Juan Carlos Blanco Periodista y consultor de comunicación
OPINIÓN

Inflamados

Pedro Sánchez durante su intervención en Bruselas.
Pedro Sánchez durante una intervención en Bruselas.
EFE
Pedro Sánchez durante su intervención en Bruselas.

No sé si las cesiones masivas de Pedro Sánchez a los independentistas a cambio de los votos que le permitirán mantenerse en el Gobierno desinflamarán Cataluña, como nos promete el propio presidente, pero lo que me preocupa ya no es tanto lo que se desinflame en esa comunidad como lo que se inflame en el resto de España.

Será que soy alérgico a los conflictos y que no disfruto en situaciones tan tensas, pero estoy deseando que pase cuanto antes esta etapa de negociaciones del Gobierno que nos tiene a garrotazo limpio a todos los españoles en los medios de comunicación, en las redes sociales y en nuestras conversaciones personales con amigos y familiares.

No había que ser Nostradamus para darse cuenta de que amnistiar a un prófugo alocado como Puigdemont a cambio de sus siete votos y darles a los separatistas todo lo que quieran como si les hubiera tocado la lotería del 23-J iba a subir la temperatura de nuestros termómetros. España no se rompe en absoluto, pero sí se irrita.

Quizás lleguemos al reencuentro total que se ha inventado Pedro Sánchez para definir la amnistía y el resto de los regalos a sus nuevos aliados, pero, de momento, en lo que estamos es en una etapa de bochorno total.

El presidente que iba a darlo todo en defensa de los intereses de España lo está dando todo en defensa de sus intereses personales. Y pone rumbo firme a la renovación de su contrato de arrendamiento en la Moncloa en la esperanza de que todo se terminará por olvidar.

Por el bien de todos, ojalá que en esto último no se equivoque, que sepamos pasar página de un episodio tan sórdido y que no haya que volver a rogarle a un prófugo de la justicia sus votos a cambio de un gobierno.

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