que en total hay unos 30 millones de mascotas en España (0,6 por persona). La especie más numerosa son los perros, con más de 9 millones, seguidos de peces, 7,8 millones; gatos, 5,8 millones; y pájaros, 5 millones.

En España hay más de 30 millones de mascotas. Según el secretario general de ANFAAC, Santiago de Andrés, estas cifras demuestran la buena salud del sector y reflejan el incremento de los censos de perros y gatos durante la pandemia por COVID-19.
Estudio de Censos 2021 ANFAAC y Veterindustria

"La sensación que tenemos los veterinarios es que sí, que cada vez hay más, pero a lo mejor también es que cada vez se identifican más y entonces se tienen más controlados", explica María Luisa Fernández, responsable del Área de Animales de Compañía del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España (OCV).

Para la veterinaria, "uno se lo piensa mucho antes de tener un hijo y se lo piensa un poco menos antes de tener un animal de compañía y viene a suplir un poco ese algo que cuidar que necesitamos todos", pero advierte de que "la gente no se imagina la necesidad de cuidados que implica el tener un animal de compañía, que no es solo sacarlo a pasear, es darle de comer, es que hay que pensar que en las vacaciones qué se va a hacer con él, es que si tiene un accidente y se rompe una pata, hay que operarlo y hay que tener medios suficientes para llevar esas cosas adelante…".

La compañía de sus animales compensan con creces todos estos inconvenientes a Lorena y Luisen, al igual que a la inmensa mayoría de dueños de mascotas -los abandonos llevan años estables o en descenso-. "La perra Kana siempre viaja con nosotros, ha recorrido todo el norte de España, Francia y Portugal. Camperizamos un 208 y dormimos los tres ahí", declara Luisen. "Y para las gatas, pues tenemos a nuestros padres aquí en Alcorcón y nos los cuidan, así que no hay problema".

- ¿Tendréis más animales en el futuro?

- "Sí, el plan de futuro es comprar una casa más grande y tener un terreno grande para que puedan corretear y salir y entrar. Conlleva dinero, pero bueno, es un proyecto a largo plazo".

Una predisposición natural a ser cuidadores

Aunque pueda parecer un fenómeno actual y occidental, las mascotas han acompañado al ser humano desde la prehistoria. El perro, que no es otra cosa que un lobo domesticado, fue el primer animal en convertirse en mascota, esto es, animales domesticados con los que desarrollamos vínculos emocionales que exceden la utilidad práctica.

"Es difícil de precisar, pero se cree que hace 40.000 años desarrollamos la capacidad de pensar a otros animales como individuos sociales", declara el doctor en psicología Marcos Díaz Videla, dedicado a la antrozoología, el estudio del vínculo humano-animal. El psicólogo, admite que la posmodernidad ha sido un espacio fértil para "nuestra predisposición natural para vincularnos con otras especies", pero no ve un nexo causal entre el aumento del número de mascotas y el descenso del número de hijos: "Más bien, los mismos factores que favorecen un fenómeno, favorecen también el otro".

¿Cumplen los animales el papel de los hijos que muchas familias no tienen por diversas cuestiones? Para Díaz Videla, las mascotas "nos permiten desplegar nuestra predisposición a ser cuidadores con la que evolucionamos", pero no son un sustitutivo de los hijos. “Toda forma de relación tiene solapamientos con otras y tiene particularidades. De modo que el vínculo con nuestros animales comparte prácticas parentales del cuidado de hijos. Esto sucede tengas hijos o no”.

"El vínculo con nuestros animales comparte prácticas parentales del cuidado de hijos. Esto sucede tengas hijos o no".

Si te la cruzas por la calle o en el portal, Valentina no ladra, se muestra incluso amigable. Pero en cuanto sobrepasas el umbral de la puerta, la perra emite un quejumbroso aullido que repite machaconamente durante unos minutos. Siempre es difícil saber qué comunican los animales, pero es lógico pensar que está advirtiendo al recién llegado de que este es su territorio, el hogar donde ha vivido durante los últimos 14 años de su larga vida. Al poco tiempo, se tumba junto a sus dueños y se deja acariciar apaciblemente.

"Yo he tenido siempre muy claro, no me preguntes por qué, no tener hijos. Es una cosa que no me ha llamado nunca nunca, no me veía yo ni empujando un carrito, ni educando a nadie, para mí era una cosa como que no era para mí, pero, sin embargo, el tema de los perretes, de los gatos, compartir mi vida con un animal ha estado siempre", declara Encarni Ruiz, de 52 años.

Encarni y Miguel, con su perra Valentina.
Sergio García

Esta economista de 52 años vive con su pareja, Miguel Morea, de 53, en un loft en Getafe, al sur de Madrid, con su perra Valentina y su gata Kene. Cuando se mudaron a vivir juntos, con apenas 30 años, Encarni venía, en palabras de Miguel, "con paquete". El paquete era Caín, "el perro más cabrón del barrio", que, sin embargo, congenió muy bien con su nuevo padre adoptivo. Desde entonces esta pareja siempre ha vivido con animales -perros y gatos- y la posibilidad de tener hijos fue quedando siempre relegada.

"La relación con los animales es mucho más sencilla y mucho más auténtica sin ningún interés. Creo que mucha gente tiene hijos esperando a que en su vejez les ayuden y estén pendientes el perro sabes que no, el perro va a estar ahí contigo si te va mal, si te va bien independientemente de intereses inventados por los humanos el animal va a estar siempre ahí", declara Encarni.

Para Miguel, la decisión de tener hijos tenía que "llamar" y, lo cierto es que nunca llamó. Pero no vincula esa decisión vital con el hecho de haber tenido siempre animales. Sí entiende, en cualquier caso, que la "necesidad de dar cariño o cuidado que podemos tener las personas se proyecta en ternura hacia el animal. Cubren esa parte sin duda. Igual que tienes cariño con tu pareja o con tus hijos, de hecho la relación con ellos es en gran parte ternura y en gran parte cariño, con ellos raramente te enfadas, siempre es la parte buena de una relación".

Perros, gatos… y hurones

En una esquina del salón, amplio y luminoso, hay una mesita. Sobre ella, tres fotos, de las tres mascotas que murieron, a modo de altar para el recuerdo. Dos gatos y una hurona. Estos pequeños mamíferos, domesticados desde hace 2500 años para la caza de conejos se están convirtiendo en una mascota cada vez más popular en España. Francesca Leo, de 26 años, y Oriol Lozada, de 29, son ahora padres de otros cuatro. Y no es una forma de hablar, ambos se refieren a ellos como a sus propios hijos.

"A mi madre le hago muchas veces la broma: 'Mamá, tú ya eres abuela, ¿No ves todas las bendiciones peludas que tienes?'", declara Francesca, que, junto a su pareja, tiene también tres gatos y un perro. Uno de los cuartos de la casa está dedicado a los hurones. Tres grandes jaulas y un fuerte olor son todo lo que evidencia que este es el espacio de estos silenciosos animales que duermen durante 18 o 20 horas al día.

Francesca y Oriol, sostienen en los brazos a dos de sus cuatro hurones.
Sergio García

Un informe de análisis y caracterización del sector de los animales de compañía publicado en 2015, el último en ver la luz, cifraba en 10.720 el número de hurones -la cifra real actual sería mucho mayor- que había en España, la tercera especie de mamíferos de compañía más habitual, muy por detrás de perros y gatos.

La nueva Ley de Bienestar Animal que entró en vigor el pasado 29 de septiembre, al igual que la normativa europea, sitúa en la misma categoría a perros, gatos y hurones. Esto incluye la consideración como animales de compañía, la obligatoriedad de esterilizarlos en los centros de protección animal y de ponerles un microchip identificativo y la prohibición de su venta en tiendas de animales.

Oriol y Francesca no solo tienen sus cuatro hurones, sino otros dos que tienen en acogida, a la espera de encontrarles un hogar definitivo, en colaboración con la organización Echamos una patita.

"Son animales muy delicados. Para empezar, que no son en sí mascotas, como un perro o un gato. Son animales que hace poco, realmente, son mascotas. De hecho, tienen la dieta de los gatos, de carnes, no se les conoce del todo", declara Oriol. "Esta hurona me ha dado mucho susto, porque son animales que no te dicen que están mal. No es como un perro, un gato que llora, está ahí quieto, se te va, lo ves delgado. De hecho, estuve a horas de perderla, de que se muriera alguna vez, porque no sabíamos lo que le pasaba".

Oriol también estuvo durante una interminable hora y media buscando a otro de los hurones, pensando que había escapado, para encontrarle hecho una bolita en un colchón doblado. "No te responden, no es como un gato que si haces ruido con comida y tal, viene, no, no, no. Los hurones… pasan, pasan de ti", explica Francesca.

Con todo, Francesca los ve como sus propios hijos. "Si yo tengo que elegir entre tener un hijo y un animal, prefiero tener un animal", declara categórica. Oriol, detrás de ella, no es tan contrario a la paternidad humana, pero sí que coincide con su novia en que sus mascotas cumplen el papel de su progenie. "Los animales tienen ese algo que hacen que te enamores de ellos. Al final son como unos hijos con pelos y más pequeñitos".

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Redactor 20minutos

Escribo reportajes sobre cuestiones sociales desde conflictividad laboral y desigualdad económica hasta tendencias y consumo, con el denominador común de ser historias contadas a través de vivencias personales de sus protagonistas. Anteriormente, he cubierto información local y economía en 20 Minutos y fui corresponsal freelance en Colombia y Reino Unido.

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