A fondo

El as en la manga de Orbán: por qué su 'mutis' sobre la adhesión de Ucrania es irrelevante y cómo puede bloquearla en el futuro

Orbán y sus posiciones díscolas en la UE que zozobran la unidad de sus colegas comunitarios.
Orbán y sus posiciones díscolas en la UE que zozobran la unidad de sus colegas comunitarios.
Henar de Pedro
Orbán y sus posiciones díscolas en la UE que zozobran la unidad de sus colegas comunitarios.

Las cumbres del Consejo Europeo están llenas de frases, de momentos o de anécdotas que bien podrían servir para escribir un libro. Del veto conjunto de Rajoy y Monti a los rescates de España e Italia al "me voy a tomar el aire" de Sánchez cuando se negociaba la excepción ibérica, pasando por los cabreos de Donald Tusk cuando los acuerdos se complicaban. A toda esa lista se sumó este jueves una huida que no fue baladí: la salida del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, de la sala de líderes cuando se iba a votar si los 27 aceptaban el inicio de las negociaciones de adhesión de Ucrania a la UE.

Budapest estaba en contra, y Orbán llevaba días dejando encima de la mesa su bloqueo porque considera que Kiev "no cumple con las condiciones" para que se dé este paso. "Esto no es un negocio", insistió antes de una cumbre que se presumía larga y que acabó con sorpresa. El líder magiar acabó saliendo de la reunión a instancias del canciller alemán, Olaf Scholz, que le vino a decir, con unas palabras que no conocemos "aporta o aparta". Al final hubo consenso, pero a 26 y no a 27 y Orbán se fue cabreado del edificio. "Hungría no iba a participar en una decisión errónea", sostuvo el primer ministro, en un tono ya habitual en él cada vez que pisa la esfera de la UE.

"Lo importante es que ha salido adelante y es un paso histórico", reafirmaron fuentes comunitarias consultadas por 20minutos, cuando sobre quienes seguían la cumbre sobrevolaba la idea de si un acuerdo a 26 era posible o tenía posibilidades de acabar en el TJUE. Lo cierto es que existe un recoveco para que el empuje de Scholz y el paso a un lado de Orbán sean válidos, el artículo 235 del TFUE. "La abstención de los miembros presentes o representados no obstará a la adopción de los acuerdos del Consejo Europeo que requieran unanimidad", reza esa parte. No hay precedentes cercanos en los que se haya recurrido a esta vía.

Pero Orbán sigue guardándose ases en la manga. Por ejemplo, dejó pasar el asunto de la adhesión, pero de madrugada bloqueo los 50.000 millones de euros de ayuda para Ucrania que se tienen que enmarcar en el presupuesto 2021-2027, y provocó que la negociación de este punto tenga que aplazarse a enero. El poder de veto en la UE es un elemento demasiado jugoso para Hungría, y mientras bloqueaba el dinero el primer ministro lanzó otro aviso: puede paralizar de nuevo el proceso de entrada de Kiev en la UE en cualquier momento de las conversaciones. Es más, ya hay precedentes de esto en los casos de Serbia o Macedonia del Norte.

Lo importante es que ha salido adelante y es un paso histórico

Este avance, en todo caso, es más una decisión política que práctica, pues Ucrania sigue al principio del proceso de adhesión. Las negociaciones constante de 35 capítulos diferentes, que incluso se pueden bloquear una vez abiertos y que necesitan el sí de todos los Estados miembros para darse por buenos. Además, hay que ver la adhesión en términos financieros y esa foto es también muy compleja. Y es que la entrada de Ucrania tendría en el actual presupuesto plurianual del bloque comunitario hasta 2027 un impacto entre 130.000 millones y 190.000 millones de euros, lo que supone que hasta un 17% de las arcas comunitarias iría a parar a este país, según un estudio publicado por el Instituto de Economía Alemana.

"Los húngaros no pagarán las consecuencias económicas de esta decisión", repitió Orbán en un entorno que pese al júbilo de los 26 líderes restantes parecía venirle mejor al magiar. Sabe que en muchos momentos tiene la sartén por el mango. Ya hizo lo propio con los fondos de recuperación poscovid y más recientemente con las sanciones de la UE a Rusia precisamente por la invasión de Ucrania. Tal es la tensión en torno a él, sobre todo después de perder a Polonia como gran socio, que algunos de sus colegas no dudaron en hablar de "chantaje". El primer ministro belga, Alexander de Croo, fue especialmente duro y habló con desdén de la actitud de su homólogo: "Yo no hubiera dicho eso", comentó.

Pese a todo, la mayoría de líderes son optimistas tanto con la adhesión como con la aprobación de nuevas ayudas. Al fin y al cabo, y pese al poder de bloqueo, son 26 contra uno. "Merece la pena poner más esfuerzo para tener a todos los Estados miembros alineados. Creo que es posible en enero", dijo sobre los fondos para Kiev el primer ministro lituano, Gitanas Nauseda. En general, los jefes del Estado y de Gobierno asumen que "la unidad y el consenso son muy valiosos" en el escenario actual.

La noche iba a ser larga, y acabó siéndolo pero ya en la parte financiera del asunto y con el guiño político a Kiev refrendado, para alegría de Volodimir Zelenski. De hecho, otra de las fotos que se recordarán será la del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, rodeado de una maraña de periodistas mientras comunicaba la fumata blanca. Tamaña decisión merecía de un anuncio a la altura, debió pensar el belga. Moldavia también se sumó a la fiesta, al igual que Georgia, que consigue el estatus de candidato. La UE ya ha abierto del todo el melón de la ampliación y parece que no hay vuelta atrás. Pero el botón rojo sigue estando ahí, y Orbán vive con unas ganas perennes de apretarlo.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento