El gasto desembolsado por los empresarios en remunerar a los trabajadores sigue creciendo por noveno trimestre consecutivo, pero lo hace a un ritmo más lento. Según el Índice de Coste Laboral Armonizado (ICLA) difundidos este lunes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), entre julio y septiembre el coste de las horas trabajadas aumentó concretamente un 5,4% con respecto al tercer trimestre de 2022, una tasa interanual más de un punto inferior a la registrada entre abril y junio. El dato supone la primera moderación en dos años de subidas, lo que podría apuntar a un cambio de tendencia, pese a que la inflación sigue en el foco de empresarios y trabajadores.
El repunte anual anotado en el ICLA entre los meses de julio y septiembre suma un nuevo trimestre de subida en el coste laboral. Se trata del noveno aumento consecutivo, desde que emprendiera su particular senda alcista en la segunda mitad de 2021. Este camino ascendente tocó techo en el segundo trimestre de 2023, cuando el coste laboral por hora trabajada creció un 6,5%, es decir, su mayor repunte interanual desde el segundo trimestre de 2020, en plena pandemia. La moderación de la subida al 5,4% en el tercer trimestre de 2023 abre la puerta a un cambio de tendencia en la evolución del coste laboral. Sin embargo, sigue siendo el segundo aumento interanual más pronunciado en algo más de tres años, solo superado por el del trimestre anterior.
El incremento del coste laboral en el tercer trimestre no ha sido homogéneo en todos los sectores. Los mayores repuntes se anotaron en actividades inmobiliarias, información y comunicación y actividades artríticas y de entretenimiento, ámbitos en los que el gasto desembolsado por los empresarios por cada hora trabajada creció respectivamente un 13%, un 8,2% y un 7,8%. En cambio, las industrias extractivas, el suministro de energía y las actividades financieras y de seguros fueron los sectores donde menos se encareció el coste laboral, con aumentos interanuales por debajo del 3%.
El ICLA refleja el comportamiento del gasto soportado por las empresas al emplear a su personal, por lo que recoge no solo los sueldos de los trabajadores, sino también las cotizaciones sociales, los costes de formación profesional e impuestos relacionados con el empleo, descontando las subvenciones percibidas por parte de las empresas. Según los datos provisionales publicados este lunes, al repunte del coste laboral se eleva hasta el 5,7% al excluir del cómputo los pagos extraordinarios y los atrasos.
A falta de que el INE dé a conocer la semana que viene la cuantía media de dichos costes laborales, por el momento los datos disponibles indican que el coste salarial aumentó en el tercer trimestre un 4,6% en comparación con el mismo periodo de 2023, mientras que el resto de costes subieron un 7,8%. Esto significa que una parte importante del alza del coste laboral no se corresponde con el incremento de las retribuciones percibidas directamente por los trabajadores a final de mes.
Según la estadística de negociación colectiva del Ministerio de Trabajo, los salarios pactados en convenio subieron de media un 3,41% hasta septiembre, una proporción ligeramente por debajo de la inflación, que en el noveno mes de 2023 escaló al 3,5%. Las subidas pactadas en convenio se han incrementado ligeramente en los últimos meses hasta llegar al 3,49% en noviembre. Frente a al terreno recorrido hasta la fecha, el centro de estudios Randstad Research prevé que los salarios se eleven en 2024 entre un 2% y un 3,5%, de acuerdo a un informe de tendencias salariales publicado este lunes.
Respecto al segundo trimestre de 2023, en los tres últimos meses de los que hay datos disponibles, el coste laboral por hora efectiva de trabajo ha aumentado un 3,1% entre julio y septiembre debido principalmente al descenso en el número de horas trabajadas coincidiendo con las vacaciones de verano. Por componentes, el coste salarial creció un 1,3% trimestral, mientras que los costes restantes se incrementaron un 8,6%.
De hecho, el repunte trimestral del coste laboral por hora trabajada es habitual en los meses estivales, debido a la merma estacional del volumen de horas trabajadas. Ese aumento de los costes al reducir las horas de trabajo es uno de los argumentos esgrimidos por los detractores de la disminución de la jornada laboral a 37,5 horas semanales pactada por PSOE y Sumar en su acuerdo de gobierno, si bien hay también quien defiende que trabajar menor horas permitiría mejorar la conciliación y potenciar la productividad.
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