Muros y fosos

Una vez escuché decir a una persona relevante relacionada con las víctimas del terrorismo, que cuando la política entra por la puerta, la justicia sale por la ventana. No soy de esa opinión, pero por desgracia cada vez estoy más convencido de que cuando la política entra por la puerta, el consenso sale por la ventana y nos quedamos tan solo con la división.

Pocas cosas causan más consternación en la ciudadanía que ver cómo de todo se hace bandera, partidismo y trinchera. Incluso con lo que debería fraguar unión y consenso. Un triste ejemplo fue la actitud de nuestros políticos tras el triste crimen de Fátima a manos de su pareja. Este nuevo caso de violencia machista generó de nuevo más división que unión entre nuestros representantes para tristeza de todos, sobre todo de las víctimas y sus familias.

Sánchez ya anunció que su Gobierno iba a alzar un muro contra los ataques recurrentes a los valores de la España democrática y constitucional. Con independencia de lo que considere el presidente de Gobierno que son los valores legítimos de la España democrática y constitucional, más propio de un psicoanálisis, la expresión "alzar un muro" es un epítome de nuestro tiempo. Y no solo en la Moncloa.

Estos muros me recuerdan a los castillos que, en este caso, no van a contar ni con puentes levadizos, esos que el president de la Generalitat, Carlos Mazón, intenta bajar con otras formaciones políticas pese a las renuencias y negativas de algunos.

Hace unos veinte años Ernest Benach, presidente entonces del parlamento catalán, comunicó al rey Juan Carlos de forma protocolaria la investidura de Pasqual Maragall como presidente de Cataluña. Benach, republicano e independentista militante, declaró que le había gustado una frase que le dijo el monarca durante su conversación privada: "Hablando se entiende la gente".

Es tiempo ya de dejar las pancartas y hablar para llegar a consensos. Hablar en nuestras instituciones, por cierto, no en la calle o en Ginebra. El enroque no es una buena estrategia. Dará frutos a corto plazo, pero a la larga sale muy caro y la factura la pagamos todos.