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Cronología de los 12 días de negociaciones de PSOE y Junts desde que Sánchez pronunció (y defendió) por primera vez la "amnistía"

El expresidente de la Generalitat y líder de Junts, Carles Puigdemont, junto al número 3 del PSOE, Santos Cerdán, el pasado lunes.
PSOE EFE

Cuando en 2017 Carles Puigdemont huyó a Bélgica la distancia entre el PSOE y el PP y el independentismo parecía insalvable. Pero ahora Pedro Sánchez necesita los votos de Junts para seguir siendo presidente del Gobierno, y situaciones como esta acercan hasta a los oponentes que en su momento parecían más acérrimos. "Hacer de la necesidad virtud", dijo Sánchez para validar un pacto con los posconvergentes, con la consiguiente ley de amnistía. Pero el camino ha tardado en andarse hasta llegar al pacto definitivo que asegura la investidura del socialista... aunque la legislatura pinte a ser de todo menos estable. Y todo se ha firmado desde Bruselas. Así han sido las semanas, los días decisivos para el acuerdo final:

Sánchez pronuncia la palabra mágica

El pasado 28 de octubre fue una fecha clave en todo este proceso porque Pedro Sánchez no solo pronunció la palabra "amnistía", sino que además defendió la medida ante la cúpula del PSOE. Era el paso necesario desde el punto de vista socialista y también lo que esperaban desde Junts. Hasta entonces el presidente en funciones había esquivado el concepto -aunque sí lo citó al final de las cumbres europeas de Granada a principios de mes- y eligió un escenario 'seguro' para dar el paso. 

"Cataluña está lista para el reencuentro total. Los representantes de más del 80% de los catalanes respaldan esta medida. Y, por esas mismas razones, en el nombre de España, en el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña por los hechos acaecidos en la década pasada", resumió ante el silencio de unos escuderos que aplaudieron automáticamente. Fue ese el verdadero pistoletazo de salida a las conversaciones con los de Puigdemont, que ya se habían iniciado, eso sí, de puertas hacia dentro.

Sánchez no negó la evidencia; otro cambio de opinión, pues solo unos días antes de las elecciones del 23-J negó que la amnistía estuviera sobre la mesa. Pero las cosas no son como uno espera, asumió el socialista: sin los votos de Junts no puede seguir siendo presidente. "El coraje también se manifiesta a veces haciendo realidad un dicho español: que hay que hacer de la necesidad virtud", desarrolló ante los suyos, justo antes de que el PSOE -con la excepción de Castilla La Mancha- respaldase la vía elegida por su líder, que recogía así el guante lanzado desde Bélgica por Puigdemont el pasado mes de septiembre, cuando le exigió entre otras cosas la amnistía para empezar a hablar.

Cerdán, Puigdemont y la foto en el Parlamento Europeo

Lo que antes se hacía en secreto pasó entonces a ser público y la historia de 'amistad' PSOE-Junts añadió un nuevo capítulo el lunes 30 de octubre con una de las fotos que buscaba el expresidente de la Generalitat: el de la negociación con el PSOE en campo independentista; concretamente en el despacho del Parlamento Europeo con una foto del 1-O presidiendo la sala, aunque los socialistas se afanaron por ocultarla en la imagen compartida con los medios. Hasta ahora ese ha sido el último encuentro presencial entre las partes, pese a que ambas comparten estancia en Bruselas.

La foto no es baladí. En ella aparecían el propio Puigdemont junto al número 3 del PSOE, el negociador de Sánchez, Santos Cerdán, pero también el secretario general de Junts y exconseller también implicado en la causa del procés, Jordi Turull, así como el jefe de la delegación del PSOE en el Parlamento Europeo, Javier Moreno. Más llamativa era la presencia en uno de los sofás de Iratxe García. La presidenta del grupo S&D en la Eurocámara fue una de las figuras más firmes en el proceso para que el expresident catalán no adquiriera la condición de eurodiputado tras las elecciones de 2019.

Acuerdo PSOE-ERC... y Junts quiere su cuota

El pasado jueves, con todo, parecía que el pacto estaba hecho. Todo había avanzado y el acuerdo político se daba por rubricado, más allá de la perspectiva jurídica, más complicada según fuentes de ambos partidos. La fumata blanca se acercaba... hasta que el PSOE cerró el sí de ERC a la investidura de Sánchez. Entonces Junts cambió los tiempos y Puigdemont empezó a poner pegas precisamente al alcance de la amnistía, que empezaría en el año 2013, es decir, cuatro años antes del 1-O y de las leyes unilaterales para la independencia.

Detrás de esa exigencia estaba una cuestión de egos: Puigdemont no quería compartir foto con Esquerra. Quiere su propio pacto, con sus propios tiempos y su propia medalla. Mientras Oriol Junqueras y Félix Bolaños pactaban la amnistía, el traspaso de la gestión de Rodalíes a la Generalitat o la condonación de la deuda, Junts alargaba la espera de Sánchez desde la capital belga; la cúpula de los convergentes abandonaba el Hotel Thon, próximo a la sede de la Comisión Europea, dejando los deberes para otro día.

Horas de negociación a 300 metros de distancia

Tan bizarras han sido las últimas jornadas que las conversaciones se dieron con las partes en el mismo sitio pero en distinto lugar, como se vio este mismo lunes. Los emisarios de Sánchez, con Santos Cerdán a la cabeza, estuvieron en el Hotel Sofitel, situado en la Place Jourdan. La delegación de Junts, con nombres como Laura Borrás, Jordi Turull o Míriam Nogueras, se encontraba en el Press Club, muy cerca de las instituciones comunitarias. 300 metros de distancia entre ambas ubicaciones. Estos últimos abandonaron su 'cobijo' en torno a las dos de la tarde sin hacer declaraciones; algunos miembros del partido incluso se fueron del lugar con maletas, mientras Puigdemont se quedaba con sus acólitos más fieles para cerrar los últimos flecos del pacto.

Además, esa jornada quedó viciada también por la decisión del juez García Castellón de implicar a Puigdemont por terrorismo en la causa de Tsunami Democratic. "¡A por ellos! Por no perder la costumbre. Es el golpe de Estado permanente que tanto les gusta revivir, sea con sables o sea con togas. Mientras no cierren la puerta que abrió el rey con el discurso del 3 de octubre, siempre se sentirá hedor de alcantarilla", resumió en las redes sociales el expresidente catalán. En ese escenario cayó la noche, empezaron a pasar después los días, y se alargó la espera bajo la excusa de que el texto es "demasiado denso", según las fuentes de Junts, por lo que precisa una revisión jurídica muy profunda.

Llegó el pacto

Ninguna espera es eterna y el acuerdo acabó cerrándose. Sánchez tiene la investidura ya en su mano porque le ha llegado el sí desde Bruselas, después de días de cierta incertidumbre. El visto bueno de Carles Puigdemont, que bendice, huido en Bélgica, que el líder socialista pueda seguir siendo presidente del Gobierno gracias a los siete votos de Junts.

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