En política, como en la vida, uno debe saber cuándo apretar y cuándo ceder. Es un juego que puede llegar a ser adictivo, especialmente cuando sabes que eres una pieza decisiva de un gran rompecabezas. Y Puigdemont lo sabe. 

Por ello la legislatura que ha echado a andar será un continuo tira y afloja. En Cataluña estamos acostumbrados a ello, son muchos años de relaciones tensas entre los partidos que comparten ideología independentista, hasta el punto de que saltó por los aires el gobierno de coalición formado por ERC y Junts. 

Ahora, el escenario se traslada al Congreso, y Pedro Sánchez deberá tener el temple suficiente para saber cuándo tensar y cuándo ceder. Y siempre puede dar por acabada la partida.