La comunidad internacional recupera la idea de los dos Estados para solucionar el conflicto entre Israel y Palestina: "Ahora no es realista"

Mahmud Abás y Benjamin Netanyahu.
Mahmud Abás y Benjamin Netanyahu.
CARLOS GÁMEZ
Mahmud Abás y Benjamin Netanyahu.

"No habrá paz y seguridad para Israel sin un Estado palestino". Estas palabras del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, es una idea que desde hace semanas corre como la pólvora en los círculos diplomáticos de todo el mundo. La respuesta de Israel sobre Gaza a los atentados de Hamás han reavivado el debate sobre una solución tan vieja como el propio conflicto: la creación de dos Estados. Desde la órbita occidental (incluida Estados Unidos) hasta los países árabes insisten en esta propuesta auspiciada por la ONU para acabar con más de 75 años de enfrentamientos entre palestinos e israelíes. Sin embargo, la situación actual podría impedir una solución ya de por sí complicada.

La convivencia de dos Estados, uno israelí y otro palestino, fue la propuesta que se hizo en 1947 Naciones Unidas como parte del Plan para la Partición de Palestina, donde Jerusalén sería una tercera entidad bajo control internacional. Un año después, Israel declaró su independencia y los palestinos, junto con los países árabes, decidieron atacar al recién creado país por considerar injusto que el 70% de población árabe autóctona se le diera el 45% de la tierra, mientras que al 30% de población judía se le otorgaba el 55%. 

Esta guerra terminó con una clara victoria israelí y la ocupación de buena parte de territorio. Además, Jordania se quedó con el control de Cisjordania y Egipto de la Franja de Gaza. Durante los primeros años del conflicto el liderazgo palestino no era claro y los países árabes asumieron ese papel de defensa de la causa. En 1967 se vuelve a producir otro conflicto, la llamada guerra de los 6 días, que termina con una nueva victoria israelí y la toma de Cisjordania, la Franja de Gaza y la península del Sinaí por parte del Estado hebreo. 

"Después de los acontecimientos de 1948 nadie hablaba de solución de dos Estados, porque lo que se pedía era una descolonización. Tampoco Israel pedía los dos Estados y la comunidad internacional se centró sobre todo en la cuestión de los refugiados", explica a 20minutos Itxaso Domínguez, profesora asociada en Estudios Internacionales en la Universidad Carlos III de Madrid y en Sciences Po, además de ser autora del libro Palestina, ocupación, colonización, segregación

Del apaciguamiento de Oslo a la ruptura del diálogo

No fue hasta 1988 cuando en el contexto de la Primera Intifada el histórico líder palestino, Yaser Arafat, presentó una declaración de independencia en la que hablaba de "dos Estados para dos pueblos". Comenzaba entonces el proceso de paz donde esta propuesta se oficializaría y sería tomada como referencia por la comunidad internacional. 

"En un momento dado los palestinos se dieron cuenta de que Israel era un hecho irreversible y quedó claro que si iba a haber un Estado Palestino en un futuro, sería en los enclaves de Cisjordania y Gaza, pero incluyendo Jerusalén Este, aunque fuera difícil de gestionar", afirma a este medio Isaías Barrañeda, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid. El diálogo, que comenzó en la Conferencia de Paz de Madrid y terminó en los Acuerdos de Oslo, no solo permitió el reconocimiento por parte de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) del Estado de Israel, sino que se creó también la Autoridad Palestina como paso previo a un Estado propio

¿Qué ha ocurrido tras el final del proceso de paz? Que la hoja de ruta se paró y el nuevo Estado de Palestina nunca llegó a desarrollarse. Con ello, la mayor esperanza en solucionar el conflicto acabó con un bloqueo permanente. Según Barrañeda, "Israel se ha instalado en una posición en la que considera que le conviene más que no haya Estado palestino" y "ha transformado el territorio" aumentando los asentamientos de colonos en Cisjordania. Esta política ha sido también denunciada por la propia Naciones Unidas.

En 2009, Benjamin Netanyahu pronunció un discurso en la Universidad de Bar Ilan en el que reconocía la idea de un Estado palestino; pero con "condiciones que parecían imposibles de cumplir", dice Domínguez. En la campaña electoral de 2015 "la realidad había cambiado" y con el paso del tiempo la posición de su partido (Likud) fue mutando hasta eliminar por completo esta idea. En el último programa de gobierno del Likud se recoge que Israel tiene derecho a todo el territorio entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, por lo que se niega la creación de un futuro Estado palestino. "Los palestinos utilizan una frase muy representativa: antes del proceso de Oslo Cisjordania era un territorio palestino con enclaves/colonias israelíes, ahora es un territorio israelizado en el que los pueblos palestinos son pequeños enclaves", señala Barrañeda. 

¿Es viable la solución de los dos Estados?

Para los especialistas consultados, la solución en estos momentos es "poco realista". El profesor de la UCM  y autor del libro Palestina: de los acuerdos de Oslo al apartheid, afirma que hay tres razones que hacen complicado que esta propuesta pueda fructificar. La primera es que Israel ha intensificado la colonización. "Ahora hay 750.000 israelíes viviendo en los asentamientos. Eso significa que el 9% de su población está fuera e instalada ilegalmente en un territorio disputado. Uno no invierte y construye carreteras, puentes, túneles, infraestructura para colonos, 160 asentamientos que son como ciudades o un muro si te vas a retirar", explica. Además, señala que el coste político para alguien que obligue a toda esa población a irse de ahí sería irreversible. 

La segunda razón tiene que ver con que Israel ha dejado claro que no quiere que haya otro Estado. "Salvo que se le obligue, es muy difícil, y yo no veo a nadie hoy con voluntad ni capacidad como para hacerlo", dice. Barrañeda recuerda que habría que aplicar el capítulo 7 de Naciones Unidas en el Consejo de Seguridad y que no haya veto, algo que Estados Unidos no aceptaría. La tercera causa es la situación actual, donde los sentimientos de las comunidades israelíes y palestinas están exacerbados y hay un ambiente de violencia en el que los discursos extremistas que se han instalado complican un acuerdo constructivo.

Por su parte, Domínguez señala la indefinición actual de las fronteras actuales como otro problema. "Se habla de paz por territorios y de que Israel se pueda quedar con algunas colonias en la Palestina ocupada a cambio de que el futuro Estado palestino tenga algunos territorios que hoy están en el Estado de Israel", afirma la profesora. No obstante, recuerda que "Israel todavía no ha delimitado sus fronteras" y "manejan mapas oficiales en las que se incluye Cisjordania", lo que complicaría las negociaciones. Con todo, la delimitación territorial en la que quedaría Palestina es otra de la dificultades materiales de un futuro acuerdo, ya que sería complejo gobernar un Estado sin continuidad territorial o con una serie de 'islotes' separados dentro de Cisjordania (como está actualmente dividido el territorio).

Por último, la causa palestina vive uno de sus momentos más complicados. La Autoridad Nacional Palestina está dividida y no han renovado su legitimidad democrática en casi 20 años. El partido que está actualmente en el cargo, Fatha, rivaliza con Hamás por el control de la ANP. En el año 2006 el grupo islamista ganó las elecciones parlamentarias, pero varios actores internacionales, incluido Israel y Estados Unidos, no reconocieron la victoria y comenzó un enfrentamiento interno con Fatah. La relación se rompió y Hamás empezó a gobernar de facto la Franja, mientras que Fatah se quedó con Cisjordania. A lo largo de estos años se han intentado celebrar comicios y un proceso de reconciliación que no ha fructificado. Esta pérdida de unidad en torno a la ANP hace todavía más complicadas unas negociaciones como las ocurridas durante los años 90.

¿Existen otras alternativas?

Ante la situación actual, la comunidad internacional ha decidido elevar la voz para tratar de apaciguar las aguas y acabar con el conflicto. Para ello, ha acudido a la propuesta que defiende la ANP y Naciones Unidas. Sin embargo, hay voces (incluso palestinas) que consideran que esta solución no resolvería el problema y desde hace años se apunta también a la creación de un único Estado donde no exista discriminación entre comunidades. "Hay tres opciones: continuar indefinidamente con la ocupación, recuperar la cuestión de los dos Estados o un solo Estado", dice Barrañeda. 

"Esta última es una posición que antes defendían grupos casi marginales. Hoy las nuevas generaciones de palestinos, no los dirigentes, se alinean más con un Estado que con los dos", explica el profesor. Barrañeda añade que tendría que ser un proyecto democrático igualitario entre los israelíes judíos y los palestinos, lo que significaría que Israel tendría que renunciar al proyecto de ser un Estado judío

Mientras esto se discute, el conflicto sigue empeorando. Para Itxaso Domínguez la comunidad internacional "se empeña en esta solución y esto les permite no hablar de lo que lo que ocurre sobre el terreno". "Nos han vendido un marco e insisten mucho en que al final hay una solución, pero tendrían que centrarse primero en evitar el incumplimiento de Derecho Internacional. Cuando no haya incumplimiento, o por lo menos sea menor, entonces podrán decidir la solución quieren o qué forma política le quieren dar a su futuro país", sentencia.

Redactor '20minutos'

Redactor de Internacional, Exteriores y Defensa. Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Múndo Árabe e Islámico por la Universidad de Barcelona. En 20minutos desde diciembre de 2020. Escribo sobre conflictos armados, derechos humanos y geopolítica.

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