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Fernando Grande-Marlaska, el hombre que sobrevive al frente de Interior

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Carlos Gámez

No es una posición cómoda la de Fernando Grande-Marlaska (Bilbao, 1962), que al comenzar el próximo año se convertirá en el ministro del Interior más longevo de la historia de la democracia. Sus predecesores acabaron políticamente quemados, sino imputados (como Jorge Fernández Díaz) o directamente condenados (como José Barrionuevo tras su implicación en los GAL). Pero Fernando Grande-Marlaska, diana de las críticas de la derecha parlamentaria y ciudadana, objeto de los reproches de la izquierda y el independentismo, curtido en mil polémicas, pasará una legislatura más en el Ministerio del Interior tras recibir la bendición de Pedro Sánchez este mismo lunes por la mañana.

La legislatura, además, se prevé tensa y complicada. Girará entorno a la concesión de una amnistía que causa ya disturbios en las calles, en las que los más ultras insultan a Marlaska por ser el ministro a cargo de los antidisturbios que los disuelven. Durante las últimas jornadas de protestas en Ferraz estos radicales han reiterado sus ataques homófobos contra el ministro al grito de "Marlaska maricón". A la polémica amnistía se suman la amenaza terrorista en pleno conflicto entre Israel y Hamás y la gestión de una crisis migratoria que ahoga a Canarias desde primeros de septiembre. Una cuestión, la de las migraciones, que a Marlaska le ha costado la reprobación del Congreso de los Diputados (y la de un buen número de ciudadanos).

Habría sido complicado adivinar la trayectoria de Grande-Marlaska, hijo de un Guardia Civil, cuando en 1987 se convirtió en juez. Tardó poco en llegar al Juzgado de Instrucción 2 de su ciudad natal, en el que pasó nueve años para ascender después a la Audiencia Provincial de Vizcaya. Y alcanzó la cúspide de su carrera judicial en la Audiencia Nacional, a la que accedió como sustituto de Baltasar Garzón en el Juzgado Central de Instrucción número 5. Llevaba a sus espaldas las amenazas de ETA, prácticamente inevitables para un juez que ejerciera en País Vasco en la década de 1990, e instruyó cantidad de causas contra la banda terrorista desde Madrid.

Llegó a ordenar el ingreso en prisión de Arnaldo Otegi, actual socio de su Gobierno. Tras el regreso de Garzón a la Audiencia, Grande-Marlaska quedó adscrito a la Sala de lo Penal y en 2007 pasó a ser el juez instructor del Juzgado Central de Instrucción número 3, esta vez como sustituto de Teresa Palacios. Después de que el instructor archivara la causa del accidente del Yak-42 en Turquía, la Sala de lo Penal revocó su decisión alegando que no había practicado las pertinentes investigaciones, de forma que Grande-Marlaska acabó imputando a cinco altos cargos del ejército por 62 homicidios imprudentes. 

En 2012 un nuevo ascenso por sustitución lo llevó a presidir la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, y al año siguiente fue designado vocal del Consejo General del Poder Judicial. Paradójicamente, fue el PP quien propuso que el Senado aupase al juez al órgano de gobierno de los jueces. Del Consejo pasó directamente al Ministerio del Interior al ser nombrado por Pedro Sánchez en 2018. Desde el Ministerio ha gestionado las revueltas vividas en 2019 en Cataluña a raíz de la sentencia del procés, así como las crisis fronterizas en Ceuta y Melilla. También es artífice del traslado de 43 presos de ETA a prisiones vascas.

En febrero de este año fue reprobado por el Congreso de los Diputados a través de una comisión en la que se le acusó de "mentir" sobre la gestión de la tragedia de Melilla en junio de 2022. Tras la entrada masiva de migrantes, entre ellos menores, a Melilla, las fuerzas de seguridad utilizaron material antidisturbio y realizaron devoluciones en caliente. Varios partidos, entre ellos ERC y Bildu, denunciaron que Marlaska defendiera la actuación policial frente a la tragedia de Melilla, que provocó la muerte de más de 20 migrantes.

Si Grande-Marlaska se ha ganado enemigos a lo largo de su vida, uno de los principales es el coronel Diego Pérez de los Cobos, que libra una batalla con el ministro en el Tribunal Supremo después de que este lo destituyera como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid. El ministro cesó al guardia civil alegando “pérdida de confianza” después de que avalara la apertura de una investigación que trataba de relacionar las manifestaciones del 8 de mayo de 2020 con el inicio de contagios de la pandemia.

Las cesiones a los Mossos d’Esquadra y la Ertzaintza han provocado sendas críticas de los sindicatos policiales, que se mostraron igualmente indignados cuando el ministro ordenó la salida de la Guardia Civil de Tráfico de Navarra. El Ministerio del Interior a su cargo chocó con los socios parlamentarios del PSOE (Bildu, Más País, Compromís, BNG…) a la hora de negociar una reforma de la ley mordaza, promesa incumplida de la recién culminada legislatura.

El encontronazo entre el PSOE y sus socios se centró en el uso de pelotas de goma para disolver manifestaciones, las devoluciones en caliente, así como en la desobediencia y las faltas de respeto a los agentes de la autoridad. Debido a estos desencuentros con los socios parlamentarios del Gobierno, además de las críticas recibidas por la derecha, las quinielas pronosticaban la salida de Grande-Marlaska del Ministerio del Interior. 

Sin embargo, parece que el juez ostentará la cartera mientras dure la legislatura. La decisión de Pedro Sánchez de mantener al titular del Interior en su Gobierno ha sido considerada por el PP como una "provocación" y reprobada hasta por Jaume Asens, el negociador de Sumar para la amnistía, que la ha tildado de "mala noticia". 

Redactor '20minutos'

Redactor de Tribunales y actualidad política. Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, en 20minutos desde 2022.

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