Los héroes de barrio que buscan trabajo a inmigrantes sin papeles: "Deberían regularizar a los que ya están aquí"

fotografo: Sergio García Carrasco [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista con el creador de un proyecto para ayudar a inmigrantes a encontrar trabajo
Gloria Manjarrez y Jordi Ferré administran un grupo para ayudar a inmigrantes sin papeles a encontrar trabajo.
Sergio García
fotografo: Sergio García Carrasco [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista con el creador de un proyecto para ayudar a inmigrantes a encontrar trabajo

Gloria Manjarrez habla bajito y a toda velocidad. En apenas 15 minutos, esta colombiana de 50 años repasa una travesía de dos décadas por España, desde Hellín hasta Madrid; de recoger la fresa a trabajar de portera de una discoteca; de buscar empleo preguntando en locutorios y cobrando en negro a conseguir la ansiada regularización y tener su primer contrato legal.

"Llegué a Hellín porque tenía una prima de mi hijo allí que me dijo que iba a trabajar con ella, pero cuando llegué no había trabajo ni nada", recuerda Manjarrez. "Pero como a mí siempre se me ha dado bien dialogar, espabilé y me fui a preguntar dónde se conseguía trabajo. A los pocos días, estaba plantando brócoli".

La historia la cuenta desde una cafetería en el popular distrito madrileño de Carabanchel. A su lado, un catalán de 55 años, Jordi Ferré, que lleva tres décadas viviendo en la capital trabajando como funcionario del Estado. Su historia no puede ser más distinta, pero, de algún modo, ambos han acabado embarcados en un mismo proyecto. Una iniciativa para encontrar trabajo a personas sin papeles.

Todo empezó en una plataforma digital, Nextdoor, cuya finalidad declarada es crear redes en los barrios de las ciudades, terreno cada vez más hostil para que sus habitantes generen comunidad y se ayuden unos a otros. "La app trata de eso, de juntar a la gente, y como a mí me gusta eso, juntar a la gente, porque cuanto más unidos estemos más cosas conseguiremos, dije: 'Voy a crear un grupo de Whatsapp de gente del barrio para tomar algo?", declara Ferré.

Uno de los miembros del grupo era un "chico colombiano" que comentó a Ferré que estaba también en un grupo de colombianos "con problemas de papeles y trabajo". De esta forma entró el catalán en contacto con este mundo, hasta entonces completamente ajeno para él. Tras un tiempo en ese grupo y ciertas divergencias de opinión con los administradores, Ferré decidió emprender su propia iniciativa: el grupo "Inmigrantes Unidos".

"La idea es ir poniendo ofertas de trabajo para personas sin papeles. Me meto en (el portal online) milanuncios y, si no pone nada de que se requiere contrato, ni estar de alta en la seguridad social, ni tener los papeles en regla o tener el carnet de conducir, entonces lo publico en el grupo", explica Ferré, que señala que la mayoría de ofertas son en el sector de la construcción, limpieza o cuidados.

Actualmente hay 1.024 participantes, el tope permitido por Whatsapp desde hace unos meses y la inmensa mayoría son latinoamericanos. Solo los administradores pueden escribir "para evitar que sea una locura", lo que despertó algunas quejas que llevaron a crear otro grupo paralelo en el que se puede hablar de todo menos de "religión, política y sexo". Una vez al mes, convocan una asamblea física para que los participantes se conozcan cara a cara y puedan generarse redes de apoyo entre ellos que les faciliten la siempre complicada búsqueda de trabajo para una persona sin papeles.

Premios a los "supervecinos"

La iniciativa le ha valido a Jordi Ferré un reconocimiento simbólico, pero que él lleva con orgullo. La plataforma Nextdoor le ha nombrado "supervecino del año", un galardón al que le nominaron sus propios vecinos del barrio, la plataforma filtra a tres candidatos y los usuarios eligen al ganador.

"Los premios se hacen para reconocer el compromiso y la solidaridad de las personas del barrio que cada día se involucran para hacer el barrio mejor, para hacer la vida de sus vecinos más fácil o con la comunidad en general más fácil", explica Katherine Villegas, city manager de Nextdoor en Madrid.

Nextdoor, una especie de red social en la que cada vecino tiene su perfil gratuito y debe indicar su dirección para que la app le introduzca directamente en la comunidad de usuarios de su barrio. Actualmente, la plataforma está activa en más de 310.000 barrios a nivel mundial. En España, la plataforma tiene una presencia más destacada en Madrid y Barcelona.

El galardón fue para Ferré, el fundador de la iniciativa, pero el grupo está administrado por cuatro personas, dos españolas y dos colombianas, entre ellas, Gloria Manjarrez. "Jordi me conocía del grupo anterior, el de los colombianos, y me dijo que iba a crear un grupo y me propuso quedarme de administrador y le dije: 'Pues la verdad es que sí porque tenemos muchas ideas en común, de diferente manera, pero ambos vamos a ayudar a la gente'".

Desde entonces, ambos han ido alimentando el grupo y coordinado a los participantes de forma complementaria. Si Jordi busca ofertas de empleo en internet, Gloria va con mil ojos por la calle buscando anuncios o con los oídos atentos a cualquier conversación en la que se hable de una posibilidad de trabajo que pueda encajar con las personas del grupo. Todo ello, lo hacen en su tiempo libre y sin obtener ningún tipo de remuneración. En el caso de Gloria, simplemente por allanar el camino que tuvo que atravesar ella a los recién llegados.

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Jordi Ferré posa con el diploma que le acredita como ganador del premio a Supervecino del año de la plataforma Nextdoor.
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"Siempre me ha gustado ayudar, cuando trabajé en el campo yo le iba diciendo a mi gente: 'Este señor necesita gente en la fresa, este otro en tal…'. Desde muy pequeña me ha nacido esa parte de ayudar, eso va en mí porque creo que todos somos interdependientes y todos necesitamos de todos, si esto se hunde nos hundimos todos", declara la colombiana.

Su tabla de salvación en la larga travesía por España fue la regularización de 2004 que le permitió hacerse con los ansiados papeles y tener un trabajo legal. "Cuando tienes la documentación todo cambia automáticamente. Yo tenía tres trabajos en negro y me ofrecieron contratarme en los tres: el campo, el restaurante y la casa. Me quedé con la primera, que fue la de la casa", explica Manjarrez, que, en 2007 completó su proceso migratorio obteniendo la reagrupación familiar que le permitió reunirse con su hijo, con el que convive a día de hoy en Madrid.

"Yo considero que los políticos deben ponerse una mano en el corazón y centrar la cabeza en regularizar a las personas que están ya aquí", opina Manjarrez. "Estas persona se van a mantener como sea, van a vender lo que tengan que vender, sobrevivir van a sobrevivir, en el momento en el que uno tiene hambre hace lo que sea por comer".

La regularización de Zapatero y los arraigos

La regularización de 2004, cuando presidía el Gobierno el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, fue la mayor realizada en la historia de España. Unas 600.000 personas obtuvieron los papeles en una época de expansión económica que hacía que el mercado laboral tuviera una alta demanda de mano de obra.

Se daba solución también a un problema, el de la población en situación irregular, que venía incrementándose año a año desde mediados de los 90, cuando España empezó a recibir población extranjera, que pasó de suponer menos de un 2% en 1995 a cerca de un 10% en 2004. Cerca de un millón de personas vivían en España sin documentación.

"A España llegaron en un solo año 500.000 extranjeros, sobre todo ecuatorianos, y luego, en un año, nos llegaron casi 800.000 rumanos, antes del proceso de incorporación de Rumanía a la Unión Europea", explica José Antonio Moreno, responsable de inmigración de la Secretaría Confederal de Internacional Cooperación e Inmigraciones del sindicato Comisiones Obreras.

Moreno formó parte entonces de la mesa de dialogo social que se estableció para la reforma de la Ley de Extranjería que permitió llevar a cabo la citada regularización masiva. Sin embargo, casi dos décadas después de esta última regularización, el sindicalista no opina que haya necesidad de una nueva. "Ha habido momentos muy duros, muy críticos, con personas que no había mecanismos de sacarles a la regularidad, situaciones personales muy duras y muy tensas, esto ya no es así", declara Moreno, que describe los argumentos de una necesidad de mano de obra como un "discurso empresarial interesado".

A falta de regularizaciones, la vía para obtener los papeles pasa por un mecanismo que también se empezó a establecer en 2004 y se ha ido ampliando hasta el año pasado: el arraigo. La idea general es que, de forma individual, las personas en situación irregular en España puedan pasar automáticamente a la regularidad tras demostrar que han permanecido un tiempo en el país que varía entre dos y tres años en función del tipo de arraigo: laboral, social o para la formación -incluido el año pasado-. El arraigo familiar no requiere probar ningún tiempo de estancia en España, sino simplemente el parentesco directo con personas con nacionalidad española.

"Obtener los arraigos es muy difícil, cada vez más", declara Victoria Columba portavoz de la campaña que promueve una iniciativa legislativa popular (ILP) para una regularización extraordinaria de las personas migrantes. La campaña logró obtener 700.000 firmas el pasado diciembre con el apoyo de 800 colectivos muy diversos, liderada por el movimiento Regularización Ya, pero la ILP se ha visto enfangada en el Parlamento tras el adelanto electoral y ante la falta de apoyos explícitos entre los partidos, incluidos, según denuncia Columba, algunos que la habían defendido previamente como Sumar o ERC.

"El tema del arraigo social por empadronamiento está siendo muy difícil, a pesar de que es legal empadronarse en todas las ciudades y se han endurecido mucho ahora mismo", declara Columba. "Es como el perro que se come la cola. Una persona sin papeles no puede alquilar un piso y eso supone estar alquilando habitaciones y no todas las personas que alquilan habitaciones están dispuestas a empadronar a las personas. Se crea lo que hablamos siempre, la ley de extranjería es una ley de trata, una ley de mafia, porque todo lo que no se puede hacer legalmente se convierte en un negocio de personas que cobran por empadronar y por hacer contratos falsos de trabajo".

Ayudar sin esperar nada a cambio

Una treintena de personas forman un círculo en un parque junto a la Plaza Elíptica, la bulliciosa y concurrida rotonda que separa los distritos de Carabanchel y Usera, al sur de Madrid. La gran mayoría de los asistentes son latinoamericanos y, mezclado con ellos, está Jordi Ferré y también Gloria Manjarrez. Es una de las asambleas mensuales del grupo Inmigrantes Unidos.

Cada uno de los participantes va diciendo su nombre, su nacionalidad y en qué es bueno trabajado. Entre los que comparten oficio, se forman subgrupos, se intercambian teléfonos o simplemente se charla sobre experiencias compartidas y expectativas de futuro.

"Yo siempre les digo: 'Entre vosotros os podéis ayudar, si uno encuentra trabajo, ya tiene el contacto de los demás, y si el jefe necesita más gente y puede avisar a cualquiera del grupo'. Es colaboración entre todos", declara Ferré. "Ha habido gente que ha tenido que pedir asilo porque estaba amenazado político, te podría poner cada caso que se te pondría los pelos de punta, unos que han venido solos, otros que han venido con la familia y la idea es intentar apoyarlos entre todos".

Ferré, que calcula que invierte entre ocho y nueve horas al día entre semana y "algo menos" los fines de semana, en que el grupo siga funcionando, desconoce a cuánta gente ha ayudado a encontrar trabajo. Muy pocos, admite, le han explicitado un agradecimiento. Algo que, sorprendentemente, no parece haberle afectado en absoluto en su compromiso con la iniciativa que él mismo creó hace apenas unos meses.

"Los gobiernos no están apoyando en general y yo seguiré intentando hacer lo que pueda por ellos", declara el barcelonés afincado en Carabanchel. "Me gusta ayudar a los demás y soy de los que piensa 'haz el bien y no mires a quien', sin esperar nada a cambio, ni que te den las gracias, lo haces y ya está".

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Pablo Rodero
Redactor 20minutos

Escribo reportajes sobre cuestiones sociales desde conflictividad laboral y desigualdad económica hasta tendencias y consumo, con el denominador común de ser historias contadas a través de vivencias personales de sus protagonistas. Anteriormente, he cubierto información local y economía en 20 Minutos y fui corresponsal freelance en Colombia y Reino Unido.

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